La entrevistadora: Katie Cruz “activista feminista y académica”
Conocí a Katie
en un café de Bricklane, una tarde de domingo que llovía mucho y que
nos pusimos finas de té. Habíamos quedado para preparar una charla sobre
la Renta Básica desde una perspectiva Feminista para una asociación de
estudiantes. Yo, que soy muy de fetiches, tuve un crash intelectual
con Katie a primera vista. Su discurso me recuerda un poco al del
personaje que representa Maisie Williams en la película “The Falling”.
Dulce, descarado y lúcido. Cuando nos conocimos, Katie acabada de
defender su tesis doctoral sobre trabajo sexual y yo no podía parar de
hacerle preguntas. Investiga sobre los límites legales del trabajo
sexual como derecho laboral. Para su tesis, entrevistó a diferentes
trabajadoras sexuales, utilizó datos etnográficos gracias a su
involucración como activista en colectivos en defensa de las
trabajadoras sexuales en Londres y lo empaquetó todo desde la
perspectiva de la teoría política y legal feminista. Las conclusiones de
su tesis giran alrededor de los siguientes ejes: la descriminalización
del trabajo sexual, el reconocimiento de las trabajadoras sexuales como
trabajadoras y el derecho a sindicalizarse en sus lugares de trabajo.
También ha publicado artículos que relacionan marxismo y feminismo desde
la perspectiva de la problematización de imaginarios laborales
contemporáneos y tiene un futuro por delante como investigadora
feminista que va a dar mucha caña en estos temas.
Por esto y por muchas cosas más, me fascina Katie.
La entrevistada: Melissa Gira Grant “post-puta y periodista”
Melissa
Gira Grant (@melissagira) es escritora y periodista y cubre temas
relacionados con sexo y política. Se metió a puta para poder financiar
su carrera como escritora y ahora habla y escribe sobre ello ¿cómo no la voy a querer? Acaba de publicar un libro con la editorial Verso “Playing the Whore: The Work of Sex Work”.
Traducido, vendría a ser algo así como “El rol de Puta: El Trabajo del
Trabajo Sexual”. En su libro, reta muchos mitos sobre la venta de sexo
que vienen muy bien para rebatir argumentos abolicionistas. Le saca los
higadillos a tesis relacionadas con la obsesión que tienen algunas en
hablar sobre las trabajadoras sexuales como seres a quienes tener pena y
rescatar. Al mismo tiempo, es muy crítica tanto con las condiciones de
la Industria del Sexo como con su criminalización.
Hace un par de semanas, Katie entrevistó a Melissa para la publicación RedPeppers y
me pareció que ponían sobre la mesa temas muy refrescantes para
contextualizar el debate que ha surgido estos días alrededor de la
prostitución. Las preguntas sobre la relación entre movimientos por los
derechos de las trabajadoras sexuales con el feminismo y las respuestas
que profundizan sobre las condiciones materiales y laborales de las
trabajadoras del sexo vs. discursos sentimentalistas de las
abolicionistas, me parecen particularmente brillantes.
Ahí va…
*********************************
Katie empieza así…
En su libro “Playing the Whore”, Melissa sostiene que las trabajadoras sexuales deberían tener espacio para discutir colectivamente sobre “cómo son tratadas sin que la gente les diga que lo que tienen que hacer es salir de la industria”. Hablé con Melissa sobre la historia, organización y demandas del movimiento de las trabajadoras sexuales (SWRM son las siglas en inglés de social workers rights movement).
Melissa,
me gusta mucho tu descripción del SWRM en relación con otros
movimientos y protestas, incluyendo su relación histórica con el
feminismo. ¿Quién crees que se beneficia cuando los matices entre movimientos salen a la luz?
