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domingo, 1 de mayo de 2016

Testimonios de prostitutas. Entrevista

http://www.nataliaferrari.com/#!Entrevista-para-Alicia-Sansalvador/c1ebl/570fd1330cf29719a387f87c
Alicia se puso en contacto conmigo hace unas semanas para incluir mi testimonio en su trabajo de clase
 de periodismo. Y yo encantadísima de que me pregunten cosas así de interesantes. Aquí os dejo la entrevista completa.

¿Consideras que la prostitución es una institución nacida del patriarcado, como forma de convertir a la mujer en algo más que mercantilizar/en objeto? Si no ¿cómo lo desvinculas?
N- Realmente no sé si históricamente ha nacido de allí o no, lo que sí creo es que hoy en día no podemos negar que las sociedades cambian y las mentalidades de las putas y de los clientes se orientan, cada vez más, a relaciones igualitarias con respeto mutuo. No es correcto decir que las putas vendemos el cuerpo, ya somos muchas las putas que decimos con firmeza que nuestro trabajo no consiste en ponernos al uso y abuso del hombre que paga.
Lo planteo como algo muy similar al matrimonio, es decir, toda la cultura alrededor de ese tipo de unión declaraba a las mujeres como sujetos al bien del marido y la familia, se castigaba o anulaba la sexualidad de las mujeres fuera de la familia mientras que la del hombre se perdonaba y aceptaba. No voy a negar que esto en cierta medida sigue sucediendo pero todo indica que la sociedad se aleja de ello. En la prostitución sucede algo muy similar, las mujeres no queremos ser seres sumisas, Buscamos autonomía económica, libertad e independencia, experimentación sexual.


¿Desde que empezaste a ejercer has sentido que ha cambiado la manera en la que la gente ve la prostitución? ¿O la manera en la que esta funciona?
Noto más valor por parte de las mujeres a hacer las cosas a nuestra manera, más unión y compañerismo, más ganas de lucha. Esto hace que cada vez quede más claro que quienes decidimos somos nosotras. Pero una gran parte del feminismo sigue rechazando la prostitución, la sociedad que no quiere informarse sigue repitiendo los mismos dogmas, sigue sin haber reconocimiento legal.

¿Cómo definirías el feminismo y qué implica eso para ti y tu trabajo?
N- Me da mucho miedo sonar simplista pero mi definición básica del feminismo sería declararlo como un movimiento social, político e histórico que trabaja para construir una sociedad en donde no se discrimine a las personas en función del sexo, género u orientación sexual facilitando igualdad de condiciones económicas, educacionales y sociales. Si me lo pides en pocas palabras, te diría que el feminismo es mi derecho a hacer lo quiera con mi vida sin que importara a nadie lo que tengo entre las piernas, mientras no haga daño a nadie. Lo siento como una cuestión de proteger los derechos humanos de vivir como cada uno quiere y no como nos dicen que debemos hacerlo. Esto es algo muy importante para mi desde que tengo uso de la razón. Empecé a masturbarme cuando tenía 8 años, sentía atracción por mi vecina, no entendía por qué era un deber reproducirse o aspirar a tener un marido y un trabajo “digno”. No tuve respuestas para nada de esto y lo encontré en personas que cuestionaban el status quo dentro de movimientos sociales como el de derechos animales y el feminismo. En cuanto a mi trabajo, es básico que mis clientes entiendan esto, por eso me preocupo mucho de que en mi web quede claro quien soy y en qué creo. Por ejemplo, mucha gente me recomendó como estrategia de marketing que no pusiera en mi web que soy feminista, argumentaban que esto podía asustar a posibles clientes ya que esa palabra tiene connotaciones negativas en gente que no sabe qué es. Pues yo decidí ponerlo de todas formas y hablar abiertamente de eso porque si eres un hombre que no entiende el feminismo o no tiene ganas de aprender, eres alguien con quien no quiero follar.



¿Consideras el sexo como una forma de empoderamiento? ¿Cómo te hace sentir el hecho de que tengas tú el poder de decisión?
N- Creo que el sexo se trata de decisiones personales que reflejan parte de nuestra identidad, y todo lo que sea hacer lo que a mí me apetece, es empoderador. Me hace sentir de puta madre tener el poder.

Ahora mismo en España,  la prostitución se encuentra en un estado de “alegalidad” ¿Crees que sería bueno regularlo formalmente? ¿Implicaría eso mayor seguridad para las trabajadoras sexuales? Por ejemplo, el educar a la policía para que esté para defenderos en lugar de atacaros. O por el contrario crearía más sexismo…
N- Soy partidaria de regularlo y de que se eduque a la sociedad a no vernos como seres externos al mundo. Las putas no son un submundo a parte, son tus compañeras de clase, de curro, parejas, madres, tías.. El acoso policial, que sufren quienes trabajan en la calle ya que están más expuestas, es un claro ejemplo de putofobia. Hay lugares en donde la prostitución está legalizada pero este tipo de discriminación sigue existiendo, no es algo que vaya a cambiar porque de pronto se firmen tres papeles, hace falta trabajo social. Estoy convencida que educación sexual y la educación contra el estigma, el reconocimiento del trabajo sexual como trabajo y el apoyo e inclusión de las putas crearía un mundo más igualitario.

¿Crees que la mujer tiene un papel a la hora de quitar los tabúes de la industria del sexo?
N- Creo que sí lo tiene en la prostitución, no lo sé en el resto de trabajos sexuales porque no estoy metida en ellos. En la prostitución sucede que el ojo está encima de las mujeres  y nos afecta directamente porque es nuestro medio de vida. Los hombres que se prostituyen son pocos y no sufren ni la mitad del estigma que las mujeres, a nadie le importa lo que hace un hombre con su polla, si eso, la sociedad le dará una palmadita en la espalda por follar mucho y que encima le paguen. Nosotras cargamos el peso de convertirnos en malas mujeres, sucias e indignas.

