jueves, 16 de abril de 2015

testimonios de Martina, Paula Vip, Janet, Montse Neira. Nadie nos coaccionó, decidimos trabajar en prostitución.

 No quieren ni oir hablar de que las mujeres somos capaces, de decidir por nuestra propia cuenta, ejercer la prostitución. Si no dices, que "te obligan las circunstacias" -cómo si la mayoría de mortales no tuvieran que elegir cualquier trabajo por sus circunstancias- - Si no dices, que es lo peor que te ha pasado en la vida, si no  te muestras avergonzada, y diciendo que prefieres tener que, fregar que prostituirte, si no, enfermas, o te mueres pronto; si  dices que has progresado, que eres feliz, que has podido estudiar, y vivir dignamente, entonces eres cuestionada, intentan denigrarte, te dicen que eres un caso único etc... No se quiere entender, de que la MAYORÍA de mujeres, decidimos bajo nuestros propios criterios ejercer la prostitución, que tenemos capacidades de decisión y de asumir riesgos,  la minoría es  obligada por terceras personas, lo que sucede una vez se decide ejercer la prostitución, porque sabes que se gana dinero, mucho más dinero que la mayoría de trabajos y de manera rápida, es que si que hay condiciones que se han de erradicar, en los prostíbulos, si que hay explotación, pero laboral, y también hay una parte de esclavitud, pero de esclavitud, -vulneración total de derechos humanos- no es la mayoría; y lo afirmo con conocimiento de causa porque he trabajado par a proxenetas y los casos de esclavitud eran menos. Prostitución no es sinónimo de esclavitud. Los abusos existen precisamente por no querer reconocerlo como actividad laboral, por seguir discriminando a la mujer que utiliza su sexualidad para obtener ingresos en vez de aceptar otros empleos, por más duros que sean pero que la sociedad considera dignos. Las prostitutas interiorizamos el estigma y ese miedo, esa culpa nos impide movernos, pero luchamos y luchamos y salimos adelante y algunas ya nos atrevemos a hacer frente a todas las mentiras y burdas manipulaciones y cada vez somos más.No hay que denigrar a ninguna mujer, ni cuestionarla si decide ejercer. Hay que luchar para que no haya lugares dónde tenga cabida la explotación sexual y laboral, como en cualquier otra actividad económica y que se pueda ejercer de manera autónoma o en cooperativas gestionado por las personas que ejercen sin terceras personas.
Montse Neira.



http://www.vice.com/es/read/ellas-tambien-eligen-libremente-ser-prostitutas-169?utm_source=vicetwes

