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jueves, 3 de mayo de 2012

Mariska Majoor: "Sería fantástico que Barcelona tuviera un barrio rojo al lado de la playa"


Dejo otro testimonio de una mujer que ejerció en el Barrio Rojo de Amsterdam y ahora asesora a prostitutas:



Empezó a trabajar como prostituta en el barrio rojo de Amsterdam con tan solo 16 años. Ahora, Mariska Majoor, regenta un centro de información de la prostitución situado en pleno corazón del barrio rojo, donde informa a turistas y curiosos. En pleno debate sobre la prostitución callejera en Barcelona, Majoor nos cuenta qué soluciones ve para no clandestinizar esta práctica.
-¿Por qué decidió crear este centro de prostitución?
-Lo creé hace casi 18 años porque pensé que era importante que la gente supiera la vida de la prostitución en este barrio. Muchos de los turistas que vienen aquí no tienen legalizada la prostitución en su país y nunca han visto una mujer en un escaparate. Mucha gente tiene muchas ideas negativas sobre la prostitución, pero aquí les explicamos la historia desde el punto de vista de una trabajadora del sexo.
-¿Qué ofrece en este centro?
-Este centro está destinado tanto a turistas como a las mismas prostitutas. Con las prostitutas trabajo a través de proyectos, como la edición mensual de una revista gratuita con información sobre la ley y las tasas que han de pagar. También he elaborado un libro-guía para las personas que trabajan en la industria del sexo. Los clientes también son bienvenidos al centro: si quiere saber los mejores sitios para tener sexo y los precios, aquí le podemos informar. En todos los países hay organizaciones o instituciones que defienden los derechos de las trabajadoras del sexo. Pienso que en países como España, las prostitutas tendrían que intentar darse a conocer más a la sociedad para que se cambie la idea que se tiene de ellas.
-¿Cómo es la experiencia de una prostituta que empieza a ejercer siendo una adolescente?
-La edad mínima para ejercer la prostitución es 18 años, pero a mi no me preocupaba la ley y empecé con 16. Cuando yo ejercía, en los años 80, en el barrio rojo no teníamos sitios legales para trabajar, se hacía todo más en la oscuridad y a escondidas. Necesitaba dinero, me quería comprar un perro, conocí a una trabajadora del sexo que me informó y empecé trabajar como a prostituta.
-¿Y se llegó a comprar el perro?
-Sí, sí. Con el dinero que gané el primer día me lo compré. La verdad es que, aunque parezca mentira, el sueño de tener un perro fue el motivo por el que me convertí en prostituta. Después pude alquilar un apartamento para trabajar en unas condiciones más dignas y tengo que decir que mi vida mejoró con este trabajo.
-¿Cuáles son los cambios más significantes entre la prostitución de ahora y la de hace 30 años?
-La diferencia principal tiene que ver, sobre todo, con el dinero. En los 80 había una revolución en el mundo del sexo, hacíamos mucho más dinero que ahora. También había muchos más clientes que ahora, ya que actualmente muchos son turistas que vienen por curiosidad. Antes cobrábamos 50 florines (22 €), por 15 minutos. Ahora, 30 años más tarde, el precio sigue más o menos congelado.
-¿Y ha cambiado mucho el perfil de los clientes?
-No, no ha cambiado. Mientras que las prostitutas cada vez son más jóvenes y extrajeras - en Amsterdam, hay tan solo un 20% de trabajadoras holandesas -, los clientes suelen ser jóvenes por la noche y más mayores por la tarde
-A diferencia de otros países, aquí pagan impuestos…
-Aquí las prostitutas pagan tasas, igual que cualquier ciudadano o negocio. Cada tres meses tienen que rellenar un formulario de tasas y tienen que pagar el correspondiente IVA del 19% y un 30% de los beneficios anuales.
-Barcelona va a prohibir la prostitución en la calle. ¿Qué le parece?
-Primero de todo, creo que hay que tener en cuenta los derechos humanos de las personas y pienso que el Ayuntamiento de Barcelona tendría que hablar con las prostitutas y proponerles otras opciones. Además, con la crisis económica que hay en España, para muchas chicas – en su mayoría jóvenes – la prostitución es una forma de hacer dinero y, por tanto, de sobrevivir. Y lo van a seguir haciendo, legal o ilegalmente. Si se prohíbe la prostitución en la calle, eso no quiere decir que vaya a desaparecer, sino que será más clandestina, con las consecuencias que eso comporta. Yo creo que Barcelona tendría que habilitar sitios seguros para que trabajasen.
-¿La solución sería crear un barrio rojo?
-Posiblemente. Un barrio rojo siempre funciona, aunque a veces me gustaría que las ventanas donde se exhiben las trabajadoras no estuvieran tan a la vista. En el caso de Barcelona, seria fantástico construir un barrio rojo al lado de la playa. 
-¿Cuál es la jerarquía dentro del mundo de la prostitución?
-Los chulos están prohibidos y si alguna prostituta se siente coaccionada puede ir a la policía para pedir ayuda. Esa es la teoría, aunque en la práctica esto no sucede así. El hecho que en Holanda la prostitución sea legal provoca que la prostituta no necesite a nadie que la organice. Por ejemplo, en España, hay alguien que protege a esas prostitutas de cuestiones legales, y que en ocasiones suele ser una organización mafiosa.
-¿Pero podemos decir que en Holanda no hay mafias porque la prostitución está legalizada?
-No, aunque sea legal también existen mafias. La presencia de estas organizaciones criminales creo que está, en muchas ocasiones, en la vida privada de las trabajadoras. En tu frente nadie puede ver escrito que es lo que va a pasar cuando llegues a casa de trabajar o si tienes algún tipo de presión para trabajar.
-¿Y la prostitución ilegal fomenta estas bandas?
-Sin duda. Si conviertes la prostitución en ilegal, le estás dando el control a las mafias. También hay que decir, como he comentado antes, que el hecho de legalizarlo tampoco hace desaparecer el tráfico de mujeres.
-¿La prostitución también está en crisis?
-Sí, de hecho la crisis en nuestro sector empezó con la aparición de internet y de las cámaras web. Los clientes que hace años pagaban servicios extremadamente caros lo siguen haciendo, pero los clientes de servicios normales acuden menos o han prescindido de ellos.

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