Hay cierto estigma alrededor de todo lo relacionado con la industria del sexo ¿Hay alguna razón por la cual el sexo está visto así? (Es cosa de lo que el patriarcado nos ha implementado subconscientemente o simplemente la gente lo ve así, sin más). ¿Puede que la falta de una educación sexual en los colegios tenga que ver?
N- Sin duda, no hablar del tema (o hablar mal) tiene un componente muy significativo en que todo lo relacionado al sexo sea tabú. Se supone que es una actividad íntima y privada que no debes compartir con cualquiera, ergo, cuando alguien expone su sexualidad saltan las alarmas. Pero pasa algo muy curioso si haces una comparativa, por ejemplo, con la prostitución y el porno. Pese a que los dos siguen estando estigmatizados yo mantengo que la prostitución mucho más. El porno ha alcanzado otro nivel, incluso parece algo “guay” hoy en día entre la gente joven, sin embargo la prostitución sigue oculta, la mayoría de putas viven aterradas de que su entorno se entere, y los medios de comunicación hablan de nosotras sin tenernos presentes o mostrando imágenes que no corresponden con una representación justa de nuestro trabajo. Todo ese ocultismo lo convierte en algo mucho peor. Yo misma me he encontrado gente en mi entorno que cuando saben que soy puta se escandalizan, cuando les digo que he hecho porno o que quiero hacerlo entonces ya la expresión de la cara les cambia, porque lo otro ya es un poquito “mejor”, o menos malo.


Has trabajado en pornografía anteriormente ¿Crea la pornografía una representación misógina y machista del sexo?  ¿Funciona el porno feminista y alternativo de directoras como Erika Lust?
N- Depende de la pornografía que mires y del entorno del ser humano que esté consumiendo porno. Si tu único influenciador sobre educación sexual o roles de género lo sacas de pornografía mainstream, pues miedo me da como vivas tu sexualidad. El porno alternativo hay que buscarlo, no te salen escenas de productoras pequeñas cuando pones en google “sexo anal”, y para ello tienes que venir con un sentido crítico de casa o una necesidad de verte representado ya que formas parte de una minoría. El otro problema es creer que el porno tiene una función educacional cuando no es así para nada, es una forma de entretenimiento. El 90% de mis pajas está acompañado de porno mainstream, pero soy una persona feminista que no ve como normal las relaciones sexuales desigualitarias, entiendo que es entretenimiento, que en esas escenas hay consenso. Creo que es igual de ridículo aprender a chupar una polla viendo vídeos de gargantas profundas a saco o de porno alternativo.

¿Crees que hay alguna razón por la cual los consumidores de la prostitución suelen ser hombres cis?
N- Socialmente tienen más permiso para explorar su sexualidad y químicamente tienen más interés. Que los hombres tienen niveles más altos de testosterona es algo incuestionable además de que su cerebro es distinto y una parte relacionada con el deseo sexual es el doble de grande en ellos que en nosotras. Unes eso a una sociedad que tolera que folles como y con quien quieras y tienes como resultado más hombres que consumen prostitución.


Y una última pregunta... Mucha gente, me atrevo a decir que especialmente hombres, siguen pensando que las putas deben acomodarse al cliente solo porque éste tiene el dinero, cuando no es así ¿por qué crees que se sigue pensando así?
N- Porque la sociedad se ha empeñado en que son así las relaciones entre hombres y mujeres y que de alguna forma el dinero anula el consenso. No lo ven como un trabajo más, entonces se olvidan de que todos trabajamos a cambio de dinero y eso no nos hace esclavos de nuestros jefes. Creo que mucha culpa la tiene el sector abolicionista, es quien más repite estas ideas incluso cuando tienen putas delante que les explican que esto no es así. Parece que la sociedad aún no está preparada para escucharnos o aceptar que algunas personas preferimos vivir nuestra sexualidad de otra manera.

 

lunes, 11 de enero de 2016

Testimonio de Natalia Ferrari: Las mujeresque si quieren ser putas



Natalia es una Frida que ejerce la prostitución. Ella no se esconde, está orgullosa de su trabajo, y además, ha querido compartir con nosotras su forma de pensar.

