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domingo, 1 de mayo de 2016

Testimonios de prostitutas. Entrevista

http://www.nataliaferrari.com/#!Entrevista-para-Alicia-Sansalvador/c1ebl/570fd1330cf29719a387f87c
Alicia se puso en contacto conmigo hace unas semanas para incluir mi testimonio en su trabajo de clase
 de periodismo. Y yo encantadísima de que me pregunten cosas así de interesantes. Aquí os dejo la entrevista completa.

¿Consideras que la prostitución es una institución nacida del patriarcado, como forma de convertir a la mujer en algo más que mercantilizar/en objeto? Si no ¿cómo lo desvinculas?
N- Realmente no sé si históricamente ha nacido de allí o no, lo que sí creo es que hoy en día no podemos negar que las sociedades cambian y las mentalidades de las putas y de los clientes se orientan, cada vez más, a relaciones igualitarias con respeto mutuo. No es correcto decir que las putas vendemos el cuerpo, ya somos muchas las putas que decimos con firmeza que nuestro trabajo no consiste en ponernos al uso y abuso del hombre que paga.
Lo planteo como algo muy similar al matrimonio, es decir, toda la cultura alrededor de ese tipo de unión declaraba a las mujeres como sujetos al bien del marido y la familia, se castigaba o anulaba la sexualidad de las mujeres fuera de la familia mientras que la del hombre se perdonaba y aceptaba. No voy a negar que esto en cierta medida sigue sucediendo pero todo indica que la sociedad se aleja de ello. En la prostitución sucede algo muy similar, las mujeres no queremos ser seres sumisas, Buscamos autonomía económica, libertad e independencia, experimentación sexual.


¿Desde que empezaste a ejercer has sentido que ha cambiado la manera en la que la gente ve la prostitución? ¿O la manera en la que esta funciona?
Noto más valor por parte de las mujeres a hacer las cosas a nuestra manera, más unión y compañerismo, más ganas de lucha. Esto hace que cada vez quede más claro que quienes decidimos somos nosotras. Pero una gran parte del feminismo sigue rechazando la prostitución, la sociedad que no quiere informarse sigue repitiendo los mismos dogmas, sigue sin haber reconocimiento legal.

¿Cómo definirías el feminismo y qué implica eso para ti y tu trabajo?
N- Me da mucho miedo sonar simplista pero mi definición básica del feminismo sería declararlo como un movimiento social, político e histórico que trabaja para construir una sociedad en donde no se discrimine a las personas en función del sexo, género u orientación sexual facilitando igualdad de condiciones económicas, educacionales y sociales. Si me lo pides en pocas palabras, te diría que el feminismo es mi derecho a hacer lo quiera con mi vida sin que importara a nadie lo que tengo entre las piernas, mientras no haga daño a nadie. Lo siento como una cuestión de proteger los derechos humanos de vivir como cada uno quiere y no como nos dicen que debemos hacerlo. Esto es algo muy importante para mi desde que tengo uso de la razón. Empecé a masturbarme cuando tenía 8 años, sentía atracción por mi vecina, no entendía por qué era un deber reproducirse o aspirar a tener un marido y un trabajo “digno”. No tuve respuestas para nada de esto y lo encontré en personas que cuestionaban el status quo dentro de movimientos sociales como el de derechos animales y el feminismo. En cuanto a mi trabajo, es básico que mis clientes entiendan esto, por eso me preocupo mucho de que en mi web quede claro quien soy y en qué creo. Por ejemplo, mucha gente me recomendó como estrategia de marketing que no pusiera en mi web que soy feminista, argumentaban que esto podía asustar a posibles clientes ya que esa palabra tiene connotaciones negativas en gente que no sabe qué es. Pues yo decidí ponerlo de todas formas y hablar abiertamente de eso porque si eres un hombre que no entiende el feminismo o no tiene ganas de aprender, eres alguien con quien no quiero follar.



¿Consideras el sexo como una forma de empoderamiento? ¿Cómo te hace sentir el hecho de que tengas tú el poder de decisión?
N- Creo que el sexo se trata de decisiones personales que reflejan parte de nuestra identidad, y todo lo que sea hacer lo que a mí me apetece, es empoderador. Me hace sentir de puta madre tener el poder.

