jueves, 25 de junio de 2015

Artículo de opinión de Marta Braña Villanueva




Marta Braña Villanueva. Feminista, animalista y psicóloga

Se ha abierto el debate sobre la prostitución y todo el mundo toma posición: legalizarla o abolirla.

El feminismo, como en otros temas de interés, también está dividido:
A un lado tenemos a quienes quieren legalizarla reclamando la libertad de cada mujer para hacer con su cuerpo lo que quiera. Y al otro quienes defienden que la prostitución es el hijo del patriarcado y las prostitutas son mujeres sin escapatoria.
En esta última postura he encontrado realmente interesantes los argumentos de Beatriz Gimeno:
La prostitución tiene que ver con la igualdad y no con el sexo. Los hombres no compran un cuerpo, ni sexo, sino una fantasía de dominio y masculinidad tradicional.

La prostitución está rodeada de violencia en todas sus etapas, desde la captación hasta la trata, la explotación laboral y sexual y las prácticas cotidianas. Si hay un grupo de mujeres contra las que la violencia de género se manifiesta en todo su dolor y desigualdad, estas son las prostitutas. Si hay un asesinato de género, un feminicidio paradigmático es este. Porque la prostituta es, en realidad, la mujer sin escapatoria. Es, además, una mega industria global (es la segunda industria mundial e implica a unas 40 millones de mujeres en todo el mundo) y, como sabemos, el que vende y el que compra, en el capitalismo, no están nunca en situación equiparable. Los pobres se ven obligados a (mal)vender a los ricos lo que estos determinan, una clase pequeña intermedia puede sacar ciertos beneficios y una minoría empresarial es la que definitivamente se enriquece. Y si todos los mercados son desiguales, los que atañen al género son doblemente desiguales.

Su crítica a la legalización de la prostitución es, sin duda, un soplo de aire fresco, pero no acaba de llenar mis pulmones. Entiendo perfectamente que tras el negocio del sexo esté el heteropatriarcado capitalista que establece relaciones desiguales. Pero en realidad el patriarcado, el machismo y el capitalismo están detrás de cada una de nosotras, de cada trabajo, de cada relación, de cada negocio. Y no veo que pidan abolir otras profesiones.
Entiendo el horror que supone la trata de personas, la violencia que ejercen las mafias sobre las mujeres que siendo engañadas se prostituyen sin escapatoria. Pero no podemos entender como sinónimos prostitución y trata de mujeres porque estaremos mezclando dos realidades distintas como si fueran una misma, dejando al desamparo las auténticas causas y soluciones a la violencia.

Y también entiendo que se ponga en duda la libertad de elección cuando la situación personal de muchas trabajadoras del sexo roza la desesperación. Pero son muchas las personas abocadas a decisiones desesperadas, a trabajos denigrantes, llenos de violencia y desamparo y la sociedad sólo se pone de acuerdo en rescatar a las prostitutas. ¿Por qué la sociedad tutela con tanta facilidad a las mujeres? ¿Acaso nuestra libre elección está tan alienada por el machismo como mis pensamientos?

Siento que no, siento que el problema de este debate está en querer matar al perro para acabar con la rabia. Y así, sólo acabas con los perros. De modo que abolir la prostitución no va a acabar con el machismo, el capitalismo, la violencia y las mafias. Sólo va a cambiar el escenario.
¿Es de locos pensar que una prostitución feminista pueda existir?

Que hombres y mujeres puedan tener relaciones sexuales libres e igualitarias a cambio de dinero. Que las relaciones de poder sean sólo un juego erótico entre iguales. Que los recursos del Estado se centren en eliminar las mafias que violan los derechos y libertades de las mujeres y no en decidir por nosotras. Que los políticos y las políticas en lugar de querer rescatar a las desesperadas, eviten que se den las situaciones de desesperación. Que las mujeres dejemos de ser un colectivo al que tutelar.