Ilustración: Silvia Untz

Cuando reúno en mi cabeza a todas las putas que conozco encuentro en común dos cosas: fuerza e inconformismo. Frente a las adversidades ninguna se quedó paralizada. De nuestros propios errores, hemos sido capaces de construir la realidad que consideramos justa. Para nosotras y por nosotras. No quisimos lo que otros nos daban porque no era suficiente. Tampoco nos creímos lo que se supone que nos merecemos. Aprendimos a seleccionar clientes, y a educarlos para tener con ellos las relaciones que queremos. A decir que no y a tomar decisiones más inteligentes. A empoderarnos con nuestros cuerpos y seguir nuestros instintos.
Luego aparecen seres humanos que proclaman sin ningún miramiento que vivimos llorando en posición fetal, o que nuestros clientes son violadores, y yo, no entiendo nada. Esa gente dice que no soy puta, que lo mío es otra cosa. La prostitución es mi medio de vida y aún así, existe un sector que se niega a reconocer que existo junto a colectivos que llevan décadas luchando por los derechos de las trabajadoras sexuales (en España Hetaira, Aprosex o Genera Derechos). Dicen que somos víctimas, pero no se han enterado de que para llegar a donde estamos, nos hemos liberado de mucho.
Hay un problema social muy grande cuando la gente sólo es capaz de concebir en su imaginario relaciones entre putas y clientes llenas de traumas. Me pregunto por qué y siempre acabo con la idea de que muchas personas siguen convencidas de que la mujer es débil, el hombre es malo, el dinero es un sistema que nos empuja a sacrificar nuestra alma y las vaginas son sagradas. Resulta que no necesariamente el mundo tiene que funcionar así, y es justamente una nueva generación de putas quienes están rompiendo con ello.
La primera vez que me prostituí tenía miedo ¿Qué pasa si abro la puerta y encuentro a un hombre horrible que quiere abusar de mí? Mido algo menos de 1,60cm, soy una “niña” ¿Cómo podré defenderme? Muy lejos de suceder algo desagradable, fue una revelación que puso en evidencia mis inseguridades. Había leído tantos textos que hablan de la prostitución como relación desigualitaria, había visto tantos anuncios de putas como mujeres pasivas y complacientes donde los hombres aplauden esa conducta, que estaba segura de que los roles favorecían al hombre, y si quería trabajar, iba a tener que adaptarme. La realidad es que no tiene por qué ser así. Si seguimos gritando al mundo que el único modelo posible es uno que retrata a la mujer como un sujeto débil, seguiremos implantando miedo y reforzando comportamientos destructivos.
Sabía que podía montármelo a mi manera, pero toda esta visión dominante me hizo dudar. No tardé en probar que la puta es quien tiene el control, quien elige los clientes de acuerdo a sus intereses y que nadie tiene derecho a exigir o forzarme a hacer algo que no quiero. En mi vida me había sentido más empoderada. Lo que me lleva a la conclusión de que el tipo de prostitución que ejerzas es un reflejo de tus capacidades para tomar decisiones según quién eres, dónde estás y qué necesitas.
Con respecto a las necesidades me estoy refiriendo sobre todo a niveles económicos. Esto nos lleva hacia el tan famoso: “Las putas aguantan solo por la pasta. Si pudieran trabajar de otra cosa, lo dejarían.” Como si verdaderamente se creyeran una realidad paralela en donde todxs tienen un trabajo maravilloso que no cambiarían por nada del mundo. Según esta idea, no existen aquellxs a lxs que les encantaría cobrar más, trabajar menos, o hacer algo distinto pero qu finalmente acaban donde están porque simplemente tienen que pagar el alquiler. Las únicas condicionadas por las circunstancias a hacer algo que quizás no harían gratis, son las putas. Pobrecitas. Nosotras que podemos trabajar cuando queremos, con quienes queremos, hacer lo que nos parece conveniente y cobrar por 1h más de lo que gana la mayoría de gente en un día completo.
El dinero no nos ha robado el alma, ha hecho que nos espabiláramos. Dentro de cada historia individual, desde luego, a veces nos podemos encontrar aceptando condiciones que no son idílicas (¿Acaso no sucede esto en otras profesiones? No me he encontrado aún legiones justicieras velando por los obreros que cargan más peso en la espalda del que deberían o trabajan con una seguridad pésima.), pero esto no significa una ausencia de consenso. Aquello a lo que accedemos o no depende únicamente de nosotras. No necesitamos salvadores que den por echo que estamos condenadas por falta de oportunidades. De las opciones que se nos han presentado (y que hemos sabido crear) para salir adelante en nuestro día a día, hemos elegido ésta, y no es asunto tuyo asignarnos un sufrimiento basado en tus ideas sobre el sexo y los genitales de las mujeres.
Es sorprendente la incredibilidad humana para aceptar que hay mujeres a las que no les supone un problema follar con desconocidos o que incluso disfrutamos con ello. Nadie parece darse cuenta deque todos trabajamos con nuestros cuerpos. El “cuerpo” no es el coño. Santificando lo que tenemos entre las piernas de esa manera estamos fomentando la visión de la puta como un mero agujero. En el momento en que centras todo el protagonismo de la prostitución en la acción de follar, estás ignorando el componente humano imprescindible para mantener este trabajo, y estás educando en que ese es el papel que debe jugar la mujer y lo que el hombre como cliente puede esperar (y demandar). Ella solo es un coño, él solo busca un coño.
Es el estigma el que nos cosifica, no la prostitución en sí misma. Las relaciones con nuestros clientes son complejas a nivel emocional. Requieren de habilidades sociales y empatía. Y sí, también nos hace falta saber cuando mandar a la mierda a alguien que quiere pasarse de listo, pero tranquilxs que lo tenemos cubierto.
Ser puta no es un trabajo para cualquiera. Tampoco lo es ser camarero o físico cuántico, pero son trabajos y nadie lo discute. Las putas estamos cansadas de encontrarnos con discursos que nos infravaloran, como si fuéramos sujetos que han perdido todo el control sobre su propia vida, y son arrastrados por la maldad infinita de hombres que quieren follar con ellas pagando. No pongáis en duda los testimonios de las putas que demuestran una sexualidad sana, son justamente esos los que hay escuchar. Son los que demuestran que las cosas pueden cambiar a mejor.
Natalia Ferrari (24)
 http://www.proyecto-kahlo.com/2016/01/las-mujeres-que-si-quieren-ser-putas/
 

sábado, 5 de diciembre de 2015

"La prostitución es un arte, un humanismo y una ciencia" (Grisélidis Réal)

“Treinta años de prostitución marcan, estragan el cuerpo y el alma y os dan, también, un inmenso amor a la vida, respeto humano por el sufrimiento del Otro, por su soledad, por su desesperación al ser privado de mujer y de ternura, por sus propios fracasos, que se unen a los vuestros, y si el más allá existe deseo danzar al son de músicas gitanas, beber alcoholes maravillosos, y reencontrarme con mis hombres, aquellos que he amado, aquellos que he odiado, ayudado, aliviado, esperado, atendido, rechazado, reconfortado y tenido por encima de todos los prejuicios, los tabúes, las hipocresías de esta moral enferma e inhumana que no me ha matado, de la que simplemente me he evadido hacia una mayor libertad, arriesgando mi vida." (Grisélidis Réal)
"La prostitución es un arte, un humanismo y una ciencia" (Grisélidis Réal)

martes, 19 de mayo de 2015

Curiosa confidencia de una víctima de la 'Trata de blancas', año 1908...

Paul Robin

La mujer pública

Precio 5 cénts.
Barcelona
Biblioteca de «Salud y Fuerza»
Plaza Comercial, 8 (Borne)
1908
 