Con sus historias particulares detrás, con sus victorias y sus derrotas, sus sufrimientos y sus alegrías, su familia y sus amigos, sus defectos y sus virtudes, proclaman que están "más unidas que nunca" y que no son "cucarachas que salen de las cloacas y después se vuelven a esconder". "Somos personas y que no se le olvide a nadie que también votamos y que los gobernantes van de que nos protegen y son los únicos que nos podrían otorgar nuestros derechos y no lo hacen". Las putas no gozan de un derecho básico como el de la ciudadanía por el hecho de no cotizar ni tener derecho a la seguridad social. "Todas las personas que ejercen el sexo de pago lo hacen de manera libre y voluntaria. Porque si no ya no es prostitución, sino trata", argumentan.
Si hace unos días fue Natalia Ferrari Díaz, una joven puta barcelonesa, la que dio la cara para contar que se dedica a la prostitución por libre elección, en esta ocasión son cuatro mujeres -también barcelonesas- que trabajan en la misma profesión que ella las que quieren explicar sus experiencias para demostrar que Natalia no es un caso aislado. "Damos la cara, no somos una excepción", afirma Paula Vip, directora de Aprosex y que se define como puta. Durante nueve años escondió a su círculo cercano -incluidos sus hermanos y su hijo- su verdadero trabajo por culpa de "un estigma social brutal". Les decía que se dedicaba a ser contable, profesión a la que anteriormente se empleaba. La dejó a causa de un duro divorcio, el cual le acarreó un montón de deudas que pagar de su exmarido –unos 200.000 euros-, y que la llevó a meterse en el mundo de la prostitución "para conseguir dinero rápido". Finalmente le confesó la verdad a sus amigas, las cuales la abrazaron de alegría. "Para ellas fue un alivio. Se pensaban que en vez de eso estaba blanqueando dinero con alguna mafia porque no entendían como siendo contable podía permitirme un tren de vida tan alto".
Cuando empezó a ejercer como puta se juró por escrito que se dedicaría a ello durante un año y después lo dejaría. Pero llegado el momento, cambió de opinión. "¿Por qué lo tenía que dejar? Me encanta este trabajo. Entonces me juré por escrito que no dejaría de trabajar de puta". Mucho más tarde, después de decir la verdad a su entorno más cercano, decidió dar la cara públicamente para luchar contra las injusticias que suceden en su profesión. Por ese motivo fue al programa La Noria de Telecinco. Más tarde ha dado la cara en otros medios de comunicación, aunque explica que le tienen "vetada en TVE y TV3 por hacer apología de la prostitución" al ser la organizadora de los cursos de formación para prostitutas.
Paula Vip, la cual trabaja en hoteles, apartamentos y casas, relata que la idea de crear Aprosex, que en mayo cumplirá tres años de vida, proviene de su actual pareja. "En este tiempo no hemos recibido ni una sola subvención pública. Todo el dinero lo hemos puesto de nuestros bolsillos". La cuota de socio es de cinco euros al mes y actualmente gozan de esta condición unas cuarenta personas. "El hecho remarcable es que es una asociación que no admite solo putas, sino también clientes. De vez en cuando hacemos excursiones, calçotades o nos vamos a jugar a bolos juntos. Queremos normalizar el tema".
Otra profesional que ha querido contar su experiencia es Janet, quien trabaja en las calles de El Raval junto a poco menos de cien prostitutas más. Tiene 55 años y hace más de treinta que se dedica al oficio más viejo del mundo, compaginándolo con otros trabajos. Preguntada por si disfruta con su profesión, contesta que "quien trabaja para ganarse el pan, para llegar a fin de mes, no lo hace por amor al arte sea el trabajo que sea. Solo trabajan por amor al arte Bruce Springsteen, Shakira y pocos más". Y recalca que quieren ejercer su profesión "con total libertad".
Montse Neira
Las trabajadoras sexuales de El Raval son las que están recibiendo de más cerca la presión policial. Uno de los últimos capítulos fue la tapia que pusieron en su sede de Robadors, 25, -donde llevaban trece años viviendo, trabajando y reuniéndose-, aprovechando que ninguna de ellas se encontraba en el edificio ese día. "Estamos denunciando que dicho acto no se hizo en presencia física de ninguna de nosotras ni se nos avisó 48 horas antes para retirar nuestras pertenencias", explica Montse Neira, escritora, politóloga, activista y puta. El edificio lo había expropiado el Ayuntamiento sin previo aviso en diciembre de 2014. "Sufrimos impunidad policial. Sufrimos un acoso diario, cotidiano y continuo en la calle Robadors. Cada día hay redadas", añade Neira. "Las ordenanzas cívicas pertenecen a una especulación inmobiliaria", comenta Janet. "Este tema ya viene del alcalde Clos, es un barrio muy apetecible, cerca de la playa. Nos quieren echar. A nosotras y a los vecinos de El Raval. Tres cómplices nos están echando: el alcalde Xavier Trías, la regidora de Dona i Drets Civils, Francina Vila, y la regidora de Ciutat Vella, Mercé Homs", afirma Paula Vip.
"Somos el colectivo de mujeres que somos más estudiadas pero absolutamente nadie nos ha solucionado nada hasta ahora. No necesitamos que nadie venga a protegernos de nada. Nos defendemos solas", explica Neira. Ella, que tiene 55 años, nació en un contexto de exclusión social. "Tenía diferentes alternativas, pero escogí dedicarme a la prostitución. Lo hice de forma totalmente libre. Los otros trabajos también eran duros y no me sacaban de la miseria", cuenta. También había probado suerte como chica de la limpieza o como dependienta, haciendo jornadas de más de doce horas al día. "Durante mucho tiempo llevé una doble vida, sin contarlo a nadie, hasta que en 2007 decidí dar el paso y contar la verdad. La doble vida prácticamente me llevó a la depresión. Necesitaba liberarme y dejar de vivir en una mentira. Ahora estoy mucho mejor", relata. Neira ha escrito una autobiografía –'Una mala mujer'- en la cual cuenta su historia. Recomienda a las prostitutas que aun llevan una doble vida que "no tengan ni vergüenza ni miedo. Y que den el paso de hacerlo público a su entorno cuando estén preparadas".
Martina, por su parte, es una escort de lujo muy implicada en el activismo que trabaja con personas de rango económico muy alto –políticos, arquitectos, altos cargos-. "Siempre mando yo. En la cama se llega hasta dónde yo quiero y como quiero", sentencia para empezar esta mujer que se encuentra en la cuarentena. Para ella su trabajo tiene una esencia "muy relacionada con la alta cocina, con lo creativo". Quedamos a mediodía y me dice que en lo que va de día ha cobrado 500 euros y seguramente llegue a la noche con más de 1.000. "Mi hija de siete años puede estudiar donde estudia gracias a mi trabajo", comenta. No lleva una doble vida. Su entorno sabe perfectamente a lo que se dedica y le apoya.
Tiene estudios y afirma estar atenta diariamente a lo que sucede en el mundo para poder tener una conversación inteligente y agradable con sus clientes. Algunos de ellos se la llevan de viaje –ha estado en México o Miami, por ejemplo-, el cual puede durar hasta una semana. "Por cada día entero cobro 1.500 euros. Así que haz cuentas", explica sonriente. Empezó en el mundo de la prostitución como masajista. También se dedicó a la peluquería. Cuando tenía 25 años, su cuñado, que era urólogo, le preguntó cómo se podía permitir tantos caprichos haciendo de peluquera. "En ese momento le conté la verdad, lo entendió perfectamente y me apoyó. Desde entonces no me he escondido de nada", cuenta. ¿Le importaría que su hija fuese prostituta? "No, solo quiero que sea feliz y escoja su futuro libremente".