Para
responder esto podríamos relacionarlo con los movimientos por el
sufragio o por los movimientos en Estados Unidos por derechos de
igualdad de género en el terreno laboral y encontrar el mismo tipo de
argumentos. “Estas mujeres no quieren esto, la gente que quiere esto es
sólo una pequeña mayoría”. “Si les preguntas, muchas mujeres te van a
decir que están contentas con las condiciones que tienen”. “Estas
mujeres están siendo mareadas por agitadores externos”. De la misma
forma, se dice que las trabajadoras sexuales realmente no quieren sus derechos. Se dice que están siendo coaccionadas por los hombres de negocios de la industria para legalizar el trabajo sexual.
Pero
,en Estados Unidos, las organizaciones que representan a la Industria
del Sexo o a la Industria de los clubs de Strippers, están avanzando
posiciones hacia perspectivas contrarias de las del SWRM. Así que el argumento de que “las Trabajadoras Sexuales quieren derechos para mejorar la Industria”, no se sostiene. Por
ejemplo, desde la Industria no se trabaja por conseguir la
descriminalización del Trabajo Sexual pero las Trabajadoras Sexuales sí
lo hacen. Desde la Industria se intenta conseguir un modelo de negocio
que les permita tener poder en el sector, que es las legalización, y lo
que les permite seguir funcionando como negocio.
Es
bastante injusto decir ,incluso con las mejores intenciones, que la
única razón por la que alguien va a defender los derechos de las
Trabajadoras Sexuales es por dinero. Yo lo veo como una manera de
minimizar su capacidad de agencia así como su conocimiento sobre el tema
y su capacidad de liderar el movimiento. De
las Trabajadoras Sexuales que luchan por sus derechos se dicen cosas
como “no les escuchéis, son incapaces de hablar por ellas mismas”.
“Ellas no son los líderes, alguien las debe de haber puesto ahí”. Así
que ,en lugar de interactuar con lo que dicen las Trabajadoras Sexuales, la gente les dice que no tienen derecho a hablar.
Una
cosa que me parece genial sobre tu libro es cuando hablas sobre la
historia de las alianzas entre el SWRM y el movimiento feminista. ¿Nos podrías hablar un poco más sobre ello?
Esta
historia es un poco complicada de entender. Yo solamente puedo hablar
sobre mi propia educación en los Estados Unidos y aquí no hablamos sobre
movimientos sociales o laborales. Este proceso de recuperar la historia
de los movimientos y hablar sobre el poder de la gente de dentro de los
movimientos para cambiar colectivamente las condiciones de sus vidas,
es algo a lo que cada movimiento se enfrenta. A través de aprender sobre
el movimiento feminista por parte de otras feministas, nunca escuché
hablar sobre el SWRM como un movimiento feminista. Fue a partir de hacer
investigación en archivos de gente como Carol Leigh, que tenía algo de
material sobre los primeros movimientos de luchas por los derechos
laborales de prostitutas, que encontré que trabajaron junto a
movimientos que luchaban por conseguir salarios por trabajo doméstico.
De
alguna manera, la sociedad en general no hace un buen trabajo en
hablarnos (al SWRM) sobre el rol y el poder de los movimientos, creo que
existe una falta de honestidad entre movimientos. Por ejemplo, no
creo que sea posible contar la historia de movimientos relacionados con
mujeres sin hablar sobre las trabajadoras sexuales y hacerlas
invisibles es un acto que esconde simplismo.
Durante
los últimos 30 años, los movimientos de mujeres han delimitado mejor su
agenda, y algunas mujeres, como es el caso de las trabajadoras sexuales
se han sacado fuera de esta agenda. Encima, hace unos 10 años, las
trabajadoras sexuales empezaron a ser parte de la agenda de feministas mainstream que comparan trabajo sexual con violencia hacia las mujeres. Aunque
las abolicionistas digan que no estigmatizan a las mujeres que venden
sexo, hay algo que me resulta muy cargante sobre cómo generan odio hacia
las trabajadoras sexuales. Esto hace que muchas trabajadoras sexuales
se sientan deshumanizadas. Exactamente como la sociedad en general las
imagina.
¿Crees
que es importante desvincularse de los sentimientos de las
abolicionistas para dar más visibilidad en el debate a que gente que
vende sexo hable por ellas mismas?