La mujer pública

Digan lo que quieran las gentes preocupadas, nuestra profesión es análoga a la de todos los trabajadores. Nosotras nos esforzamos y nos consumimos produciendo amor para los que vienen a comprárnoslo, lo mismo que nuestras hermanas las llamadas virtuosas, se consumen cosiendo, tejiendo, frotando madera o metales o sufriendo la fatiga y la humillación del servicio doméstico.
A los que osan decir que nuestro producto no es útil, podemos probar que lo es tanto o más que los vestidos, el calzado, el mobiliario, sólo considerando que fue y es universalmente pedido, mientras que la mayor parte de los humanos han vivido y viven casi desnudos y sin muebles.
Nuestra profesión sufre la concurrencia de las mujeres legítimas. La principal diferencia entre estas profesiones consiste en que nuestras concurrentes trafican al por mayor y nosotras al menudeo. Nosotras vendemos nuestra mercancía a todo el mundo; ellas la suministran a un contratista vitalicio, aunque sea tan repugnante siempre como nos lo parezca breve rato alguno de nuestros clientes.
Dicen que su mercancía es mejor que la nuestra; puede dudarse de ello al ver el número considerable de casados que vienen a pedirnos lo que probablemente su legítima no ha podido suministrarle.
En general, las aspirantes al matrimonio tienen en tan poca estimación su propio valor, que en lugar de [2] hacerse pagar lisa y llanamente como nosotras, se ven obligadas a presentar un dote, es decir, una cantidad para darse de balde y con dinero encima. Su valor es, pues, negativo, menor que nada,
Es verdad que eso, verdadero en el fondo, resulta una apariencia en muchos casos, porque la casadera bien dotada cuenta siempre gastar mucho más para sus necesidades y caprichos que lo que representa el capital que aporta.
Se nos acusa de rapaces; se detallan, para vilipendiarnos, las astucias a que hemos de recurrir para sacar de clientes mezquinos la remuneración de nuestro trabajo; pero las mujeres legítimas no son menos astutas y rapaces; con la circunstancia de que emplean los mismos medios y aun otros más violentos para sacar dinero a su supuesto cliente único: en realidad roban impunemente.
Espantados de los escándalos que producirían esos hechos tan frecuentes, si se diese la publicidad de los tribunales a una parte de ellos, los legisladores, conservadores de la sociedad y de su buena fama (?) no reconocen el robo doméstico.
De vez en cuando se da el espectáculo grotesco de castigar infelices por complicidad en un acto culpable cuyo principal autor no puede ser procesado; pero en cambio es de ver la cómica indignación y la virtuosa ferocidad con que se castiga a aquella de entre nosotras que se alarga a buscar un suplemento de honorarios en el bolsillo de un repugnante borracho a que se ha visto precisada a entregarse.
Nuestro salario en pago del trabajo realizado, o el importe de la mercancía vendida, se paga al contado, y si, con razón o sin ella, el cliente no queda satisfecho, no vuelve más. Nosotras, las despreciadas, somos generalmente equitativas, siquiera sea por interés para conservar el parroquiano; pero las mujeres llamadas honradas, [3] para suministrar lo justo en cantidad y en calidad, se acomodan a su conciencia, y ésta es elástica.
Sabido es cuán poco amables son las relaciones ordinarias entre los casados después de una corta luna de miel; pues las relaciones amorosas han de parecerse necesariamente a las otras, peor aún, porque se ha de hacer acto de amor, de cariño, de complacencia y de condescendencia entre personas indiferentes o que se odian.
Los defensores de los viejos dogmas religiosos y políticos, a la vez que nos suministran abundantísima clientela, declaran nuestra profesión inmoral, y a nosotras por consiguiente; pero el calificativo que se nos aplique corresponde por igual a nuestros cooperadores. Cualquiera que sea el punto de vista moral desde el que se juzguen nuestros actos, la responsabilidad es idéntica para nosotras y para los que usan de nosotras; ellos y nosotras somos igualmente culpables o inocentes. Todo juicio contrario es absurdo e inicuo: si se condena, si se castiga uno de los dos actores necesarios para la realización de un acto, debe condenarse y castigarse igualmente el otro.
Si se quiere culpar, no el acto, sino la tendencia a cometerlo, esta tendencia es seguramente más excusable en la que obra impulsada por la necesidad de vivir, que en el que siente el impulso de la voluptuosidad. Sin embargo, rechazando esta ventaja, nosotras, las malas, las despreciadas, nos atenemos generosa y prudentemente a la igualdad de responsabilidad, considerando que si la necesidad de amor carnal es menos imperiosa que el hambre, le sigue de cerca, y al fin lo mismo se muere del uno que del otro.
Pero ¿se ha de culpar a alguien? ¡No! La necesidad de amar ha de satisfacerse, y la penosa y dolorosa evolución de la humanidad le ha satisfecho mal hasta el presente, como tantas otras necesidades, esperemos a pesar de los lamentables errores de lo pasado y de lo presente, que en [4] lo futuro, en este punto como en otros, se llegará a la solución que dé a todos alegría sin mezcla de dolor alguno. ¡Es cosa tan fácil! La lamentable historia sexual de la humanidad en todos tiempos y lugares, ha agotado todos los absurdos y atrocidades imaginables, impuestos por la autoridad en sus concepciones más ineptas y crueles. La manera con que nos tratan en la actual civilización la autoridad y la opinión convencional, lo mismo que las leyes y costumbres que rigen y rodean la unión legal y su ruptura, el matrimonio y el divorcio, son abominables supervivencias de aquellas torturas universales.
La única solución no ensayada, la única buena, la única que puede dar satisfacción a todos, excepto a la loca minoría ávida de opresión, es la libertad, pura y simple, sin frases.
El número de hombres y mujeres en todas partes es sensiblemente el mismo. Las pequeñas diferencias locales, tan dolorosas bajo el régimen de la pseudo-monogamia y de la prostitución, carecerían de importancia en un régimen de verdadera libertad. Hay, pues, posibilidad de satisfacción sexual para todos, sin falta y sin exceso para nadie.
Para nosotras, como para todas, el amor sería una alegría y no una vergüenza o un tormento. Honroso en todo caso, sería honrado siempre; siempre verdaderamente libre, espontáneo, jamás forzado, nunca esclavo ni mercenario.
Esta idea desagrada a los que practican o, por mejor decir, profesan por interés una moral basada sobre concepciones extraterrestres que no confirma la observación ni la experiencia, ni justifican los resultados. Que los retrasados practiquen el ascetismo que predican, si eso les agrada, pero no lo impongan a los demás. Mejor aún, que la totalidad humana, inspirada en la razón, rechace toda imposición; que cada uno sea dueño de sus destinos en [5] el límite de las posibilidades naturales, no añadiendo ineptas fantasías individuales a las dificultades naturales, fatales, manantiales desgraciadamente fecundos de miserias variadas.
