viernes, 31 de octubre de 2014

Flores en el lupanar. Relato de Ramón Llanes

 http://huelvabuenasnoticias.com/2014/10/31/flores-en-el-lupanar/
 
» La vida en el lupanar no era cortejo en su esencia discreta ni era burdel en su escalofrío, el tiempo se alimentaba de caricias, no existía la soledad ni los compromisos, nunca llegaron a devolverse las flores ni a ocultarse los besos."
31 octubre 2014
Ramón Llanes. Llegaban flores todos los días, las flores traían un olor fuerte a distancia y a deseos, una carta escrita con cuido expresaba el amor en apenas diez palabras encerradas en un secreto. Y todos los días el lupanar olía a flores rojas, olía a mensaje de complicidad y a melodía de pasión; se vestía de silencios y de sonrisas, como se visten los prados, se recogían los saldos desordenados de la noche, se hacían números esperando las horas y se atardecía con ansias.
La vida en el lupanar no era cortejo en su esencia discreta ni era burdel en su escalofrío, el tiempo se alimentaba de caricias, no existía la soledad ni los compromisos, nunca llegaron a devolverse las flores ni a ocultarse los besos. Ellas reinaban celosas, deshacían truenos y escándalos, miraban los ojos y los cuerpos, sin ser amantes, sin prohibición, con el descaro de la ternura; reinaban en los hombres y en sus pensamientos hasta revolverles de placer todos los tránsitos antes nunca vividos.
Y los hombres salían siendo dioses, de un olimpo de estetas, desahuciados de las lacras que la vida de afuera les dejaran en los labios y en las cicatrices; los hombres se desfiguraban del miedo, renacían, gritaban, lloraban en otros brazos la osadía de su desnudez y acababan implorando aquella verdad como única, en ellos nunca habida. El lupanar fue la parte de gloria que los solitarios encontraron y la quietud del abrazo que desearon.
La noche del treinta cerraron las luces intermitentes del lupanar porque los odios protestaron contra sus prácticas. Desde entonces la vida es tal simulacro como antes, los hombres dejaron de circundar aquellos amores y el tiempo se encargó de apagar los deseos. Las estadísticas oficiales no han publicado si se mantuvo en aquel ámbito idéntico grado de felicidad entre los habitantes solitarios pero sí publicaron que todos los días llegaban flores rojas a la puerta cerrada del lupanar.

jueves, 23 de octubre de 2014

Colectivo Hetaira e Indoors

Organizando el encuentro del proyecto europeo Indoors, que tendrá lugar en Madrid del 27 al 29 de octubre de 2014.

El martes día 28 de octubre aprovecharemos para tener un encuentro abierto al público donde se abordará la situación del trabajo sexual en la Unión Europea. Será en el local de COGAM (calle de la Puebla, 9, metro Gran Vía a partir de las 19,30 horas).

Intervendrán: 
Dennis van Wanrooij (TAMPEP International Foundation, Ámsterdam, Holanda); 
Licia Brussa (TAMPEP International Foundation, Ámsterdam, Holanda); 
Maria Hörtner (de Lefö, Viena, Austria); 
Veronica Munk (de Ragazza, Hamburgo, Alemania); 
Cristina Garaizabal Elizalde (de Hetaira, Madrid, Estado español) y 
Lucía (trabajadora del sexo en Madrid, de Hetaira).


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Colectivo Hetaira
Tel. 915232678
hetaira@colectivohetaira.org
www.colectivohetaira.org

Montse Neira, entrevista en ETB


 Dejo este enlace en el que podréis visionar la antrevista que me realizaron en la ETB, en el programa "Por fin es viernes"

http://www.eitb.com/es/television/programas/por-fin-viernes/videos/detalle/2648626/video-montse-neira-reivindica-cotizar-trabajadora-sexual/

jueves, 9 de octubre de 2014

No, nosotras no somos cortafuegos antiviolaciones. Léa Rosseau.

No, no es válido el argumento de que si no existiera la prostitución habría más violadores, no, el violador siempre es violador, son hombres psicópatas y lo más importate NO PAGAN PARA VIOLAR, las prostitutas lo sabemos muy bien y no usamos este argumento para defender la prostitución. Aquí tenéis un testimonio en primera persona aparte del mío.