Ahora mismo en España,  la prostitución se encuentra en un estado de “alegalidad” ¿Crees que sería bueno regularlo formalmente? ¿Implicaría eso mayor seguridad para las trabajadoras sexuales? Por ejemplo, el educar a la policía para que esté para defenderos en lugar de atacaros. O por el contrario crearía más sexismo…
N- Soy partidaria de regularlo y de que se eduque a la sociedad a no vernos como seres externos al mundo. Las putas no son un submundo a parte, son tus compañeras de clase, de curro, parejas, madres, tías.. El acoso policial, que sufren quienes trabajan en la calle ya que están más expuestas, es un claro ejemplo de putofobia. Hay lugares en donde la prostitución está legalizada pero este tipo de discriminación sigue existiendo, no es algo que vaya a cambiar porque de pronto se firmen tres papeles, hace falta trabajo social. Estoy convencida que educación sexual y la educación contra el estigma, el reconocimiento del trabajo sexual como trabajo y el apoyo e inclusión de las putas crearía un mundo más igualitario.

¿Crees que la mujer tiene un papel a la hora de quitar los tabúes de la industria del sexo?
N- Creo que sí lo tiene en la prostitución, no lo sé en el resto de trabajos sexuales porque no estoy metida en ellos. En la prostitución sucede que el ojo está encima de las mujeres  y nos afecta directamente porque es nuestro medio de vida. Los hombres que se prostituyen son pocos y no sufren ni la mitad del estigma que las mujeres, a nadie le importa lo que hace un hombre con su polla, si eso, la sociedad le dará una palmadita en la espalda por follar mucho y que encima le paguen. Nosotras cargamos el peso de convertirnos en malas mujeres, sucias e indignas.

Hay cierto estigma alrededor de todo lo relacionado con la industria del sexo ¿Hay alguna razón por la cual el sexo está visto así? (Es cosa de lo que el patriarcado nos ha implementado subconscientemente o simplemente la gente lo ve así, sin más). ¿Puede que la falta de una educación sexual en los colegios tenga que ver?
N- Sin duda, no hablar del tema (o hablar mal) tiene un componente muy significativo en que todo lo relacionado al sexo sea tabú. Se supone que es una actividad íntima y privada que no debes compartir con cualquiera, ergo, cuando alguien expone su sexualidad saltan las alarmas. Pero pasa algo muy curioso si haces una comparativa, por ejemplo, con la prostitución y el porno. Pese a que los dos siguen estando estigmatizados yo mantengo que la prostitución mucho más. El porno ha alcanzado otro nivel, incluso parece algo “guay” hoy en día entre la gente joven, sin embargo la prostitución sigue oculta, la mayoría de putas viven aterradas de que su entorno se entere, y los medios de comunicación hablan de nosotras sin tenernos presentes o mostrando imágenes que no corresponden con una representación justa de nuestro trabajo. Todo ese ocultismo lo convierte en algo mucho peor. Yo misma me he encontrado gente en mi entorno que cuando saben que soy puta se escandalizan, cuando les digo que he hecho porno o que quiero hacerlo entonces ya la expresión de la cara les cambia, porque lo otro ya es un poquito “mejor”, o menos malo.


Has trabajado en pornografía anteriormente ¿Crea la pornografía una representación misógina y machista del sexo?  ¿Funciona el porno feminista y alternativo de directoras como Erika Lust?
N- Depende de la pornografía que mires y del entorno del ser humano que esté consumiendo porno. Si tu único influenciador sobre educación sexual o roles de género lo sacas de pornografía mainstream, pues miedo me da como vivas tu sexualidad. El porno alternativo hay que buscarlo, no te salen escenas de productoras pequeñas cuando pones en google “sexo anal”, y para ello tienes que venir con un sentido crítico de casa o una necesidad de verte representado ya que formas parte de una minoría. El otro problema es creer que el porno tiene una función educacional cuando no es así para nada, es una forma de entretenimiento. El 90% de mis pajas está acompañado de porno mainstream, pero soy una persona feminista que no ve como normal las relaciones sexuales desigualitarias, entiendo que es entretenimiento, que en esas escenas hay consenso. Creo que es igual de ridículo aprender a chupar una polla viendo vídeos de gargantas profundas a saco o de porno alternativo.