Examinaremos ahora dos de éstas, la menor, aunque reputada la más grave.
La naturaleza madrastra nos ha colmado de enfermedades de toda especie. Entre las más horribles hay una que vicia rápidamente todo el organismo; sus manifestaciones son úlceras duraderas, chancros roedores, múltiples abscesos, la caída de dientes y pelos e intolerables dolores que parecen moler los huesos. A veces se cree el paciente curado; pero frecuentemente es una vana esperanza, porque, transcurridos meses y aun diez y veinte años de curación aparente, se manifiestan accidentes secundarios y terciarlos peores que los primarios. Ese mal espantosamente contagioso se inocula en el menor rasguño y hasta sobre una mucosa sana, y muy especialmente en el acto del amor. A los bárbaros moralistas a priori les parece un castigo y creen hacer obra piadosa agravándole.
Ese mal sirve de principal pretexto a los legisladores masculinos para ponernos absolutamente fuera de la ley y entregarnos a la arbitrariedad con que se trata a las fieras. No recordaremos los horribles suplicios infligidos apenas hace un siglo a las pobres enfermas, basta exponer que actualmente aún esas enfermedades especiales se consideran como crímenes; sus hospitales son cárceles ante todo. Ciertamente suele encontrarse en ellos médicos y practicantes sensatos, pero lo más corriente es que la enferma sea sujeto de experimentos crueles, y en cuanto su estado lo permite, es objeto de una vergonzosa especulación que los príncipes de la ciencia y los honrados administradores de aquellos establecimientos no ignoran. Con ley o sin ley denominada con estudiada obscuridad [6] «de Enfermedades contagiosas», se emplean todos los medios, lícitos o no, para impedirnos comunicar con los hombres, como si no se ignorara que los hombres nos han contagiado, siendo ellos más culpables que nosotras, porque la forma de sus órganos les permite reconocer el mal antes que nosotras, y sin considerar que cuando ellos nos emponzoñan casi siempre lo saben, y aún lo hacen expresamente, mientras que en la inmensa mayoría de casos, nosotras causamos la infección sin saberlo y contra nuestra voluntad, y si hay mujeres que cometan tal vileza, todavía cae la responsabilidad sobre los hombres, pues lo hacen por una tradición según la cual sólo se trata de una broma pesada. Muchos tienen la infame preocupación de creer que transmitiendo su mal a una virgen quedan curados. ¡Véase qué origen tan criminal de violaciones!
¿Hay quién piense en castigar, en fustigar en los hombres tales crímenes voluntarios, premeditados y alevosos? No hay ley que lo castigue. Por el contrario, nosotras que seríamos dichosas si pudiéramos recibir los simpáticos socorros de verdaderos sabios, estamos sometidas, so pretexto de salubridad, a unas visitas tan vejatorias como inútiles. Que se nos guíe; que se nos enseñen todas las precauciones higiénicas; que podamos consultar siempre al práctico benévolo, al consejero amigo, ¡qué cosa mejor! Pero no; visitas forzosas, periódicas, hechas de cualquier modo, con espéculums sucios, propagadores del contagio y que parecen destinados a la diversión de unos polizontes y de una comparsa pseudo médica, y luego, al tun tun, secuestro, prisión, asistencia brutal.
La preñez es el fantasma terrorífico, porque envenena la vida de toda mujer que apenas se basta a sí propia y que tiembla al pensamiento de aumentar su miseria, y, más aún, de asociar a ella un hijo que no podría soportarla. Ese peligro amenaza más a las mujeres semivirtuosas. [7] En general, el exceso de actividad sexual nos hace infecundas; pero esa triste esterilidad no tiene siquiera la ventaja de ser segura; estamos menos expuestas, pero lo estamos aún. El consuelo que pudiera proporcionarnos la ilusión de una criaturilla hermosa, saludable y bien cuidada, se desvanece al contacto de la realidad, que demuestra que un hijo nos imposibilitaría nuestro recurso de existencia, y no ofrecería a nuestros infelices vástagos más que las miserias de la buhardilla y de la calle, y después el inevitable destino de ser de lo más miserable entre los parias; las niñas siguiendo la misma suerte que su madre, los niños pasando a formar en el grupo despreciable de sayones que al servicio de la autoridad nos explotan, nos torturan o nos asesinan.
Los más furiosos apóstoles de la procreomanía recomiendan la fecundidad hasta reventar a las otras mujeres; jamás recurren a buscar partidarios entre nosotras. Todos admiten que hacemos bien en ser estériles; pero ninguno, siquiera sea por humanidad o por falsa moral, piensa en suministrarnos los medios. Hay médicos que sobre este asunto, suelta las bromas más vulgares estúpidas, pero nadie piensa en instruirnos. La policía, tan molesta e impertinente siempre, jamás piensa en obligar a nuestros patronos o explotadores a que nos suministren los medios de higiene sexual, aparatos o productos, más necesarios para nosotras que para las demás; es difícil, si no imposible, instalarlos por nosotras mismas en los tugurios que se nos abandona y de que los propietarios, intermediarios y polizontes sacan grandes beneficios.
Si existiese una administración verdaderamente benévola y tutelar (¡hipótesis absurda!) ese sería su primer cuidado, porque al mismo tiempo que nos salvaría de una maternidad odiosa, nos pondría perfectamente al abrigo del contagio, y con nosotras se librarían también los hombres cuya seguridad sola les interesa. [8] Los preservativos son los mismos para los dos males; pero no solamente no se nos enseñan, sino que los aprendemos únicamente por tradición, mezclados con absurdos inútiles o perjudiciales, y por añadidura se persigue a los propagadores de arte tan estimable. Los filántropos, guiados por sentimientos humanitarios, más aún que los explotadores a quienes inspira el cebo de la ganancia, son objeto de las calumnias y de las tropelías de los locos que gobiernan el mundo.
¡Mujeres que sufrís el triste y peligroso trabajo del amor forzado, sin voluntad; mujeres creadoras involuntarias de innumerables miserias, destinadas a sufrir y morir, atormentadas por el temor de aumentar el número de las víctimas y la intensidad de los sufrimientos, y vosotras, desgraciadísimas, que envejecéis desamparadas, ansiando en vano un poco de esas voluptuosidades cuyo exceso nos abruma, y cuya regular distribución causaría, vuestra felicidad y la nuestra! ¡Unámonos para el buen combate! ¡Conquistemos para todas juntas alegría, seguridad, maternidad dulce y libremente consentida en los límites que indican la procedencia y la ciencia tutelares! ¡Que nuestros sucesores vean en medio de la abundancia maternal del afecto de todos para todos, del culto de todo lo que es verdadero y bello, el principio tan deseado de la era de felicidad universal!
Confidencia recibida por
PAUL ROBIN
 