Creo que hay espacio para sentimientos tanto en los movimientos como en la
política pero la conversación alrededor de trabajo sexual está
demasiado dominada por la proyección y manufacturación de sentimientos. Por
ejemplo, cuando se habla de espectáculos dramáticos de putas que se
utilizan para que salgan al escenario y hablen de lo triste que es/fue
su historia. En estas ocasiones, las historias se ponen como si tuvieran
que representar a todas las personas que han trabajado como
trabajadoras sexuales. Ante este caso, algunas trabajadoras sexuales se
sienten presionadas para producir una contra-narrativa, para explicar
que su trabajo fue fabuloso. No creo que lleguemos a ningún sitio
mientras no tengamos oportunidades más diversas para que las
trabajadoras sexuales hablen de lo que tengan que hablar sin la
necesidad de conformar con uno u otro estereotipo.
¿A qué te refieres? ¿Al estereotipo de ser explotada o al de estar empoderada?
A la elaboración de discursos por parte de las trabajadoras sexuales que caigan en cualquiera de los dos estereotipos.
Sugieres
que las abolicionistas se enfocan en la dimensión de la representación
de la sexualidad para hablar sobre trabajo sexual – “por ejemplo, el
tanga, el chocho depilado o la chica de portada de PlayBoy”- mientras
que no se fijan tanto en la realidad del mercado laboral, de la
privatización, de la deuda.¿Podrías hablar un poco más sobre esto?
Si
nunca has trabajado como Trabajadora Sexual, tienes acceso a formas de
cultura popular que se supone que representan el trabajo sexual. Por
ejemplo, clases de formación para bailar para strippers, chochos
depilados etc. Se supone que éstos son indicadores de cómo la sociedad
ve a las mujeres. De hecho, son cosas que el capitalismo quiere vender a
las mujeres y no le importa si las mujeres se sienten empoderadas o no
por parecerse a una chica portada de PlayBoy.
El
capitalismo no suele estar en la agenda cuando se discute si las clases
de formación para Strippers son empoderantes o explotativas, o para
preguntarse cómo de joven es demasiado joven para hacerse la depilación
Brasileña. Pero si no tienes experiencia
personal, como mucho puedes tener sentimientos sobre los tangas o la
depilación Brasileña. Y si sigues tus sentimientos puedes acabar
haciendo una campaña para cerrar clubs de strippers etc. sin considerar
que estas campañas acaban resultando en que gente que se dedica al
trabajo sexual se quede sin trabajo.
Esta es la distinción que me gustaría dejar clara. Este
enfoque en sentimientos se basa en una relación causa-efecto que
seguramente no exista y ,mientras tanto, los bolsillos de estas personas
que trabajan en el trabajo sexual que –probablemente tengan pocas
opciones- se resienten. Necesitamos dar un paso atrás y preguntar
a gente que trabaja como trabajadoras sexuales qué piensan sobre su
trabajo. Pero no hay espacio para esto en este debate tan polarizado.
Hablas
sobre cómo las trabajadoras sexuales se representan a ellas mismas en
el trabajo, y sobre cómo esto suele ser bastante diferente de su
sexualidad en sus vidas privadas. En el estudio de Arlie Hochschild
sobre las azafatas de vuelo, habla del trabajo emocional como “actuación
profunda” y como trabajo reproductivo. Al mismo tiempo, también
describe alienación que resulta de que el valor del trabajo esté sujeto a
las “artes psicológicas” de los trabajadores.Creo que es difícil
tener estas discusiones porque las posiciones abolicionistas lo toman
como evidencia de que las trabajadoras sexuales deberían dejar de
existir antes que de reorganizarse. ¿Crees que el trabajo de Hochschild ofrece un vocabulario interesante para discutir sobre Trabajo Sexual?
