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domingo, 10 de junio de 2012

Entrevista personal realizada para EFE


Montse Neira, de 52 años, lleva 22 ejerciendo la prostitución y acaba de desvelar su vida en un libro para normalizar esta profesión, que, "aunque no es idílica", dice que le ha permitido "salir de la pobreza, ser feliz y estudiar".

Neira, que hace pocos años se licenció en Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Barcelona, ha explicado: "Las prostitutas somos mujeres como las demás, con los mismos anhelos y necesidades, con nuestra familia, nuestros hijos y nuestros problemas, y nuestro único pecado es querer dejar de ser pobres".

"La sociedad nos ha estigmatizado y nos consideran escoria, en buena parte por la moralidad imperante, la judeocristiana", ha dicho la escort Neira, que antes de hacer pública su profesión y su identidad trabajaba bajo el nombre de Marien.

Cuando mi hijo supo a los 17 años que cobraba a los hombres me dijo que era malaEn el libro, titulado Una mala mujer y publicado por Plataforma Editorial, Neira muestra algunos de los entresijos de la profesión más antigua del mundo, alejados de los tópicos sórdidos y de miseria que a menudo se reflejan en los medios de comunicación.

En un valiente relato, la prostituta, que se inició en lugares cutres, eludió a proxenetas, mejoró a pisos de más 'standing' y logró con el tiempo independizarse, describe una infancia teñida de infelicidad y pobreza, una violación a los 12 años, un padre alcohólico, varios desengaños amorosos y trabajos precarios en un mercado, una serigrafía, una oficina y en un estudio de música.

Tras un matrimonio fracasado, el paro la abocó a un anuncio de relax con el que empezó a ejercer la profesión hace 22 años en un piso de citas y a descubrir que las mujeres que allí trabajaban no eran peores que las compañeras que antes había tenido en otras profesiones.

Y también descubrió algo más: "La carencia, no solo de sexo, sino de afecto que hay en el mundo, y que si las putas hablásemos se derrumbaría la institución idílica del matrimonio", ha destacado Montse Neira.

"La prostitución es un pacto entre adultos por el que se intercambia sexo y afecto a cambio de dinero, todo lo demás es delito", ha definido Neira su profesión, que pide que se regularice para que los empresarios del sector del alterne tampoco puedan imponer sus condiciones a las trabajadoras sexuales.

Montse Neira ha animado a todas las prostitutas "a que no se avergüencen, a que no tengan miedo a ser juzgadas por los demás porque la gente que las quiere les seguirá queriendo, sobre todo que no tengan miedo porque no están haciendo nada malo".

Activista social y política

Desde que se licenció en Ciencias Políticas, Neira simultanea su trabajo sexual con un activismo social y político a favor de las prostitutas que trabajan en la calle o en peores condiciones que ella y participa activamente, entre otras, en la campaña contra el endurecimiento de la ordenanza cívica de Barcelona que prohibirá la prostitución en la calle.
Su reivindicación es que los políticos "reconozcan la forma jurídica de las trabajadoras sexuales" y se afana diariamente a mantener un activo blog sobre prostitución.
Montse Neira es una de las pocas prostitutas en España que atiende a personas discapacitadas tanto psíquicas como físicas.
Personas en sillas de ruedas, con síndrome de Down, con parálisis cerebral aguda, con enanismo y con otras discapacidades, forman parte de su clientela, con las que cumple una función social disimulada y casi clandestina, que es atender las necesidades afectivas y sexuales de este colectivo.
En el libro narra, por ejemplo, el caso de una madre de un muchacho con síndrome de Down que le agradeció enormemente el cariño que le había dedicado a su hijo. "El de las personas discapacitadas es un aspecto que nunca sale en los debates sobre la prostitución", ha apuntado la meretriz.
¿Por qué el título de Una mala mujer?. "Por tres razones: porque cuando mi hijo supo a los 17 años que cobraba a los hombres me dijo que era mala, porque la sociedad cree que las putas somos malas, y porque muchos hombres, cuando se ven superados por la excitación, gritan: '!que mala eres¡".

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