Folleto de 8 páginas, número 16 de la Biblioteca de «Salud y Fuerza» (revista neo-malthusiana ilustrada).
En otros folletos de la misma colección figura el siguiente anuncio:

«La mujer pública, por Paul Robin. Curiosa confidencia de una víctima de la 'Trata de blancas',
obrera productora del placer a precio convencional. 5 cénts. ejemplar.
Para distribución gratuita: paquete de 100 ejemplares franco de porte y certificado: 3,00 pesetas.»
 http://www.filosofia.org/aut/001/1908paul.htm

miércoles, 13 de mayo de 2015

Entrevista a Post-puta Feminista Melissa Gira Grant

La entrevistadora: Katie Cruz “activista feminista y académica”
Conocí a Katie en un café de Bricklane, una tarde de domingo que llovía mucho y que nos pusimos finas de té. Habíamos quedado para preparar una charla sobre la Renta Básica desde una perspectiva Feminista para una asociación de estudiantes. Yo, que soy muy de fetiches, tuve un crash intelectual con Katie a primera vista. Su discurso me recuerda un poco al del personaje que representa Maisie Williams en la película “The Falling”. Dulce, descarado y lúcido. Cuando nos conocimos, Katie acabada de defender su tesis doctoral sobre trabajo sexual y yo no podía parar de hacerle preguntas. Investiga sobre los límites legales del trabajo sexual como derecho laboral. Para su tesis, entrevistó a diferentes trabajadoras sexuales, utilizó datos etnográficos gracias a su involucración como activista en colectivos en defensa de las trabajadoras sexuales en Londres y lo empaquetó todo desde la perspectiva de la teoría política y legal feminista. Las conclusiones de su tesis giran alrededor de los siguientes ejes: la descriminalización del trabajo sexual, el reconocimiento de las trabajadoras sexuales como trabajadoras y el derecho a sindicalizarse en sus lugares de trabajo. También ha publicado artículos que relacionan marxismo y feminismo desde la perspectiva de la problematización de imaginarios laborales contemporáneos y tiene un futuro por delante como investigadora feminista que va a dar mucha caña en estos temas. 
Por esto y por muchas cosas más, me fascina Katie. 

La entrevistada: Melissa Gira Grant “post-puta y periodista”
Melissa Gira Grant (@melissagira) es escritora y periodista y cubre temas relacionados con sexo y política. Se metió a puta para poder financiar su carrera como escritora y ahora habla y escribe sobre ello ¿cómo no la voy a querer? Acaba de publicar un libro con la editorial Verso Playing the Whore: The Work of Sex Work”. Traducido, vendría a ser algo así como “El rol de Puta: El Trabajo del Trabajo Sexual”. En su libro, reta muchos mitos sobre la venta de sexo que vienen muy bien para rebatir argumentos abolicionistas. Le saca los higadillos a tesis relacionadas con la obsesión que tienen algunas en hablar sobre las trabajadoras sexuales como seres a quienes tener pena y rescatar. Al mismo tiempo, es muy crítica tanto con las condiciones de la Industria del Sexo como con su criminalización. 
Hace un par de semanas, Katie entrevistó a Melissa para la publicación RedPeppers y me pareció que ponían sobre la mesa temas muy refrescantes para contextualizar el debate que ha surgido estos días alrededor de la prostitución. Las preguntas sobre la relación entre movimientos por los derechos de las trabajadoras sexuales con el feminismo y las respuestas que profundizan sobre las condiciones materiales y laborales de las trabajadoras del sexo vs. discursos sentimentalistas de las abolicionistas, me parecen particularmente brillantes. 

Ahí va…

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Katie empieza así…

En su libro “Playing the Whore”, Melissa sostiene que las trabajadoras sexuales deberían tener espacio para discutir colectivamente sobre “cómo son tratadas sin que la gente les diga que lo que tienen que hacer es salir de la industria”. Hablé con Melissa sobre la historia, organización y demandas del movimiento de las trabajadoras sexuales (SWRM son las siglas en inglés de social workers rights movement).




Melissa, me gusta mucho tu descripción del SWRM en relación con otros movimientos y protestas, incluyendo su relación histórica con el feminismo. ¿Quién crees que se beneficia cuando los matices entre movimientos salen a la luz?
Para responder esto podríamos relacionarlo con los movimientos por el sufragio o por los movimientos en Estados Unidos por derechos de igualdad de género en el terreno laboral y encontrar el mismo tipo de argumentos. “Estas mujeres no quieren esto, la gente que quiere esto es sólo una pequeña mayoría”. “Si les preguntas, muchas mujeres te van a decir que están contentas con las condiciones que tienen”. “Estas mujeres están siendo mareadas por agitadores externos”. De la misma forma, se dice que las trabajadoras sexuales realmente no quieren sus derechos. Se dice que están siendo coaccionadas por los hombres de negocios de la industria para legalizar el trabajo sexual. 
Pero ,en Estados Unidos, las organizaciones que representan a la Industria del Sexo o a la Industria de los clubs de Strippers, están avanzando posiciones hacia perspectivas contrarias de las del SWRM. Así que el argumento de que “las Trabajadoras Sexuales quieren derechos para mejorar la Industria”, no se sostiene. Por ejemplo, desde la Industria no se trabaja por conseguir la descriminalización del Trabajo Sexual pero las Trabajadoras Sexuales sí lo hacen. Desde la Industria se intenta conseguir un modelo de negocio que les permita tener poder en el sector, que es las legalización, y lo que les permite seguir funcionando como negocio.
Es bastante injusto decir ,incluso con las mejores intenciones, que la única razón por la que alguien va a defender los derechos de las Trabajadoras Sexuales es por dinero. Yo lo veo como una manera de minimizar su capacidad de agencia así como su conocimiento sobre el tema y su capacidad de liderar el movimiento. De las Trabajadoras Sexuales que luchan por sus derechos se dicen cosas como “no les escuchéis, son incapaces de hablar por ellas mismas”. “Ellas no son los líderes, alguien las debe de haber puesto ahí”. Así que ,en lugar de interactuar con lo que dicen las Trabajadoras Sexuales, la gente les dice que no tienen derecho a hablar. 