¿Crees que hay alguna razón por la cual los consumidores de la prostitución suelen ser hombres cis?
N- Socialmente tienen más permiso para explorar su sexualidad y químicamente tienen más interés. Que los hombres tienen niveles más altos de testosterona es algo incuestionable además de que su cerebro es distinto y una parte relacionada con el deseo sexual es el doble de grande en ellos que en nosotras. Unes eso a una sociedad que tolera que folles como y con quien quieras y tienes como resultado más hombres que consumen prostitución.


Y una última pregunta... Mucha gente, me atrevo a decir que especialmente hombres, siguen pensando que las putas deben acomodarse al cliente solo porque éste tiene el dinero, cuando no es así ¿por qué crees que se sigue pensando así?
N- Porque la sociedad se ha empeñado en que son así las relaciones entre hombres y mujeres y que de alguna forma el dinero anula el consenso. No lo ven como un trabajo más, entonces se olvidan de que todos trabajamos a cambio de dinero y eso no nos hace esclavos de nuestros jefes. Creo que mucha culpa la tiene el sector abolicionista, es quien más repite estas ideas incluso cuando tienen putas delante que les explican que esto no es así. Parece que la sociedad aún no está preparada para escucharnos o aceptar que algunas personas preferimos vivir nuestra sexualidad de otra manera.

 

lunes, 11 de enero de 2016

Testimonio de Natalia Ferrari: Las mujeresque si quieren ser putas



Natalia es una Frida que ejerce la prostitución. Ella no se esconde, está orgullosa de su trabajo, y además, ha querido compartir con nosotras su forma de pensar.