Montse Neira, trabajadora sexual

  http://elestantedelaciti.wordpress.com/2013/12/06/no-nosotras-no-somos-cortafuegos-antiviolaciones/


Por Léa Rousseau, Call Girl independiente
26/11/2013
http://learousseau.hautetfort.com/archive/2013/11/25/non-nous-ne-sommes-pas-des-par-feu-anti-viols-5230807.html
Me gustaría esta vez abordar una idea preconcebida que parece estar bastante extendida: la que pretende que la abolición de la prostitución ocasionaría un aumento significativo del número de violaciones. Aunque yo estoy, evidentemente, totalmente en contra de la abolición de la prostitución, no puedo por menos que denunciar este error, que no es un prueba de mala fe o de mala intención, sino sencillamente un desconocimiento del tema, a menudo mantenido involuntariamente por las feministas que tienen tendencia a tratar de puercos perversos/maltratadores/esclavistas (táchese lo que no proceda) a los clientes, induciendo a que la gente crea que son predadores sexuales. De entrada, está bien hacer ver o recordar que en comparación con la totalidad de los hombres de Francia, los que “van de putas” o contactan con callgirls son una minoría, y los que lo hacen de manera regular todavía más. Es una pequeña precisión útil: no, no todos los hombres recurren a profesionales o a eventuales.
A continuación, hay diferentes aspectos a desarrollar para que se comprenda el sinsentido de este argumento.
1)      ¿Por qué vienen a vernos los hombres?
Las motivaciones que impulsan a estos hombres a contactar con nosotras son generalmente más un deseo de desahogarse con una mujer complaciente, sin comeduras de coco, que otra cosa. Sea el caso del esposo infiel que no quiere una amante peligrosa, el del novio que se ha separado de su novia y no tiene ganas de pasarse cuatro horas en un bar para llevarse a casa a una chica o el del hombre demasiado tímido para atreverse a acercarse a las mujeres lambda, cada uno de ellos busca un momento de intercambio, y no se satisface con una relación mecánica. Quieren “hacer el amor” o “follar” pero no tener la sensación de hacerlo con una mujer que lo hace a la fuerza, que no obtiene ningún placer y que mira el reloj. Estos hombres no son predadores sexuales en su gran mayoría.
2)      Los hombres a los que les gusta violar lo que les gusta es… violar.
A un predador sexual lo que le gusta es la relación forzada. Le gusta someter a una mujer a su poder, dominarla: eso es lo que le excita.  Abriros de piernas musitando “Sí, tómame”, y el tinglado se desinflará como un suflé, Son pulsiones sádicas y narcisistas, puramente egoistas, lo que hace que se trate de casos psiquiátricos. Esos tipos no quieren, por lo general, ver a prostitutas, ya que por definición, la profesional no haría más que simular una falta de consentimiento. Los tipos a los que les gusta violar no tienen necesidad de putas para saciar sus pulsiones.
3)      Las prostitutas también pueden ser víctimas de violaciones.
Sí, una profesional tiene el derecho, igual que todas las mujeres, a negarse a tener una relación sexual y, desgraciadamente, también como todas las mujeres, puede ser víctima de una violación. No seamos ingenuos, el tipo que viola a una prostituta lo hace porque considera que tiene este derecho sobre esa mujer a la que considera un ser inferior, sea porque es una mujer, sea porque es una prostituta. El hombre que viola a una puta probablemente ha violado ya a otras mujeres y violará a más, porque su educación y su manera de razonar le permiten pensar que eso forma parte de sus derechos como macho.
4) No existe más que una clase de violador.
Pasa muy a menudo que hombres acusados de violación ni siquiera tengan conciencia de haber violado. La liberación de las costumbres y el consumo gratuito de los cuerpos ha inducido en la mente de muchos jóvenes que la relación sexual se ha convertido en algo banal, en el límite de una regla social, un poco como si hubieran mutado en bonobos al mismo tiempo que han evolucionado las costumbres.
En sentido inverso, las jóvenes están formateadas desde siempre para no “hacerse notar”, y la proyección constante de sexo en los medios y la publicidad, y los intentos de ligue repetidos han hecho que ocurra muy a menudo que una mujer no sepa realmente si un hombre se conduce de forma inapropiada o no. A menudo va a titubear antes de responder, sea por miedo a desencadenar la agresividad del interlocutor, sea porque, en el fondo, no está muy segura de la situación: “¿Está intentando ligar conmigo o son imaginaciones mías?”
De esta manera, muchas mujeres envían señales de rechazo esperando que sean interpretadas correctamente en lugar de imponer un “no” firme. Las señales enviadas han sido claras, pero el hombre que está delante, “llevado por un impulso” (término extremadamente recurrente en boca de los acusados en casos de violación) no estaba en condiciones de recibirlas correctamente, o ha decidido ignorarlas, considerando, como corresponde a una idea preconcebida, que una mujer que no consiente chilla, lucha, araña y llora, y que en ausencia de este comportamiento, no hacía falta escuchar las señales. Este tipo de agresor no tiene absolutamente nada que ver con que haya o deje de haber prostitutas en la sociedad, y que la prostitución sea abolida o no no cambiará absolutamente nada al respecto.
5) El violador que acecha escondido entre los arbustos es minoritario.
En efecto, al contrario de, otra vez, la idea preconcebida, la inmensa mayoría de las violaciones son cometidas por una persona conocida de la víctima (padre, hermano, primo, amigo, abuelo, tío, médico de familia, amigo de los padres, vecino, enseñante, etc.)  y no por un loco sexual vagando por las calles en busca de una víctima. Hablo aquí de un poco más del 80% de los casos de violación declarados (que han sido objeto de una denuncia). Otra vez, no hay ninguna relación con la prostitución; se persiga a las putas o se deje de perseguirlas, estos violadores estarán siempre ahí.
6) Afirmar esto equivale a decir de manera involuntaria que los hombres son todos violadores al acecho.
Incluso si, en efecto, la mayoría de las violaciones son cometidas por hombres, decir que aumentaría el número de violadores si dejara de haber prostitutas para saciar sus necesidades sexuales,  equivaldría a decir que los hombres son animales, incapaces de gestionar sus deseos carnales de forma racional. Vemos aquí a estas hordas de machos, con los ojos desorbitados, las venas hinchadas, la baba en los labios, errar por las calles oscuras de nuestras ciudades en busca de una presa. No, seamos serios, incluso aunque todas y todos nosotros sabemos que a los hombres les cuesta encajar la frustración sexual (:D), esto no significa sin embargo que sean violadores. Sobre todo porque la violación es ante todo una cuestión social y un problema de educación. Yo diría incluso que la violación es tan vieja como la prostitución, y que esta no ha tenido nunca un auténtica influencia sobre aquella.
Para resumir, se trata de un falso argumento. Bien entendido que el número de violaciones podría aumentar, pero no tan significativamente como piensa la gente, y no sería posible relacionar este ligero aumento con el cese oficial de nuestras actividades. No somos en ningún caso válvulas de protección de las mujeres contra la violación, ni siquiera aunque sea una idea agradable de imaginar y, de forma tristemente irónica, muchas de nosotras mismas hemos sido víctimas en el pasado. Para reducir el número de violaciones estas son las únicas soluciones: educación, educación, información y sanciones.