http://www.swaay.org/prostitution.html



http://www.swaay.org/



A "sex worker" is a person who exchanges their own sexual labor or sexual performance for compensation, such as an escort/prostitute, porn star, stripper, dominatrix, phone sex operator, sensual masseuse, or web cam performer. Sex workers are part of the larger sex industry - which includes movie directors, club owners, webmasters, retail stores, and more - but are distinct because their job involves making money off of their own sexual labor, not writing about, photographing, managing, or selling the sexual labor or performances of others.


Prostitution and escorting are what most people think of when "sex work" is discussed, and then, often only street-based workers are considered. Various flavors of escorts and prostitutes exist across all regions, races, genders, and income levels, and while there is no single reality for all of them, there is a common desire to be treated with respect, and to be safe from violence and the current laws that enable violence against sex workers. Maggie McNeill, a retired escort, gives an overview of the issues.


History
Prostitution is called the “world’s oldest profession”, and given that even chimpanzees are known to practice it (by trading sex for food) that’s probably an accurate assessment. Classical cultures from Greece to Japan usually tried to control the trade in one way or another, whether by licenses or restrictions on dress or segregation, but until the end of the 19th century the idea of actually attempting to abolish it entirely was almost unheard of. Individual rulers might ban brothels, harass street workers or even put courtesans on trial, but such measures were merely local and nearly always very short-lived. In places on the North American frontier, prostitutes were often the only women available; then, as now, many chose the lifestyle as a means of securing independence, and some of the freedoms modern women take for granted (such as the right to own property) were first won by prostitutes. In every society for which records of such transactions still exist, free prostitutes of even the lowest social strata enjoyed a comparatively higher income than their non-prostitute peers, and an attractive and talented prostitute might pull in enough to live far above the level of the social class into which they were born. But toward the end of the 19th century, Protestant Christian ideas about the perfectibility of humanity combined with Victorian ideas of scientific progress to give birth to the “Social Purity” movement in England and the United States; followers of this philosophy lobbied legislators to criminalize such “vices” as alcohol, prostitution and even masturbation.
The work and terminology
There are many different words used to describe the people who do this work: prostitute, streetwalker, brothel worker, escort, call girl, rent boy, etc, but all of us (no matter how expensive) earn our bread in exactly the same way: we provide sex and companionship, which for some clients is more important than actual sex. Though most people immediately think of the stereotypical “lady of the evening” standing beside a lamp post, in truth most of us look pretty much like any other people you might know, and it’s entirely possible that there are escorts living in your neighborhood, shopping at the same grocery stores as you do and sending their kids to the same – sometimes even private – schools.

