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jueves, 10 de mayo de 2012

Los microcréditos entre prostitutas. El cuadro


Estoy impresionada con las putas del Raval de Barcelona. Y con la noticia que salió hace unos días sobre cómo se organizan estas señoras para ahorrar. Crean pequeñas mutuas privadas de colegas y amigas, numeradas del uno al diez. Forman un pote colectivo en el que cada una echa 20 euros al día, multiplicado por 10 putas y por 7 días, eso son 1.400 euros a la semana, que van a parar al bolsillo de la puta número 1. La semana siguiente, al bolsillo de la número 2. Y la otra al de la 3, y suma y sigue. Como todas se conocen y hay confianza y buen rollo, si a una le sale un percance o una urgencia el orden de la rueda se altera a su favor. Pero la esencia del asunto es que a cada una de ellas le “llueven” 1.400 euros extra cada diez semanas. La idea viene de Sudamérica y la llaman “El Cuadro”.
No está mal, ¿verdad? Sobre todo viniendo de personas que por razones obvias no pueden esperar gran cosa del sector bancario. A lo mejor por eso mismo han espabilado, han abierto los ojos antes que el resto de los mortales. A lo mejor las putas del Raval nos están dando a todos y a todas una gran lección.
Es impresionante como las cosas más obvias lo son sin que nos demos cuenta. O sin que nos demos cuenta con todas las consecuencias. La verdadera gran opresión que a día de hoy vive no sé si decir el obrero, dejémoslo en la persona normal, no es la reforma laboral. No son los recortes. No es la amenaza ominosa del copago sanitario. No es la caza del elefante africano. Es el crédito, estúpido. Es esa incapacidad de vivir al contado que ni se sabe cómo un buen día empezó a extenderse como un cáncer, llenando el cuerpo social de células podridas. Echándonos encima unas cadenas tan gruesas y pesadas como ningún tirano las soñó jamás.
¿Os imagináis que pasaría si no necesitáramos a los bancos para nada, o para casi nada? ¿Si la gente pudiera funcionar con lo que tiene, no con lo que debe? ¿A que la crisis habría sido mucho más benigna?
Qué otro gallo no cantaría a muchos si no hubiera que depender para casi todo del humor de quien presta, si para pagar un piso –con ánimo de vivir en él, no de especular- no hiciera falta suscribir una hipoteca equivalente a tres o cuatro veces el valor del inmueble, y encima si el préstamo se amortiza antes hay que indemnizar al banco… ¡por cobrar antes de tiempo!, es decir, por sangrar menos intereses de lo esperado. ¿Es o no una desfachatez comparable a que el overbooking en los aviones sea legal?
Volviendo a las putas del Raval: ¿por qué no seguir su luminoso ejemplo de microcrédito dado con y en confianza, con cero intereses, atendiendo a la pura y dura racionalidad, no a oscuras megalomanías de rentabilidad por la patilla que luego acaban como acaban? ¿Por qué no hacerles la competencia desleal a los bancos?
Ejemplo: pongamos que usted quiere vender un piso y no puede, porque los bancos han endurecido las condiciones para las hipotecas. Pongamos que el piso que usted quiere vender por 220.000 euros tiene una hipoteca pendiente de 100.000. Pongamos que le sale un comprador que va a pedir al banco el 80 por ciento de esos 220.000 y le dicen que naranjas de la China. En condiciones normales aquí muere toda posibilidad de trato.
Pero pongamos que ustedes dos siguen hablando, cogen confianza, se ponen de acuerdo. Deciden que el aspirante a comprador de su piso, en lugar de pedir al banco el 80 por ciento de los 220.000 euros que vale el piso, pide los 100.000 que quedaban pendientes de la hipoteca de usted. Y esa cantidad sí se la dan a tocateja. Se la dan, él se la da a usted, y la hipoteca queda cancelada. El piso queda fuera de cargas y a partir de aquí todo lo que ocurra es entre ustedes dos, sin necesidad de la mediación de un banco.
Pongamos que firman ustedes dos un contrato en virtud del cual el comprador le entrega esos 100.000 a título de entrada para el piso y el resto, hasta completar el valor total, se lo va liquidando en mensualidades. Como si fuese un alquiler. Como si fuese una hipoteca, solo que con usted, no con el banco. Usted no le cobra intereses abusivos, solo una actualización periódica justa en función del IPC. Como la de los alquileres. Objetivamente no pierde respecto a si le hubieran pagado el piso al contado, es decir, sin ningún interés (ya que se los quedaba todos el banco, ¿recuerda?).
Resumiendo, que si usted pone el piso y la otra parte pone el dinero, el banco, ¿qué ponía, aparte de un sinfín de complicaciones? ¿Solo una presunta seguridad financiera y jurídica? Bueno, esto podrían proveerlo otras instancias. Por ejemplo alguna Administración podría crear una agencia para regular y hasta mediar en estos casos. ¿No han creado agencias para favorecer el alquiler? ¿Por qué no la compraventa? Teniendo en cuenta que los bancos se cobran su intervención estelar a precio de oro, asumiendo cero riesgos en la práctica (es que hasta obligan al hipotecado a suscribir un seguro de vida, por si se les muere antes de pagar), bastaría con copiar sus métodos, pero con ánimo menos usurero y más constructivo, para que la autoridad competente (si lo es) o incluso los particulares, debidamente organizados como las putas del Raval, tuvieran éxito. Solo con que elimináramos el voraz apetito de intereses de algunos sería fácil darle una alegría al cuerpo y al ladrillo, digo yo. Sería como volver a nacer.
Es solo una idea.

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