Es difícil, pero no de locos.
Es más fácil prohibir que crear.
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viernes, 12 de junio de 2015

Cuando las putas defendieron sus derechos humanos

“Estamos aquí, y ahora ya no nos moverán”. Todas las mujeres presentes saben que, a partir de este momento, su problema aparecerá por fin en primera plana; que será discutido. Que podrán expresarse. Se ha roto el muro del silencio. Es una primera victoria indiscutible, se leen sonrisas en los rostros. ( Artículo titulado “Chicas alegres en la casa del Señor” que fue publicado en el periódico francés Liberación el día 3 de junio de 1975)”.
El 2 de junio de 1975, periódicos reconocidos y durante varios días después hicieron resonancia a la protesta que llevaron a cabo entre 100 y 150 mujeres prostitutas en una de las principales iglesias del centro de Lyon: la iglesia de Saint-Nizier. En una rueda de prensa, se comunicó el primer informe
En ese momento estas mujeres representaban casi un tercio de las prostitutas que vivan en Lion; la tercera ciudad de Francia. Apelaron al presidente de la republica Valéry Marie René Giscard d'Estaing reclamando el derecho a lucrarse libremente del ejercicio  de su sexualidad sin tener que pagar multas. “Nos dirigimos al presidente de Francia. Por lo  tanto, presidente de las prostitutas y también al secretario de estado en asuntos de la mujer para que intercedan ante la policía”.
Frontalmente señalaron a la policía de “represión improcedente”.
En Francia no era delito la prostitución pero sí ofrecer el servicio en el espacio público. Las prostitutas que hicieran gestos provocadores y pretendieran seducir a clientes al ser pilladas por primera vez serian detenidas y multadas por la suma de 160 francos. En caso de reincidencia la multa ascendería a 2400. 
Instaladas dentro de la iglesia convirtieron en bar la sacristía. El párroco se pronunció: “He recibido una avalancha de llamadas telefónicas con opiniones encontradas. Algunas demostrando solidaridad con las mujeres de vida fácil y otras llamándoles judas e incluso demonios”.
Tras las declaraciones estas mujeres enviaron una carta dirigida al arzobispo de Lion monseñor Alexander Renard esto es parte de lo que expresaron: “La gente quedara sorprendida probablemente, y usted también, pero ¿Pueden pensar los católicos que hay mujeres sucias y que una iglesia no puede servir de refugio para las prostitutas? 
Las autoridades eclesiásticas no hicieron el menor esfuerzo para expulsar a las prostitutas del templo.
Y como era de esperarse, algunas semanas después de iniciada su manifestación las prostitutas francesas fueron sacadas de la casa del dios católico literalmente del cabello y a porrazos, a manos de respetables policías católicos en nombre del deber.
Este 2 de junio de 2015 tuvo lugar una celebración en Lyon para recordar a estas heroínas, 40 años después. Me agrada saber que ya se puede hablar de un movimiento social  por “las putas del mundo”.
Pese a que en Europa insisten en proponer leyes retardatarias que regresan a las mujeres prostitutas a las habitaciones secretas, organizaciones como Hetaira hacen resistencia para que  no se retroceda en lo ganado y se avance en la búsqueda de justicia social  para estas mujeres.
Movimientos internacionales de diferentes rincones del mundo nos sumamos a esta conmemoración. En Colombia el colectivo PARCES ONG rechaza la violencia que ejerce el Estado contra las personas que ejercen el trabajo de la prostitución.
Mi postura siempre ha sido concreta. Abiertamente he dicho que toda mujer es putamente libre. He reafirmado expresando que nuestra dignidad no está ligada a lo que hacemos o dejamos de hacer con nuestra vagina. Es por eso que desde los  lineamientos de Feminismo Artesanal unidas afirmamos: “Putas y Santas rechazamos frontalmente la discriminación, el abuso, y la exploración de las mujeres exigimos que ninguna sea desamparada ni violentada por el Estado. Todas las mujeres, Todos los derechos y todas son todas.” Defendemos el  derecho a vivir sin miedo de cada versión de mujer.
+ Ideóloga Feminismo Artesanal
 http://www.elespectador.com/opinion/cuando-putas-defendieron-sus-derechos-humanos
  • María Candela | Elespectador.com

Prostitución no es sinónimo de trata.