This is the top Google Image search result for "prostitute". Despite the popularity of cliche photos like this in the media, the vast majority of escorts and prostitutes work indoors and out-of-sight. Street-based sex workers may be the most visible, but they are just one small part of the overall picture.
Prostitution and escorting is like any job in that it has its benefits and risks, and it's not right for everyone. Though some people like to pretend that sex is somehow different from all other human activities, in an objective sense, sexual services are no more “immoral” than any other personal services such as getting a manicure. The popular view of prostitution and escorting is that it’s easy money, and that all a person has to do is lie back and collect the money. But in reality, it's a service-based business like any other, and low effort produces low income just as it would in any other field. Any successful businessperson must advertise and spend time, money and effort on maintaining professional facilities and equipment – which in an escort’s case could mean maintaining an apartment or house in which to receive clients (an “incall”), plus time at the gym, tanning salon, beauty parlor and the like. And just as those who sell cars or real estate must spend time doing credit checks on prospective clients, escorts perform their own “credit checks”: screening prospective clients by checking their references or even performing background checks. (This is why some workers prefer to employ managers or escort agencies; they handle advertising, receive phone calls or answer emails, check references and the like, and in return receive a percentage just as a literary or theatrical agent does.) The most important part of this screening is not to protect prostitutes from bad clients but rather from the police, whom many sex workers consider the single greatest threat to our lives, liberties and livelihoods.
Since there are so many different kinds of prostitutes and escorts, it’s difficult to describe what a typical day might be like, since it can vary widely; one of the primary reasons people choose sex work is its flexibility, so there might be as many schedules as there are people. Those who enjoy working late hours might not get up until the afternoon, while those with children need to get them up early for school just like anyone else; many of these even confine their work hours to the time the kids are in school. An agency escort might then call the agency to let the operator know she’s available, while an independent would head for the computer to check emails, update advertising, screen potential clients or interact with other professionals and clients on industry message boards. Most like to intersperse errands between appointments, but some prefer to remain “at work” all day and save the personal chores for later (this would certainly be true for those who work in brothels or massage parlors). Some escorts like to work a set schedule, while many agency escorts prefer to just remain available until it’s time for bed. As in any form of self-employment, the hours can be very long and greater time investment generally brings higher income.
Labor, legal, and other issues
Prohibition (criminalization) is an absolute ban on prostitution; it is based in the religious or political belief that transactional sex is somehow intrinsically harmful to prostitutes, their clients, or both. Legalization is the restriction of prostitution by various laws; it is based in the idea that prostitution is either a “necessary evil” or an unavoidable “social ill” which must be controlled to as great a degree as possible. Decriminalization is the treatment of prostitution like any other kind of work, based in the recognition that it is both natural and irrepressible.
SWAAY, along with almost all sex workers, is in favor of full decriminalization of all forms of sex work involving consenting adults. If adult prostitution were decriminalized providers could report dangerous clients or abusive pimps to the police, and clients could report shady agencies which offered them underage teens. Because of marginalization prostitutes have a long history of supporting each other, and though they have on occasion tried to point police in the direction of criminals (such as the serial killers Gary Ridgeway and Robert Pickton), their information is generally ignored or dismissed by authorities until they become desperate enough to act on any tip at all. No one is in a better position to hear about trafficking, underage workers and other problems than prostitutes, but because they are treated as victims or criminals their words and offers of help go unheeded. If American politicians really wanted to fight sex trafficking they would decriminalize prostitution and thereby instantly gain a million allies against the real bad guys.
One problem with our current laws is that it's not always easy to tell prostitutes and escorts apart from other sex workers (or non-sex workers). Aggressive anti-prostitution enforcement relies on overly-broad definitions of law-breaking, circumstantial evidence (such as the possession of condoms) or even police hunches to sweep up dominatrixes, massage therapists and even provocatively-dressed non-sex workers in the dragnet. Police departments are also known to arrest transgender individuals as suspected prostitutes just for being out in public. Even places where prostitution is legalized have problems resulting from erroneous assumptions; for example, because the abusive pimp stereotype is so common, many countries have laws against prostitutes supporting others with their earnings, thus preventing them from hiring security or secretaries or even working together for safety. As with many ill-conceived efforts directed at stamping out the sex industry, anti-pimp laws generally don't save the truly downtrodden and abused, but criminalize methods employed by sex workers to protect themselves from violence and abuse. Some radical feminists, especially those in power in the Scandinavian countries, believe that it’s not possible to protect sex workers from violence because they define all prostitution as “male violence against women” despite the fact that not all prostitutes are female, not all clients are male and male-male transactions don’t even involve women at all.
Countries like the United States, China and Islamic nations prohibit prostitution; a few countries like Australia and New Zealand have decriminalized it, and most others (including the State of Nevada) have opted for one form of legalization or another. Some legalization frameworks (such as those common in Europe) are fairly liberal and mostly take the form of licensing, compulsory health checks and zoning restrictions; others (such as those in the UK and Canada) are more onerous and may prohibit a prostitute from supporting relatives, hiring employees, advertising or even working indoors. And one increasingly-popular form of legalization, called the “Swedish Model” for its place of origin, allows prostitutes to do whatever they like but places heavy criminal penalties on anyone who tries to hire them.
Common myths and misconceptions
Myth: The average age at which a prostitute enters the trade is 13.
Fact: This myth is derived from a misunderstanding of the 2001 Estes & Weiner study, which actually found that the average age at which underage prostitutes enter the trade is 16.
Myth: Most prostitutes are coerced into the business, do so to pay for drugs or have no other options.
Fact: Most prostitutes choose the work for the same reason as anyone chooses a job: it fits that person’s needs and preferences. Prostitutes don’t use drugs any more or less often than people in other jobs, can be of any educational level, and many have “regular” jobs and merely “moonlight” as sex workers for extra income.
Myth: Prostitution is inherently degrading, and no woman would freely choose to prostitute herself.
Fact: Everyone is different, and different people are comfortable with many different kinds of work and many different kinds of sex. Most sex workers feel that their work actually increases their self-esteem.
Myth: All prostitutes have pimps, and most prostitutes work on the street.
Fact: Pimps are actually quite rare; most prostitutes and escorts work independently, and only a small minority work on the street.
Myth: Only desperate, ugly men hire prostitutes or escorts.
Fact: Men of all kinds and all levels of income and attractiveness hire prostitutes or escorts; the only thing they share is an interest in discretion. Affairs and one-night-stands can lead to troublesome complications, but sex workers have a vested interest in maintaining their own privacy and that of their clients.
Myth: Prostitutes spread disease.
Fact: The great majority of prostitutes and escorts are scrupulous about condom usage and other safer-sex practices because they understand the risk, and sexually transmitted diseases of all kinds are much more common among the sexually active general population than among sex workers.