Ilustración: Silvia Untz

Cuando reúno en mi cabeza a todas las putas que conozco encuentro en común dos cosas: fuerza e inconformismo. Frente a las adversidades ninguna se quedó paralizada. De nuestros propios errores, hemos sido capaces de construir la realidad que consideramos justa. Para nosotras y por nosotras. No quisimos lo que otros nos daban porque no era suficiente. Tampoco nos creímos lo que se supone que nos merecemos. Aprendimos a seleccionar clientes, y a educarlos para tener con ellos las relaciones que queremos. A decir que no y a tomar decisiones más inteligentes. A empoderarnos con nuestros cuerpos y seguir nuestros instintos.
Luego aparecen seres humanos que proclaman sin ningún miramiento que vivimos llorando en posición fetal, o que nuestros clientes son violadores, y yo, no entiendo nada. Esa gente dice que no soy puta, que lo mío es otra cosa. La prostitución es mi medio de vida y aún así, existe un sector que se niega a reconocer que existo junto a colectivos que llevan décadas luchando por los derechos de las trabajadoras sexuales (en España Hetaira, Aprosex o Genera Derechos). Dicen que somos víctimas, pero no se han enterado de que para llegar a donde estamos, nos hemos liberado de mucho.
Hay un problema social muy grande cuando la gente sólo es capaz de concebir en su imaginario relaciones entre putas y clientes llenas de traumas. Me pregunto por qué y siempre acabo con la idea de que muchas personas siguen convencidas de que la mujer es débil, el hombre es malo, el dinero es un sistema que nos empuja a sacrificar nuestra alma y las vaginas son sagradas. Resulta que no necesariamente el mundo tiene que funcionar así, y es justamente una nueva generación de putas quienes están rompiendo con ello.
La primera vez que me prostituí tenía miedo ¿Qué pasa si abro la puerta y encuentro a un hombre horrible que quiere abusar de mí? Mido algo menos de 1,60cm, soy una “niña” ¿Cómo podré defenderme? Muy lejos de suceder algo desagradable, fue una revelación que puso en evidencia mis inseguridades. Había leído tantos textos que hablan de la prostitución como relación desigualitaria, había visto tantos anuncios de putas como mujeres pasivas y complacientes donde los hombres aplauden esa conducta, que estaba segura de que los roles favorecían al hombre, y si quería trabajar, iba a tener que adaptarme. La realidad es que no tiene por qué ser así. Si seguimos gritando al mundo que el único modelo posible es uno que retrata a la mujer como un sujeto débil, seguiremos implantando miedo y reforzando comportamientos destructivos.
Sabía que podía montármelo a mi manera, pero toda esta visión dominante me hizo dudar. No tardé en probar que la puta es quien tiene el control, quien elige los clientes de acuerdo a sus intereses y que nadie tiene derecho a exigir o forzarme a hacer algo que no quiero. En mi vida me había sentido más empoderada. Lo que me lleva a la conclusión de que el tipo de prostitución que ejerzas es un reflejo de tus capacidades para tomar decisiones según quién eres, dónde estás y qué necesitas.
Con respecto a las necesidades me estoy refiriendo sobre todo a niveles económicos. Esto nos lleva hacia el tan famoso: “Las putas aguantan solo por la pasta. Si pudieran trabajar de otra cosa, lo dejarían.” Como si verdaderamente se creyeran una realidad paralela en donde todxs tienen un trabajo maravilloso que no cambiarían por nada del mundo. Según esta idea, no existen aquellxs a lxs que les encantaría cobrar más, trabajar menos, o hacer algo distinto pero qu finalmente acaban donde están porque simplemente tienen que pagar el alquiler. Las únicas condicionadas por las circunstancias a hacer algo que quizás no harían gratis, son las putas. Pobrecitas. Nosotras que podemos trabajar cuando queremos, con quienes queremos, hacer lo que nos parece conveniente y cobrar por 1h más de lo que gana la mayoría de gente en un día completo.
El dinero no nos ha robado el alma, ha hecho que nos espabiláramos. Dentro de cada historia individual, desde luego, a veces nos podemos encontrar aceptando condiciones que no son idílicas (¿Acaso no sucede esto en otras profesiones? No me he encontrado aún legiones justicieras velando por los obreros que cargan más peso en la espalda del que deberían o trabajan con una seguridad pésima.), pero esto no significa una ausencia de consenso. Aquello a lo que accedemos o no depende únicamente de nosotras. No necesitamos salvadores que den por echo que estamos condenadas por falta de oportunidades. De las opciones que se nos han presentado (y que hemos sabido crear) para salir adelante en nuestro día a día, hemos elegido ésta, y no es asunto tuyo asignarnos un sufrimiento basado en tus ideas sobre el sexo y los genitales de las mujeres.
Es sorprendente la incredibilidad humana para aceptar que hay mujeres a las que no les supone un problema follar con desconocidos o que incluso disfrutamos con ello. Nadie parece darse cuenta deque todos trabajamos con nuestros cuerpos. El “cuerpo” no es el coño. Santificando lo que tenemos entre las piernas de esa manera estamos fomentando la visión de la puta como un mero agujero. En el momento en que centras todo el protagonismo de la prostitución en la acción de follar, estás ignorando el componente humano imprescindible para mantener este trabajo, y estás educando en que ese es el papel que debe jugar la mujer y lo que el hombre como cliente puede esperar (y demandar). Ella solo es un coño, él solo busca un coño.
Es el estigma el que nos cosifica, no la prostitución en sí misma. Las relaciones con nuestros clientes son complejas a nivel emocional. Requieren de habilidades sociales y empatía. Y sí, también nos hace falta saber cuando mandar a la mierda a alguien que quiere pasarse de listo, pero tranquilxs que lo tenemos cubierto.
Ser puta no es un trabajo para cualquiera. Tampoco lo es ser camarero o físico cuántico, pero son trabajos y nadie lo discute. Las putas estamos cansadas de encontrarnos con discursos que nos infravaloran, como si fuéramos sujetos que han perdido todo el control sobre su propia vida, y son arrastrados por la maldad infinita de hombres que quieren follar con ellas pagando. No pongáis en duda los testimonios de las putas que demuestran una sexualidad sana, son justamente esos los que hay escuchar. Son los que demuestran que las cosas pueden cambiar a mejor.
Natalia Ferrari (24)
 http://www.proyecto-kahlo.com/2016/01/las-mujeres-que-si-quieren-ser-putas/
 

sábado, 5 de diciembre de 2015

"La prostitución es un arte, un humanismo y una ciencia" (Grisélidis Réal)