 Foto de AMMAR, asociación de meretrices de Argentina


Aunque no sea creible, somos muchas, muchas más las mujeres que ejercemos la prostitución, como estrategia de supervivencia, auqnue sea en condiciones duras, nos compensa porque podemos ganar mucho más dinero que en otros trabajos mal pagados y precarios, eso no es trata. Trabajar en un prostíbulo en condiciones duras, compensa más que trabajar en otras fábricas, eso no es trata.y además hay situaciones de explotación porque no se reconoce que ejercer la prostitución es, para nosotras trabajo. Todo lo duro que queráis, pero trabajo.

Trabajo sexual es trabajo.

Ser migrante y ejercer la prostitución en un prostíbulo, aunque duro, no quiere decir que se esté en situación de esclavitud.

Ejercer la prostitución, no es lo peor que le puede suceder a una mujer. Hay millones de situaciones en otros contextos que son mucho peores y sí que son esclavitu, como en el contexto de la institución del matrimonio, donde muchas, muchas más mujeres etán sufriendo violencia, por parte de su pareja, dónde muchas mujeres son asesinadas.

Un testimonio entre muchos otros.

"YO ERA TAN BONITA o la vida con el malamor.
Hoy, una vez más, me he emocionado. Hoy, otro día más, me han contado una historia de vida de las que nutren las páginas de muchos libros en las estanterías de las tiendas y las camas de nuestros barrios cercanos.
Ella viene en silla de ruedas.
Ella tiene 70 años, ella es hemipléjica y diabética. Ella tiene otros graves problemas de salud.
El empuja la silla detrás, silencioso y con un cansancio oceánico del color de sus ojos.
Al entrar en el despacho observo que ella me hace gestos con la cara mientras él habla acerca de una nimiedad burocrática. Algo me mueve a reaccionar preguntándole si quiere estar a solas conmigo en el despacho; asiente con la cabeza y le pido a él que salga.
Cuando estamos las dos me dice: "no puedo más, no lo soporto". Y me explica con palabras entrecortadas por su dificultad en hablar lo siguiente:
"Yo tenía catorce años. Era muy bonita y muy inteligente. El era de mi pueblo y a mi no me gustaba nada, pero insistía mucho. Mucho.
Me decía que me quería tanto que si yo no me casaba con él, se mataría. Mi madre y las vecinas me animaban a que formara una familia con él, pero yo quería estudiar.
Así estuvimos siete años. Siete años en los que no me tocó ni un pelo (aquí enfatiza mucho), pero no por nada, sino porque a mi no me gustaba.
Tanto insistió que empecé a verle guapo y no mal hombre, pero nunca estuve enamorada. Empecé magisterio y me dejé convencer para abandonar la carrera y casarme, con la promesa de continuar después de casada. Eso nunca pasó.
Tardamos en tener hijos porque yo no quería tener intimidad con él, así te lo digo, me comenta. No quería que me pusiera la mano encima.
Hemos tenido una vida llena de discusiones y peleas. El me buscaba y yo no quería; él me guarda rencor y me suelta cosas horribles porque dice que yo nunca he mirado por él.
Y ahora, María, tengo 70 años, no me puedo valer, tengo una pensión de 389 euros y no quiero estar con él.
Y yo le digo con énfasis: ¿y usted qué quiere?¿ qué quiere hacer con su vida?
Yo, morirme.
Solamente morirme. He perdido mi vida y aunque tengo dos hijos a los que quiero mucho y temo su reacción, no deseo vivir.