miércoles, 8 de abril de 2015

Dejad de cerrar nuestras ventanas. Barrio Rojo de Amsterdam

Este jueves, 9 de abril, las trabajadoras sexuales que trabajan tras las ventanas en Amsterdam protestarán contra los planes de la ciudad de cerrar más ventanas en el Barrio Rojo de Amsterdam. La manifestación se dirige contra el plan Proyecto 1012, que pretende “limpiar” la zona del Barrio Rojo de actividades y compañías “criminógenas”, tales como la trata de seres humanos, fundamentalmente cerrando ventanas de prostitución.

El proyecto que fue comenzado por el antiguo alcalde Lodewijk Asscher, con la excusa de luchar contra la prostitución forzada, no fue en realidad más que un proyecto de gentrificación, implicando millones de euros y negocios inmobiliarios. Los políticos y los funcionarios municipales fueron pagados para vender valiosos inmuebles a grandes compañías por enormes cantidades de dinero, a la vez que vendían el proyecto a la audiencia como un proyecto de lucha contra el crimen.
Hasta ahora, el Barrio Rojo de Amsterdam ha sido reducido de 512 ventanas de prostitución a tan sólo 395 ventanas. Y además de la pérdida de 117 ventanas de prostitución, el alcalde de Amsterdam se dispone a cerrar las otras 94 ventanas estipuladas en el Proyecto 1012, lo que supone el lugar de trabajo de aproximadamente 250 trabajadoras sexuales.

Los políticos de Amsterdam han vendido siempre este proyecto como una lucha contra el crimen organizado, incluso a pesar de que no se han encontrado organizaciones criminales. Ninguno de los propietarios de burdeles acusados resultaron ser criminales, y de hecho no tenían ningún tipo de antecedente penal. Y ni en un solo caso se ha llegado a probar que ni una sola de las trabajadoras sexuales que han perdido su puesto de trabajo haya sido forzada, víctima de abuso o explotada de ningún modo. Las estadísticas de trata que se airearon en el Barrio Rojo de Amsterdam (de 50 a 90% fueron las cifras usadas durante años por los políticos), resultaron estar basadas en intuiciones y no en datos contrastados. Mientras que al mismo tiempo las encuestas reales llevadas a cabo entre las mismas trabajadoras sexuales fueron desechadas como “no fiables”.

Las propias trabajadoras sexuales se han convertido en víctimas. No de los supuestos criminales y tratantes organizados que habrían estado presentes en gran número, sino de la política llevada a cabo por el ayuntamiento, que las ha expulsado de sus únicos lugares de trabajo legalmente autorizados sin ninguna compensación. Hasta el momento, un número estimado de 300 mujeres han perdido su lugar de trabajo, y muchas de ellas que fueron dejadas sin un lugar de trabajo legal se dedicaron a la prostitución ilegal para compensar su pérdida de ingresos. Otras sencillamente se mudaron a otros países con otros lugares de trabajo menos seguros, corriendo el riesgo de ser víctimas de algún tratante. A nadie en el consistorio de Amsterdam pareció preocuparle dónde iban a parar esas mujeres, esas mujeres que les preocupaban tanto que decidieron cerrar sus ventanas. ¿Cómo puede ser que un ayuntamiento que tomó decisiones tan drásticas para proteger a las mujeres, cerrando el único lugar legal de trabajo que tenían, de repente perdiera todo interés por lo que les ocurriera a esas mujeres en adelante?