“Treinta años de prostitución marcan, estragan el cuerpo y el alma y os dan, también, un inmenso amor a la vida, respeto humano por el sufrimiento del Otro, por su soledad, por su desesperación al ser privado de mujer y de ternura, por sus propios fracasos, que se unen a los vuestros, y si el más allá existe deseo danzar al son de músicas gitanas, beber alcoholes maravillosos, y reencontrarme con mis hombres, aquellos que he amado, aquellos que he odiado, ayudado, aliviado, esperado, atendido, rechazado, reconfortado y tenido por encima de todos los prejuicios, los tabúes, las hipocresías de esta moral enferma e inhumana que no me ha matado, de la que simplemente me he evadido hacia una mayor libertad, arriesgando mi vida." (Grisélidis Réal)
"La prostitución es un arte, un humanismo y una ciencia" (Grisélidis Réal)

viernes, 12 de junio de 2015

"Nadie avisa una puta" por Samanta Villar, relatos de vida de prostitutas.

Me complace comunicaros que la periodista Samanta Villar, acaba de publicar un libro, en el que recoge varios relatos de prostitutas, entre ellos el mío. "Nadie avisa a una puta". Lo ha escrito sin nada de amarillismos, historias reales. Muchas gracias Samanta Villar, te deseo todo lo mejor y que sea el principio de tu incursión literaria.



 http://cadenaser.com/programa/2015/06/11/hoy_por_hoy/1434018205_808324.html

En casa dicen que salen a comprar el pan, así que algunos hombres llegan corriendo al piso de Tania, al mediodía y con la barra debajo del brazo, y piden que el trabajo sea rápido. Su historia contrasta con las de quienes van más tranquilos, por la noche, y conocen a las chicas una a una antes de elegir; desde luego, también con las de las jóvenes que quieren ser las últimas en presentarse a los clientes, ya que estos suelen olvidar los nombres que escuchan en primer lugar. Nadie avisa a una puta es el primer trabajo literario de Samanta Villar y, como los vaivenes de aquel local de citas, recoge siete relatos periodísticos sobre el mundo de la prostitución.
De sus protagonistas, solo una se ve acosada por la trata. Las demás muestran un paradigma al que estamos desacostumbrados: la de las mujeres que venden su cuerpo voluntariamente, aunque también en este otro caso haya vivencias muy dispares. Desde la escort de lujo que gana 3.000 euros en una hora, hasta las chicas que nunca desbancarán a la preferida del piso compartido; ese al que los parados llegan los días 10 y los jubilados, los 25. "Las condiciones obligan a todos a coger trabajos que no queremos. No solo a nosotras", anota Montse Neira, prostituta especializada en las personas con discapacidad.


A los cincuenta, y contra su propio pronóstico, sigue trabajando, ya que su cartera de clientes envejece con ella. Está licenciada en Ciencias Políticas, cuenta con un posgrado y su discurso figura en su libro, Una mala mujer. Se asomó al sexo por dinero cuando se vio con hijos, sin trabajo y rodeada por las deudas, pero no lamenta nada; y tras quince años ocultándose a su familia, decidió dar la cara, contar al mundo lo que era y cultivarse hasta derribar todos los estereotipos. Fue un coloquio sobre la abolición de su trabajo lo que le llevó a sacar la bandera: "Me sentí insultada por mujeres de la élite, de la burguesía catalana, que decían protegerme".