 

 

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 http://learousseau.hautetfort.com/archive/2013/11/25/non-nous-ne-sommes-pas-des-par-feu-anti-viols-5230807.html

Non, nous ne sommes pas des par-feu anti-viols

J'aimerais aborder cette fois une idée reçue qui semble assez répandue, celle comme quoi l'abolition de la prostitution engendrerait un accroissement significatif du nombre de viols. Bien que je sois, évidemment, totalement opposée à l'abolition de la prostitution, je ne peux que dénoncer cette erreur, qui n'est pas une preuve de mauvaise fois ou une malveillance, mais simplement une méconnaissance du sujet, souvent entretenue involontairement par les féministes qui ont tendance à traiter de porcs pervers/maltraitants/esclavagistes (rayez la mention inutile) les clients, induisant dans les esprits qu'ils sont des prédateurs sexuels.
Tout d'abord, il est bon de noter ou de rappeler qu'en comparaison avec la totalité des hommes en France, ceux qui "vont aux putes" ou contactent des callgirls sont minoritaires, et ceux qui le font de manière régulière d'autant plus. C'est une petite précision utile, non, tous les hommes ne font pas appel à des professionnelles ou des occasionnelles.
Ensuite, il y a différents points à développer pour comprendre le non-sens de cet argument.
1) Pourquoi ces hommes viennent nous voir?

Les motivations qui poussent ces hommes à nous contacter sont généralement plus un désir à assouvir avec une femme consentante, sans prise de tête qu'autre chose. Que ce soit le cas de l'époux infidèle qui ne veut pas d'une maîtresse dangereuse, celui du petit ami éloigné de sa copine qui n'a pas envie de passer 4h en boîte pour ramener une petite ou celui de l'homme trop timide pour oser s'approcher des femmes lambda, chacun d'entre eux cherche un moment d'échange, et ne sont pas satisfaits par un rapport mécanique. Ils veulent "faire l'amour" ou "baiser" mais ne pas avoir la sensation de le faire avec une femme qui se force, qui ne prend aucun plaisir, et qui regarde sa montre. Ces hommes ne sont pas des prédateurs sexuels pour la grande majorité d'entre eux.

2) Les hommes qui aiment violer aiment... violer.
Un prédateur sexuel aime le rapport forcé. Il aime soumettre une femme à son pouvoir, la dominer, c'est ce qui l'excite. Écartez les jambes accompagné d'un petit "Oui prends moi", et le chapiteau retombe comme un soufflet. Ce sont des pulsions sadiques et narcissiques, purement égoïstes, ce qui relève du cas psychiatrique. Ces types-là ne vont généralement pas voir de prostituées, puisque par définition, la professionnelle ne ferait que simuler un non consentement. Les types qui aiment violer n'ont pas besoin des putes pour assouvir leurs pulsions. 