La realidad es que pocas mujeres en el Barrio Rojo fueron conscientes de lo que estaba pasando. Muchas de las trabajadoras sexuales habían visto cerrar ventanas, pero nunca entendieron por qué, ya que el ayuntamiento nunca explicó sus actuaciones a las propias trabajadoras sexuales. De hecho, el ayuntamiento pareció estar más interesado en mantener a las trabajadoras sexuales en la ignorancia acerca de sus planes. ¿Por qué? Bueno, sólo se puede intentar adivinarlo, pero mi apuesta es que no quisieron que las trabajadoras sexuales se enteraran de lo que realmente estaba pasando, ya que eso habría originado una protesta por parte de estas.

La mayor parte de las trabajadoras sexuales creyeron que eran los propietarios de los burdeles los que los estaban cerrando por propia iniciativa. Algunas ni se enteraron de que estaban cerrando ventanas en absoluto. Y quizá las cosas habrían sido lo mismo para mi, si no me hubiera juntado con mi novio holandés que estaba desde luego muy bien informado de lo que estaban publicando los medios. Me lo explicó y me enseñó lo que estaban diciendo de nosotras. Me hizo ver y oir cosas que pocas de las otras chicas podían ver u oír, sencillamente porque no entienden el holandés.

Y desde aquél día tuve un deseo. El deseo de una manifestación contra el cierre de las ventanas. Porque la realidad es que con mucho la mayor parte de las trabajadoras sexuales han elegido trabajar aquí. No están forzadas. Han decidido voluntariamente trabajar aquí detrás de las ventanas, cada una por sus propias razones. Y el hecho cierto es que no quieren dejarlo porque otras personas tengan otros planes, quieren dejarlo cuando ellas decidan dejarlo. No porque algunos políticos codiciosos quieran hacer dinero vendiendo inmuebles a grandes compañías. No porque a otras personas no les guste nuestro trabajo. Las trabajadoras sexuales del Barrio Rojo de Amsterdam tienen derecho a un lugar de trabajo seguro, y esa es exactamente la razón por la que muchas de ellas vinieron de otros países a Amsterdam. Porque aquí en Amsterdam el trabajo es legal, es seguro y además puedes hacer un montón de dinero con todos los turistas que atrae. No quieren dejar este trabajo, porque la mayor parte de ellas no están forzadas a hacerlo, lo único que quieren es hacer un montón de dinero.

Esta es la razón por la que el 9 de abril habrá una manifestación convocada por PROUD, la unión de trabajadoras sexuales en Holanda, contra el cierre de ventanas. La manifestación es un proyecto largamente acariciado por mí, para mostrar a la gente que la mayor parte de nosotras no estamos forzadas en absoluto, sino que hemos decidido por nosotras mismas hacer este trabajo. Para mostrar que no estamos de acuerdo con estos cierres y que ello no ayuda ciertamente a las víctimas de trata y de prostitución forzada. Afirmaciones estas que estuvieron en su mayor parte basadas en falsas estadísticas y corazonadas.

Entregaré yo también una petición dirigida al alcalde, firmada por las trabajadoras sexuales, rogando al alcalde y al consistorio que paren ese monstruoso proyecto y no quiten más lugares de trabajo legales, y reclamando la reapertura de los burdeles de ventana cerrados. La petición que se ha firmado apoya la manifestación así como la lista de demandas que PROUD ha presentado al alcalde y al ayuntamiento de la ciudad.

El 9 de abril las trabajadoras sexuales recuperaremos el Distrito Rojo de manos de los políticos codiciosos y espero que se lo entreguemos a políticos más capaces, abiertos al diálogo con las trabajadoras sexuales, en lugar de la dictadura que ha sido el caso en años recientes. Urjo también a otras ciudades a seguir este ejemplo, como Utrecht donde han cerrado también muchas ventanas. Devolved los burdeles a las trabajadoras sexuales y dejad de vender vuestras almas a cambio del dinero de la especulación inmobiliaria. ¡La era de las trabajadoras sexuales ha comenzado!
Para más información acerca de la manifestación, dirigíos a la presidenta y portavoz de PROUD Mariska Majoor, o a la web de PROUD.