"Si hay talleres clandestinos, no se prohíbe la industria textil. Si hay trata, se critica la prostitución", recuerda Villar. Las desigualdades en el mercado del sexo son abismales, así como apartan a mujeres y hombres de los derechos laborales que el Estado, en principio, concede a otras profesiones. Con todo, "las prostitutas son mujeres adultas y con voluntad", agrega la periodista, que también menciona las ventajas de incorporar este agujero de dinero b a la economía en blanco. Las Cortes no han siquiera amagado con sacar a la prostitución del vacío legal, ni en un sentido ni en otro.
Neira trabaja como autónoma, gracias a la casilla de servicios personales,  y explica que ofrecer una parte de su cuerpo no le desagrada más que otros trabajos. Sí reconoce que el contacto con los clientes conlleva una carga emocional de la que, a veces, le cuesta desprenderse. El título de la obra, Nadie avisa a una puta, alude al día en que supo que uno de sus clientes, al que le unían años de encuentros, había muerto. Ella conocía a sus amigos, pero ninguno se acordó de contárselo. La palabra puta es usada, por muchas de sus compañeras, como bandera por la dignificación de su trabajo.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Georgina Orellana, trabajadora sexual

Con 28 años Georgina transmite en la fuerza de sus palabras la experiencia de haber ejercido durante 9 años el trabajo sexual en las calles de Buenos Aires. Sus reflexiones irrumpen en ELLA para interpelar la hipocresía moral de la sociedad que habitamos y para posicionar la autogestión de los cuerpos como forma de disputarle poder al capitalismo y sus formas de dominio y explotación del cuerpo de mujeres y hombres en la relación capital-trabajo. Pregunta Georgina, a modo de provocación en plenaria, ¿por qué es más digno ponerle precio al trabajo que se hace con las manos que ponerle precio al que se hace con la vagina?
Orellanoentrevista
EL COMIENZO
Antes de ejercer el trabajo sexual, Giorgina era niñera. Ella siempre se preguntó en qué trabaja la madre de los niños que cuidaba, porque trabajaba pocas horas y pasaba mucho tiempo con sus hijos, esto llamó su atención; pues ella venía de una familia donde la mamá, siendo empleada doméstica, pasaba muy poco tiempo con ellos. Una vez le dijo a la señora que quería trabajar de lo que ella trabajaba. “Es que yo soy lo que tú no crees que soy, yo no soy secretaria, yo ejerzo el trabajo sexual.” le contestó la señora. En ese momento a Georgina le jugó mucho la moral, el miedo al rechazo, hasta que decidió probar ofreciendo sus servicios como dama de compañía. No le pareció mal, lo que ganó en dos horas, se lo ganaba en una semana como niñera.
El trabajo sexual le permitió independizarse, se fue de la casa de su mamá, diciéndole que había conseguido trabajo como asistente administrativa. Comenzó a trabajar muy lejos de su casa para que nadie supiera, especialmente su familia, “las trabajadoras sexuales tenemos más miedo a eso que a estar presas, porque es el miedo al rechazo y la discriminación”, asegura. Al poco tiempo y luego de enfrentar junto a sus compañeras de zona problemas y obstáculos, inicia su militancia en AMMAR espacio donde recibió una serie de herramientas políticas y formativas que la ayudaron sacarse “la mochila de culpas” y por lo tanto a ganar autoestima y valor para sincerarse con su madre, quien nunca le había hablado de sexo.
Al contarnos sobre la conversación con su madre, Georgina expresa lo que su experiencia puede decir sobre la mayoría de las mujeres que ejercen el trabajo sexual: son mujeres con diversos roles sociales, entre ellos ser madres que hacen todo lo posible por cuidar y sacar adelante a sus familias: “Yo le dije a mi madre que como yo soy son la mayoría de mis compañeras, lo que pasa es que los medios de comunicación y la sociedad deposita en nosotras todas sus miserias”.
MATERNIDAD Y TRABAJO SEXUAL
A los 22 años tuvo un hijo, Santino. Y una relación que duró algunos años, pero que le hacía vivir una vida que no quería tener, atada al rol exclusivo de madre y esposa ama de casa. “El trabajo sexual te da una autonomía, con el dinero, con el tiempo, como no hay patronal elegimos días para trabajar, horarios y zona”. Toma la decisión de dejar esta vida, se separa y retoma la práctica de trabajo sexual. Enfrenta un juicio al que la somete el padre de su hijo para quitarle la tenencia. El juez sentencia a favor de ella, alegando que la prostitución no era un delito y que la evaluación de su hijo dio con que estaba en buenas condiciones de cuidado y protección.