3) Les prostituées aussi peuvent être victimes de viols.
Oui, une professionnelle a le droit, au même titre que toutes les femmes, de refuser un rapport sexuel, et, malheureusement, comme toutes les femmes aussi, elle peut être victime de viol. Ne soyons pas naïfs, le type qui viole une prostituée le fait parce qu'il considère qu'il a ce droit sur cette femme qu'il considère comme un sous-être, soit parce que femme, soit parce que prostituée. L'homme qui viole une pute a probablement déjà violé d'autres femmes et en violera d'autre, parce que son éducation et sa façon de raisonner le laissent penser que ça fait partie de ses droits de mâle.
 
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Il arrive très souvent que des hommes accusés de viol n'aient même pas conscience d'avoir violé. La libération des mœurs et la consommation gratuite des corps a induit dans l'esprit de beaucoup de jeunes que le rapport sexuel est devenu quelque chose de banal, à la limite d'une règle sociale, un peu comme s'ils avaient muté en bonobos en même temps que les moeurs ont (d)évolué. 
Dans le sens inverse, les jeunes femmes sont formatées depuis toujours à ne pas "se faire remarquer", et la projection constante de sexe dans les médias et la publicité, et les assauts de dragues répétitifs ont fait qu'il arrive très souvent qu'une femme ne sache pas réellement si un homme se conduit de manière déplacée ou non. Elle va souvent hésiter avant de répondre, soit par peur que ça ne déclenche l'agressivité de l'interlocuteur, soit parce qu'au fond, elle n'est pas certaine de la situation : "Il me drague ou j'interprète?".
Ainsi, beaucoup de femmes envoient des signaux de refus espérant qu'ils soient interprétés correctement au lieu d'imposer un "non" ferme. Les signaux envoyés ont pourtant été clairs, mais l'homme en face, "pris d'une pulsion" (terme extrêmement récurent dans la bouche des prévenus dans des affaires de viols) n'était pas en mesure de les recevoir correctement, ou a choisi de les ignorer, considérant, comme l'idée reçue l'exige, qu'une femme qui n'est pas consentante hurle, se débat, griffe, pleure, et qu'en l'absence de ce comportement, il n'étaient pas nécessaire d'écouter les signaux. Ce type d'agresseur n'a absolument aucun lien avec la présence ou non de prostituées dans la société, et que la prostitution soit abolie ou pas n'y changera absolument rien.

5) Le violeur qui rôde caché dans les buissons est minoritaire.
En effet, contrairement, là encore, à une idée reçue, l'immense majorité des viols sont commis par une personne connue de la victime (père, frère, cousin, petit ami, grand père, oncle, pote, médecin de famille, ami des parents, voisin, enseignant etc) et pas par un détraqué sexuel rôdant dans la rue à la recherche d'une victime. On parle ici d'un peu plus de 80% des cas de viols déclarés (ayant fait l'objet d'une plainte). Là encore, aucun lien avec la prostitution, qu'on persécute les putes ou pas, ces violeurs seront toujours là.


6) Affirmer ceci revient à dire de manière involontaire que les hommes sont tous des violeurs en embuscade.
Même si, effectivement, la majorité des viols sont commis par des hommes, dire que l'on verrait le nombre de violeurs s’accroître parce qu'il n'y aurait plus de prostituées pour assouvir leurs besoins sexuels, reviendrait à dire que les hommes sont des animaux, incapables de gérer leurs envies charnelles de manière raisonnée. Nous voyons d'ici ces hordes de mâles, l’œil exorbité, la veine saillante, la bave aux lèvres, errer dans les rues sombres de nos villes en quête d'une proie. Non, soyons sérieux, même si nous savons toutes et tous que les hommes ont beaucoup de difficultés à encaisser la frustration sexuelle ( :D ), cela ne signifie pas pour autant qu'ils sont des violeurs. D'autant que le viol est avant tout une question sociétale, et un problème d'éducation. Je dirais même que le viol et aussi vieux que la pute, et que cette dernière n'a jamais eu de réelle impact sur le premier.
Pour résumer, c'est un faux argument. Bien entendu que le nombre de viols pourrait augmenter mais pas aussi significativement que le pensent les gens, et il ne serait pas possible de relier cette légère augmentation avec l'arrêt officiel de nos activités. Nous ne sommes en aucun cas des soupapes de protection des femmes contre le viol, même si ce peut être plaisant de se l'imaginer, et, tristement ironiquement, nous sommes nous-mêmes nombreuses à en avoir été victimes par le passé. Pour réduire le nombre de viols, il n'y a pas 36 solutions : éducation, éducation, information et sanctions.