Una cosa que me parece genial sobre tu libro es cuando hablas sobre la historia de las alianzas entre el SWRM y el movimiento feminista. ¿Nos podrías hablar un poco más sobre ello?
Esta historia es un poco complicada de entender. Yo solamente puedo hablar sobre mi propia educación en los Estados Unidos y aquí no hablamos sobre movimientos sociales o laborales. Este proceso de recuperar la historia de los movimientos y hablar sobre el poder de la gente de dentro de los movimientos para cambiar colectivamente las condiciones de sus vidas, es algo a lo que cada movimiento se enfrenta. A través de aprender sobre el movimiento feminista por parte de otras feministas, nunca escuché hablar sobre el SWRM como un movimiento feminista. Fue a partir de hacer investigación en archivos de gente como Carol Leigh, que tenía algo de material sobre los primeros movimientos de luchas por los derechos laborales de prostitutas, que encontré que trabajaron junto a movimientos que luchaban por conseguir salarios por trabajo doméstico.
De alguna manera, la sociedad en general no hace un buen trabajo en hablarnos (al SWRM) sobre el rol y el poder de los movimientos, creo que existe una falta de honestidad entre movimientos. Por ejemplo, no creo que sea  posible contar la historia de movimientos relacionados con mujeres sin hablar sobre las trabajadoras sexuales y hacerlas invisibles es un acto que esconde simplismo. 
Durante los últimos 30 años, los movimientos de mujeres han delimitado mejor su agenda, y algunas mujeres, como es el caso de las trabajadoras sexuales se han sacado fuera de esta agenda. Encima, hace unos 10 años, las trabajadoras sexuales empezaron a ser parte de la agenda de feministas mainstream que comparan trabajo sexual con violencia hacia las mujeres. Aunque las abolicionistas digan que no estigmatizan a las mujeres que venden sexo, hay algo que me resulta muy cargante sobre cómo generan odio hacia las trabajadoras sexuales. Esto hace que muchas trabajadoras sexuales se sientan deshumanizadas. Exactamente como la sociedad en general las imagina.

¿Crees que es importante desvincularse de los sentimientos de las abolicionistas para dar más visibilidad en el debate a que gente que vende sexo hable por ellas mismas? 
Creo que hay espacio para sentimientos tanto en los movimientos como en la política pero la conversación alrededor de trabajo sexual está demasiado dominada por la proyección y manufacturación de sentimientos. Por ejemplo, cuando se habla de espectáculos dramáticos de putas que se utilizan para que salgan al escenario y hablen de lo triste que es/fue su historia. En estas ocasiones, las historias se ponen como si tuvieran que representar a todas las personas que han trabajado como trabajadoras sexuales. Ante este caso, algunas trabajadoras sexuales se sienten presionadas para producir una contra-narrativa, para explicar que su trabajo fue fabuloso. No creo que lleguemos a ningún sitio mientras no tengamos oportunidades más diversas para que las trabajadoras sexuales hablen de lo que tengan que hablar sin la necesidad de conformar con uno u otro estereotipo.

¿A qué te refieres? ¿Al estereotipo de ser explotada o al de estar empoderada?
A la elaboración de discursos por parte de las trabajadoras sexuales que caigan en cualquiera de los dos estereotipos. 

Sugieres que las abolicionistas se enfocan en la dimensión de la representación de la sexualidad para hablar sobre trabajo sexual – “por ejemplo, el tanga, el chocho depilado o la chica de portada de PlayBoy”- mientras que no se fijan tanto en la realidad del mercado laboral, de la privatización, de la deuda.¿Podrías hablar un poco más sobre esto?
Si nunca has trabajado como Trabajadora Sexual, tienes acceso a formas de cultura popular que se supone que representan el trabajo sexual. Por ejemplo, clases de formación para bailar para strippers, chochos depilados etc. Se supone que éstos son indicadores de cómo la sociedad ve a las mujeres. De hecho, son cosas que el capitalismo quiere vender a las mujeres y no le importa si las mujeres se sienten empoderadas o no por parecerse a una chica portada de PlayBoy.
El capitalismo no suele estar en la agenda cuando se discute si las clases de formación para Strippers son empoderantes o explotativas, o para preguntarse cómo de joven es demasiado joven para hacerse la depilación Brasileña. Pero si no tienes experiencia personal, como mucho puedes tener sentimientos sobre los tangas o la depilación Brasileña. Y si sigues tus sentimientos puedes acabar haciendo una campaña para cerrar clubs de strippers etc. sin considerar que estas campañas acaban resultando en que gente que se dedica al trabajo sexual se quede sin trabajo. 
Esta es la distinción que me gustaría dejar clara. Este enfoque en sentimientos se basa en una relación causa-efecto que seguramente no exista y ,mientras tanto, los bolsillos de estas personas que trabajan en el trabajo sexual que –probablemente tengan pocas opciones- se resienten. Necesitamos dar un paso atrás y preguntar a gente que trabaja como trabajadoras sexuales qué piensan sobre su trabajo. Pero no hay espacio para esto en este debate tan polarizado.

Hablas sobre cómo las trabajadoras sexuales se representan a ellas mismas en el trabajo, y sobre cómo esto suele ser bastante diferente de su sexualidad en sus vidas privadas. En el estudio de Arlie Hochschild sobre las azafatas de vuelo, habla del trabajo emocional como “actuación profunda” y como trabajo reproductivo. Al mismo tiempo, también describe alienación que resulta de que el valor del trabajo esté sujeto a las “artes psicológicas” de los trabajadores.Creo que es difícil tener estas discusiones porque las posiciones abolicionistas lo toman como evidencia de que las trabajadoras sexuales deberían dejar de existir antes que de reorganizarse. ¿Crees que el trabajo de Hochschild ofrece un vocabulario interesante para discutir sobre Trabajo Sexual?
Mucha gente pregunta este tipo de cosas a las Trabajadoras Sexuales pero casi nadie se preocupa de preguntar lo mismo a camareras. Es decir, muy poca gente se dedica a agitar debates entorno a si las camareras están alienadas de sus trabajos porque tienen que sonreír a desconocidos mientras que se supone que sólo sonríes a tus familia o tus amigos. En este sentido, me parece que Elizabeth Bernstein que propone la categoría de “intimidad con fronteras” es interesante para entender lo que hacen las Trabajadoras Sexuales en su trabajo. Es decir, el hecho de que sea trabajo, produce y mantiene ciertas fronteras que lo separan de tu propia intimidad. 
También me pregunto si la razón por la que comercializar una parte de tu sexualidad (que no es tu sexualidad real) puede ser alienante es porque estás haciendo algo que la sociedad te dice que no es admisible. Esto es bastante diferente al tipo de alienación de alguien que preferiría estar en casa con sus propios hijos pero que tiene que ir a cuidar los hijos de otra. Me pregunto qué parte de la alienación en el Trabajo Sexual está en cómo este tipo de trabajo está entendido por tu cultura, en vez de por algo intrínseco al trabajo en sí.