Cuenta Georgina que “es muy estigmatizante explicar por qué ejerces el trabajo sexual delante de abogados, del padre de tu hijo. Ahí comenzó más fuertemente mis ganas de militar. Muchas compañeras sin llegar a juicio le entregan la tenencia de los hijos a los padre porque desconocen sus derechos”.
LO SEXUAL ES POLÍTICO
En el 2011, participa en el Encuentro de Mujeres que se hace en Argentina, donde conoció otras luchas que le explotaron la cabeza: “Esto es lo que yo quiero hacer. Desde este encuentro le dediqué más tiempo a la organización. La militancia te lleva a eso, a siempre querer militar más”. La incorporación en AMMAR le había permitido compartir historias, poniéndose en los zapatos de las otras compañeras, reconociendo sus problemáticas, de las que entendió que eran “por ser mujeres y no por ser trabajadoras sexuales”; aprendió sobre leyes, sobre derechos sexuales y reproductivos, sobre seguridad, el cómo cuidarse entre ellas y otras herramientas que transformaron su vida e incluso la de su familia, especialmente la de su madre que ahora la acompaña a actividades de la organización.
Una de las postura que defiende Georgina como integrante de AMMAR es contra las leyes prohibicionistas que se aprobaron en la Argentina y que establecen el cierre de cabarets, wiskerías, tascas, cualquier local donde puedan permanecer trabajadoras sexuales. Nos explica que este marco jurídico generó que todo se clandestinizara, y “ahí donde todo está oculto quedamos sujetas a cualquier tipo de explotación”
El desacuerdo en cómo se legislaron esas leyes tiene que ver con no haber sido escuchada, luego de muchos esfuerzos para incidir en sus contenidos y lo que implica no reconocerlas como sujetas políticas: “Por qué tienen que pensar por nosotras si nosotras somos mujeres pensantes. No todas las que ejercemos el trabajo sexual fuimos víctimas de trata”. Hay muchas historias diversas en este realidad. La mujer en otros trabajos gana mucho menos que el hombre y hace el mismo trabajo y el mismo esfuerzo, pero hay una desigualdad de salarios. Nosotras muchas veces ejercemos este trabajo por el tema económico, sobre todo porque el 86% de nosotras somos jefas de hogar, trabajar en los empleos a los que podemos acceder en el sistema no nos alcanza para sostener una familia.
El ejercicio del trabajo sexual pone sobre la mesa formas de comprender el poder y, mucho más allá, los desafíos para disputarselo al capital: “En lugares de poder no suele estar la mujer, siempre la mujer ocupa los lugares donde tenemos que cuidar, enseñar, pero ejercer el trabajo sexual nos da un lugar de poder: decidimos todo, cuándo vamos a trabajar, con qué cliente salir, cuánto le vamos a cobrar. El hombre va a comprar placer, a comprar fantasías, a que le ocupemos su soledad, que le escuchemos sus problemas. Todo lo que yo he leído sobre prostitución es sobre la mujer víctima, la mujer que no eligió, la pobre, pero lo que ha sido mi experiencia y lo que encontramos en la calle en otras historias vemos que no es así. Yo he compartido con otras trabajadoras, por ejemplo compañeras cajeras que no decidieron ser cajeras, trabajan 10 horas diarias y tienen que pedir permiso para ir al baño, o el obrero de la fábrica que tampoco eligió. Uno en el sistema capitalista no elige dónde y cómo quiere trabajar, todos están atravesados por situaciones de vulnerabilidad y explotación, donde la mayor ganancia se la lleva el empresario.
Hoy Georgina es una referencia en la lucha de las trabajadoras sexuales por ser reconocidas como trabajadoras formales con derechos para acceder a obra social, a hacer aportes jubilatorios, a trabajar en un marco legal, a pagarle al Estado y dejar de pagarle a la policía, a que se creen políticas públicas para todxs, ella asegura que este es un tema de clases y de lucha contra el capitalismo. Así pues, el trabajo sexual hace parte de un debate más amplio sobre la batalla cultural y política que debemos dar para transformar las concepciones moralistas que condenan nuestros cuerpos y sus posibilidades de producción, a las lógicas que mutilan el placer, subordinan a las mujeres y reproducen el capitalismo.