Mucha
gente pregunta este tipo de cosas a las Trabajadoras Sexuales pero casi
nadie se preocupa de preguntar lo mismo a camareras. Es decir, muy
poca gente se dedica a agitar debates entorno a si las camareras están
alienadas de sus trabajos porque tienen que sonreír a desconocidos
mientras que se supone que sólo sonríes a tus familia o tus amigos. En
este sentido, me parece que Elizabeth Bernstein que propone la
categoría de “intimidad con fronteras” es interesante para entender lo
que hacen las Trabajadoras Sexuales en su trabajo. Es decir, el hecho de
que sea trabajo, produce y mantiene ciertas fronteras que lo separan de
tu propia intimidad.
También
me pregunto si la razón por la que comercializar una parte de tu
sexualidad (que no es tu sexualidad real) puede ser alienante es porque
estás haciendo algo que la sociedad te dice que no es admisible. Esto es
bastante diferente al tipo de alienación de alguien que preferiría
estar en casa con sus propios hijos pero que tiene que ir a cuidar los
hijos de otra. Me pregunto qué parte de la alienación en el Trabajo
Sexual está en cómo este tipo de trabajo está entendido por tu cultura,
en vez de por algo intrínseco al trabajo en sí.
Uno
de los argumentos centrales de tu libro es que no hace falta que el
trabajo sexual sea divertido o empoderarte para que sea legítimo y para
que las Trabajadoras puedan tener acceso a protecciones laborales. ¿Qué tipos de argumentos crees que dificultan la extensión de la protección de las trabajadoras sexuales?
Uno
de los retos es que mucho de lo que sabemos sobre organización laboral
va sobre organización “a pie de fábrica”. Esto está cambiando, las
fuerzas de trabajo son ahora más flexibles. Por ejemplo, los clubs
strippers. Internet está cambiando mucho las cosas en la Industria del
Sexo y ,muchas veces, las trabajadoras son autónomas. Entonces, la
cuestión que surge es la de cómo trabajadoras cuyo único contacto es
aparecer en la misma página web se pueden organizar. Incluso en los
clubs no siempre puedes tener conversaciones en los vestuarios porque
puedes tener consecuencias negativas. Es como en otros tipos de
trabajo, cada vez hay más gente trabajando en espacios física o
socialmente fragmentados. La hora del bocadillo en la que la gente se
podía organizar se ha perdido para muchos.
Una
trabajadora sexual vino a uno de mis eventos y le dijo a alguien que
las Trabajadoras Sexuales ya han pensado sobre cada una de las posibles
posibilidades de organización y sindicalización. Pero la razón por la
que esto no sucede es bien porque las trabajadoras creen que es una
buena idea pero no tienen los recursos o
porque no creen que es una buena idea. Necesitamos que las Trabajadoras
Sexuales tengan recursos para organizarse, y para esto tenemos que
deshacernos de las leyes que criminalizan las Trabajadoras Sexuales.
Como
has dicho, las Trabajadoras Sexuales se organizan pero no de las
“formas tradicionales”. Algunos colectivos en el Reino Unido como x:talk
Project o Sex Worker Open University están haciendo trabajo muy
interesante. ¿Cuáles dirías que son las demandas más interesantes que se hacen desde estos movimientos?
Una
de las cosas que me parecen más interesantes de ahora en Estados
Unidos, es Monica Jones, una mujer que está luchando contra su acusación
en Arizona por cargos relacionados por prostitución. Raramente la gente
se alza y lucha por sus cargos relacionados con la prostitución. Las
cortes no están diseñadas para darte un juicio justo. Pero el hecho de
que esta mujer, de raza negra, trans y activista esté luchando por sus
propios derechos es muy inspirador. Y lanza muchas preguntas
interesantes sobre la política, la violencia y la radicalización de
ciertos perfiles. Dice mucho sobre los riesgos que la gente es capaz de
sacar en público ,por qué lo hacen, y cómo los podemos apoyar.
Quizás
habrá un cambio legal que venga con ello. El hecho de que esta mujer
esté ahí luchando por sus derechos y que ,esto, pueda llevar a debates
sobre cambios de ley es tremendo. Su visibilidad pone el foco en los
derechos de las trabajadoras sexuales pero también en los derechos de
las mujeres trans así como en las mujeres de raza negra y en cómo ciertas políticas perjudican a las personas en diferentes maneras.
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