Me acerco a ella y le digo que no puedo ayudarla a morirse mientras le acaricio el brazo y le doy un kleneex. Y me dice entonces, entre hipidos, ¿puedes ayudarme a separarme? No quiero verle más ni que me toque. Sé que él no me va a dejar que me vaya.
Al salir con ella de la sala donde la atiendo, entra su marido con cara de miedo y desconcierto. Tiene los brazos apretados en el pecho y mucha rigidez en el cuerpo.
Le digo que se siente y le pongo al tanto de la situación con mucho tacto.
Me mira con los ojos azules muy abiertos y me dice:
- Ya sé que ella se quiere ir.
- Yo lo único que quiero es que ella me quiera. Y mi pena es que me voy a morir sin que pase.
Trago saliva. Cierro la puerta del despacho. "


"Nadie avisa una puta" por Samanta Villar, relatos de vida de prostitutas.

Me complace comunicaros que la periodista Samanta Villar, acaba de publicar un libro, en el que recoge varios relatos de prostitutas, entre ellos el mío. "Nadie avisa a una puta". Lo ha escrito sin nada de amarillismos, historias reales. Muchas gracias Samanta Villar, te deseo todo lo mejor y que sea el principio de tu incursión literaria.



 http://cadenaser.com/programa/2015/06/11/hoy_por_hoy/1434018205_808324.html

En casa dicen que salen a comprar el pan, así que algunos hombres llegan corriendo al piso de Tania, al mediodía y con la barra debajo del brazo, y piden que el trabajo sea rápido. Su historia contrasta con las de quienes van más tranquilos, por la noche, y conocen a las chicas una a una antes de elegir; desde luego, también con las de las jóvenes que quieren ser las últimas en presentarse a los clientes, ya que estos suelen olvidar los nombres que escuchan en primer lugar. Nadie avisa a una puta es el primer trabajo literario de Samanta Villar y, como los vaivenes de aquel local de citas, recoge siete relatos periodísticos sobre el mundo de la prostitución.
De sus protagonistas, solo una se ve acosada por la trata. Las demás muestran un paradigma al que estamos desacostumbrados: la de las mujeres que venden su cuerpo voluntariamente, aunque también en este otro caso haya vivencias muy dispares. Desde la escort de lujo que gana 3.000 euros en una hora, hasta las chicas que nunca desbancarán a la preferida del piso compartido; ese al que los parados llegan los días 10 y los jubilados, los 25. "Las condiciones obligan a todos a coger trabajos que no queremos. No solo a nosotras", anota Montse Neira, prostituta especializada en las personas con discapacidad.


A los cincuenta, y contra su propio pronóstico, sigue trabajando, ya que su cartera de clientes envejece con ella. Está licenciada en Ciencias Políticas, cuenta con un posgrado y su discurso figura en su libro, Una mala mujer. Se asomó al sexo por dinero cuando se vio con hijos, sin trabajo y rodeada por las deudas, pero no lamenta nada; y tras quince años ocultándose a su familia, decidió dar la cara, contar al mundo lo que era y cultivarse hasta derribar todos los estereotipos. Fue un coloquio sobre la abolición de su trabajo lo que le llevó a sacar la bandera: "Me sentí insultada por mujeres de la élite, de la burguesía catalana, que decían protegerme".

"Si hay talleres clandestinos, no se prohíbe la industria textil. Si hay trata, se critica la prostitución", recuerda Villar. Las desigualdades en el mercado del sexo son abismales, así como apartan a mujeres y hombres de los derechos laborales que el Estado, en principio, concede a otras profesiones. Con todo, "las prostitutas son mujeres adultas y con voluntad", agrega la periodista, que también menciona las ventajas de incorporar este agujero de dinero b a la economía en blanco. Las Cortes no han siquiera amagado con sacar a la prostitución del vacío legal, ni en un sentido ni en otro.
Neira trabaja como autónoma, gracias a la casilla de servicios personales,  y explica que ofrecer una parte de su cuerpo no le desagrada más que otros trabajos. Sí reconoce que el contacto con los clientes conlleva una carga emocional de la que, a veces, le cuesta desprenderse. El título de la obra, Nadie avisa a una puta, alude al día en que supo que uno de sus clientes, al que le unían años de encuentros, había muerto. Ella conocía a sus amigos, pero ninguno se acordó de contárselo. La palabra puta es usada, por muchas de sus compañeras, como bandera por la dignificación de su trabajo.