PD: también podéis firmar la petición online apoyándonos aquí:

https://www.change.org/p/mr-eberhard-van-der-laan-mayor-of-amsterdam-and-the-city-council-of-amsterdam-stop-closing-down-out

Dirigida al Sr. Eberhard van der Laan, alcalde de Amsterdam y al consistorio de Amsterdam


Nosotras, las trabajadoras sexuales del Barrio Rojo de Amsterdam apoyamos la manifestación contra el cierre de las ventanas de prostitutas en Amsterdam.

Estamos cansadas de todas esas personas que dicen que saben que estamos siendo “forzadas” y que necesitan “rescatarnos”. Estamos cansadas de la gente que siempre habla de nosotras pero nunca con nosotras. Estamos cansadas de políticos, policías y medios de comunicación que nos tratan con desconfianza, suspicacia y represión.
El trabajo sexual es trabajo. Necesitamos lugares de trabajo seguros. Reclamamos apoyo por parte de las autoridades gubernamentales y locales. Queremos ser tomadas en serio y queremos implicarnos en vuestros planes.

Por favor, dejad de cerrar nuestras ventanas. Sólo reclamamos los mismos derechos que tiene todo el mundo. Por tanto, apoyamos esta protesta y la lista de peticiones de PROUD para detener el cierre de más ventanas.

Las trabajadoras sexuales del Barrio Rojo de Amsterdam y los que las apoyan

miércoles, 1 de abril de 2015

La prostituta jurista contra la Ley

Orgullosa, contenta y emocionada de que  haya trabajadoras sexuales, tomando iniciativas para luchar por los derechos del trabajo sexual

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Laura lleva 20 años ejerciendo la prostitución. Ahora, está licenciada en Derecho emprende un desafío legal sin precedentes: anular la ley que penalizará en Irlanda del Norte a quienes paguen por sexo

Foto: Laura Lee, de 37 años, lleva dos décadas ejerciendo como trabajadora sexual.
Laura Lee, de 37 años, lleva dos décadas ejerciendo como trabajadora sexual.
Con la prostitución, ¿quién comete el delito? ¿Los que pagan o los que venden? Laura Lee conoce bien el negocio. Lleva dos décadas ejerciendo como trabajadora sexual. Tiene 37 años, una hija de 14 y pareja estable. Y ahora ha acaparado todos los titulares al emprender un desafío legal sin precedentes. Se ha propuesto anular la nueva ley que, a partir del 1 de junio, convertirá a Irlanda del Norte en la primera región del Reino Unido donde se penalizará a todos aquellos que paguen por sexo. La asamblea de Belfast sigue así los pasos de Suecia y otros países nórdicos.
Lee es contundente: “Si se aplica el mismo modelo, el Estado tendrá las manos manchadas de sangre”. Un equipo de abogados se ha puesto a su disposición, activistas de ambos lados del Atlántico le han mostrado su apoyo y están recogiendo dinero a través de crowdfunding porque están dispuestos a llegar hasta la Corte de Estrasburgo si fuera necesario.
La ley de tráfico y explotación humana –que contiene la polémica cláusula seis– fue promovida por Lord Morrow –del Partido Democrático Unionista (DUP)– y aprobada con el apoyo de todas las formaciones, a finales del año pasado.
“Lo único que van a conseguir es incrementar la violencia y que los trabajadores seamos menos propensos a denunciar crímenes a la policía. En definitiva, la industria va estar aún más estigmatizada”, explica a El Confidencial. “Lo que me parece increíble es que se haya empezado esta cruzada moral cuando toda evidencia muestra que la despenalización es la única manera de mejorar el bienestar de quienes trabajamos en esta industria”, añade.
¿Es hora de regular la prostitución en el Reino Unido? El debate está encima de la mesa. Pero ¿cuántos la ejercen libremente y cuántos son forzados por el control de las mafias? Ahí está la clave.
La ONG Ruhama, con base en Dublín, ayuda a prostitutas desde 1989 y considera que penalizar la compra de sexo tendría un efecto disuasorio importante. “Vemos el daño hecho por la prostitución y sabemos que los beneficios no van a las mujeres que trabajan, sino a las bandas criminales”, señala Gerardine Rowley.
Por su parte, Julie Bindel, activista y fundadora de Justice for Women, asume que “por supuesto que hay hombres y mujeres que optan por entrar en el comercio sexual y están dispuestos a permanecer por mucho tiempo”. Pero matiza que “las leyes no se pueden basar en las experiencias de una minoría”. “La ley de Irlanda del Norte que hace frente a la demanda, reduce el mercado y, por lo tanto, reduce la violencia y el daño tan inherente a este sector. Ninguna de las mujeres que trabajan en Suecia ha sido asesinada y, sin embargo, en los países donde está legalizada la industria del sexo, como Alemania y los Países Bajos, ha habido un número significativo de víctimas mortales”, apunta.
Sin embargo, Lee, que conoce de primera mano la realidad de Irlanda del Norte, asegura que justificar la nueva normativa apoyándose en el tráfico humano es una absoluta “farsa”. “Aquí es como si se viviera 40 o 50 años por detrás. Es una sociedad aún sumamente tradicionalista con partidos políticos arraigados a creencias cristianas. Quieren hacer lo que sea para acabar con la prostitución y punto. Pero que no se escuden en lo que no es. En el último año, no ha habido ni un solo caso de mafias que traficaban con mujeres, pero sí se han registrado 70 casos de violencia y desde 1990, 149 personas han sido asesinadas”, explica.