Uno de los argumentos centrales de tu libro es que no hace falta que el trabajo sexual sea divertido o empoderarte para que sea legítimo y para que las Trabajadoras puedan tener acceso a protecciones laborales. ¿Qué tipos de argumentos crees que dificultan la extensión de la protección de las trabajadoras sexuales?
Uno de los retos es que mucho de lo que sabemos sobre organización laboral va sobre organización “a pie de fábrica”. Esto está cambiando, las fuerzas de trabajo son ahora más flexibles. Por ejemplo, los clubs strippers. Internet está cambiando mucho las cosas en la Industria del Sexo y ,muchas veces, las trabajadoras son autónomas. Entonces, la cuestión que surge es la de cómo trabajadoras cuyo único contacto es aparecer en la misma página web se pueden organizar. Incluso en los clubs no siempre puedes tener conversaciones en los vestuarios porque puedes tener consecuencias negativas. Es como en otros tipos de trabajo, cada vez hay más gente trabajando en espacios física o socialmente fragmentados. La hora del bocadillo en la que la gente se podía organizar se ha perdido para muchos.
Una trabajadora sexual vino a uno de mis eventos y le dijo a alguien que las Trabajadoras Sexuales ya han pensado sobre cada una de las posibles posibilidades de organización y sindicalización. Pero la razón por la que esto no sucede es bien porque las trabajadoras creen que es una buena idea pero no tienen los recursos o porque no creen que es una buena idea. Necesitamos que las Trabajadoras Sexuales tengan recursos para organizarse, y para esto tenemos que deshacernos de las leyes que criminalizan las Trabajadoras Sexuales. 

Como has dicho, las Trabajadoras Sexuales se organizan pero no de las “formas tradicionales”. Algunos colectivos en el Reino Unido como x:talk Project o Sex Worker Open University están haciendo trabajo muy interesante. ¿Cuáles dirías que son las demandas más interesantes que se hacen desde estos movimientos?
Una de las cosas que me parecen más interesantes de ahora en Estados Unidos, es Monica Jones, una mujer que está luchando contra su acusación en Arizona por cargos relacionados por prostitución. Raramente la gente se alza y lucha por sus cargos relacionados con la prostitución. Las cortes no están diseñadas para darte un juicio justo. Pero el hecho de que esta mujer, de raza negra, trans y activista esté luchando por sus propios derechos es muy inspirador. Y lanza muchas preguntas interesantes sobre la política, la violencia y la radicalización de ciertos perfiles. Dice mucho sobre los riesgos que la gente es capaz de sacar en público ,por qué lo hacen, y cómo los podemos apoyar. 
Quizás habrá un cambio legal que venga con ello. El hecho de que esta mujer esté ahí luchando por sus derechos y que ,esto, pueda llevar a debates sobre cambios de ley es tremendo. Su visibilidad pone el foco en los derechos de las trabajadoras sexuales pero también en los derechos de las mujeres trans así como en las mujeres de raza negra y en cómo ciertas políticas perjudican a las personas en diferentes maneras.
 
 http://www.leticia-roig.blogspot.com.es/?m=1#!http://leticia-roig.blogspot.com/2015/05/entrevista-puta-feminista.html

martes, 12 de mayo de 2015

Testimonio de una prostituta en México, en el día de la madre

 las condiciones son duras, pero las mujeres obtenemos más dinero realizando prostitución que la mayoría de trabajos, si es que hay trabajo,mientras no haya garantizados unos mínimos de supervivencia, las personas, las mujeres asumimos riesgos.



 http://www.hoyestado.com/2015/05/soy-madre-y-trabajadora-sexual/

Karina Ruiz – Mayo 10, 2015 
Su nombre es lo de menos, tiene 35 años y a los 14 tuvo a su primer hijo.
“Ser madre es lo mejor que te puede pasar, pero cuando crecen ya no es lo mismo… son más problemas”.
Ella es una mujer atractiva, de piel blanca, ojos grandes, expresivos y largas pestañas; su cabello rizado lo sostiene con una coleta; su figura ya no es espigada, no después de tres hijos.
“Busqué trabajo, pero está de la chingada… no me quisieron dar”.
Después de un mes sin ingresos, volvió a las banquetas, “debía una renta y ya se me venía la otra”.
Ahora, ya son 17 años ejerciendo la prostitución, oficio que implica un riesgo, tanto por su salud como su integridad física.
Como cualquier ama de casa, se levantan temprano para dar el desayuno y llevar a sus hijos a la escuela, de ahí se dirigen a su zona de trabajo, cambian los pants o jeans por escotados y cortos vestidos y altísimos tacones. Aguardan a los clientes.
Pasa el tiempo, nuevamente se cambian de ropa, van por los niños a la escuela y hacen de comer; más tarde regresan a su esquina, esperando haya suerte y ganar más dinero.
Elvira Madrid, presidenta de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, A.C. externa su admiración por estas mujeres, algunas de la tercera edad.
“Ser mamá es el papel más difícil como mujer, independientemente de todo y más como trabajadoras sexuales, por
todo el estigma que hay en la sociedad”
“Son las ganas de vivir y salir adelante, porque saben que si ellas no lo hacen, ¿quién? Hay las que tienen a sus hijos presos, necesitan el dinero. Algunas hasta licenciatura le pagaron a sus hijos”
Al preguntarles cómo celebran el Día de las Madres, responden:
“¡Trabajando!” El 10 de mayo, las promotoras de la brigada compran rosas, salen a la calle y se las entregan.
“Al darles la flor, les dejamos mensajes como: ‘Quiérete como mujer, sé feliz y haz lo que tú decidas’”.

Realidad difícil de enfrentar

Para los hijos de estas mujeres no es sencillo, pero son ellas las que deben encararlo antes de que se enteren por otras personas.
“Hubo un operativo anti trata, y una de ellas salió en el periódico, esposada y afuera del hotel; su hijo de 14 años y que cursaba la secundaria, no aguantó la presión, pues de ‘hijo de puta’ no lo bajaban; se ahorcó en el baño”.
Parte del trabajo de Elvira es hablar con los hijos, les aclara que si están ahí es porque no tienen otras oportunidades, ya que muchas no saben leer ni escribir.
“Es mejor que ellas lo digan desde su corazón, cada quien se gana la vida como puede; si lo esconden van a pensar que es porque les gusta y no por toda la necesidad que hay”.
En números
  • 70% son madres solteras
  • 82% de las trabajadoras sexuales atendidas por la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer en todo el país, tienen hijos
  • En promedio a los 16 años de edad tienen su primer embarazo
  • 150 hijos becados por la brigada