Policía en Ipswich, Suffolk, donde un hombre asesinó a cinco prostitutas (Reuters).
Policía en Ipswich, Suffolk, donde un hombre asesinó a cinco prostitutas (Reuters).

Madres que ejercen en casa

Según las últimas cifras oficiales, en Irlanda del Norte –cuya población es de 1,8 millones– hay alrededor de 20 trabajadores sexuales que ejercen en la calle y unos 300 que están en locales o viviendas privadas. La investigación encargada por el departamento de Justicia reveló que sólo el 2% de las personas dedicadas a esta industria están a favor del llamado “modelo sueco”, el 61% teme que vayan a estar menos seguros y el 85% está convencido de que no va a reducir el tráfico sexual.
Según Lee, la mayoría de las personas que se dedican a esto lo hacen de manera independiente y el 70% son madres solteras intentando sacar adelante a sus hijos. “Nadie tendría que tener el poder de quitarles esa opción. Belfast es una ciudad, pero realmente tiene un ambiente de pueblo. Todo el mundo se conoce. Hay muchas madres que ejercen la prostitución en su casa cuando el niño está en el colegio porque no tienen recursos, pero si ahora los clientes tienen miedo de acabar con una ficha policial dejarán de visitarlas y ellas se quedarán sin dinero”, explica.
Aunque Lee vive en Glasgow desde 2003, viaja constantemente a Dublín y Belfast para ver a sus clientes. “Allí siempre hay mucho movimiento. Ya tengo mis clientes regulares. El hecho de que sea irlandesa les gusta y tengo que decir que la mayor parte del tiempo disfruto con mi trabajo”, dice.

“Nunca habrá una sociedad sin prostitución”

Se niega a revelar lo que cobra por cada servicio, pero asegura que puede compatibilizarlo con sus estudios y llevar un nivel de vida normal. Ya tiene la carrera de Derecho y ahora está a punto de finalizar Psicología. En el futuro, le gustaría trabajar ayudando a prostitutas. “La prostitución no puede ser erradicada. Nunca ha habido ni nunca habrá una sociedad sin personas que vendan sexo. Y una vez que se haya aceptado esto, las prioridades deben cambiar. La atención debe centrarse en mantener la seguridad de aquellos que trabajan voluntariamente en el negocio y ofrecer apoyo real a los que quieren salir”, añade.
Su modelo a seguir, sin duda, sería el de Nueva Zelanda. La prostitución se legalizó en 2003 y desde entonces, la violencia y enfermedades de transmisión sexual han disminuido considerablemente. Por otra parte, no existen prostíbulos en cada esquina, como se temía antes de aprobar la ley.
Aunque Lee se muestra muy discreta con su vida personal –no quiere hablar de nada relacionado con su actual pareja–, insiste en que su hija la apoya en la batalla legal que está a punto de comenzar y que incluso algunas veces la acompaña a manifestaciones. “Lógicamente es difícil explicar a tu hija a lo que te dedicas. Y ahora que soy una persona que aparece en los periódicos, más aún, pero en el colegio se están portando genial. Yo hablo mucho con ella. Empecé contándoselo poco a poco hace años. Primero le dije que acompañaba a gente que estaba sola…. Es difícil. Y es un proceso muy largo. Pero sobre todo le decía que no era nada malo ni tampoco nada ilegal”, matiza.
Con la legislación actual, está prohibido vender sexo, pero las prostitutas pueden ejercer su profesión en apartamentos o habitaciones de hotel siempre y cuando puedan demostrar que actúan de manera independiente, como hace Lee.