 http://faccionlatina.org/project/la-sociedad-deposita-en-nosotras-todas-sus-miserias/

Entrevista a Post-puta Feminista Melissa Gira Grant

La entrevistadora: Katie Cruz “activista feminista y académica”
Conocí a Katie en un café de Bricklane, una tarde de domingo que llovía mucho y que nos pusimos finas de té. Habíamos quedado para preparar una charla sobre la Renta Básica desde una perspectiva Feminista para una asociación de estudiantes. Yo, que soy muy de fetiches, tuve un crash intelectual con Katie a primera vista. Su discurso me recuerda un poco al del personaje que representa Maisie Williams en la película “The Falling”. Dulce, descarado y lúcido. Cuando nos conocimos, Katie acabada de defender su tesis doctoral sobre trabajo sexual y yo no podía parar de hacerle preguntas. Investiga sobre los límites legales del trabajo sexual como derecho laboral. Para su tesis, entrevistó a diferentes trabajadoras sexuales, utilizó datos etnográficos gracias a su involucración como activista en colectivos en defensa de las trabajadoras sexuales en Londres y lo empaquetó todo desde la perspectiva de la teoría política y legal feminista. Las conclusiones de su tesis giran alrededor de los siguientes ejes: la descriminalización del trabajo sexual, el reconocimiento de las trabajadoras sexuales como trabajadoras y el derecho a sindicalizarse en sus lugares de trabajo. También ha publicado artículos que relacionan marxismo y feminismo desde la perspectiva de la problematización de imaginarios laborales contemporáneos y tiene un futuro por delante como investigadora feminista que va a dar mucha caña en estos temas. 
Por esto y por muchas cosas más, me fascina Katie. 

La entrevistada: Melissa Gira Grant “post-puta y periodista”
Melissa Gira Grant (@melissagira) es escritora y periodista y cubre temas relacionados con sexo y política. Se metió a puta para poder financiar su carrera como escritora y ahora habla y escribe sobre ello ¿cómo no la voy a querer? Acaba de publicar un libro con la editorial Verso Playing the Whore: The Work of Sex Work”. Traducido, vendría a ser algo así como “El rol de Puta: El Trabajo del Trabajo Sexual”. En su libro, reta muchos mitos sobre la venta de sexo que vienen muy bien para rebatir argumentos abolicionistas. Le saca los higadillos a tesis relacionadas con la obsesión que tienen algunas en hablar sobre las trabajadoras sexuales como seres a quienes tener pena y rescatar. Al mismo tiempo, es muy crítica tanto con las condiciones de la Industria del Sexo como con su criminalización. 
Hace un par de semanas, Katie entrevistó a Melissa para la publicación RedPeppers y me pareció que ponían sobre la mesa temas muy refrescantes para contextualizar el debate que ha surgido estos días alrededor de la prostitución. Las preguntas sobre la relación entre movimientos por los derechos de las trabajadoras sexuales con el feminismo y las respuestas que profundizan sobre las condiciones materiales y laborales de las trabajadoras del sexo vs. discursos sentimentalistas de las abolicionistas, me parecen particularmente brillantes. 

Ahí va…

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Katie empieza así…

En su libro “Playing the Whore”, Melissa sostiene que las trabajadoras sexuales deberían tener espacio para discutir colectivamente sobre “cómo son tratadas sin que la gente les diga que lo que tienen que hacer es salir de la industria”. Hablé con Melissa sobre la historia, organización y demandas del movimiento de las trabajadoras sexuales (SWRM son las siglas en inglés de social workers rights movement).




Melissa, me gusta mucho tu descripción del SWRM en relación con otros movimientos y protestas, incluyendo su relación histórica con el feminismo. ¿Quién crees que se beneficia cuando los matices entre movimientos salen a la luz?
Para responder esto podríamos relacionarlo con los movimientos por el sufragio o por los movimientos en Estados Unidos por derechos de igualdad de género en el terreno laboral y encontrar el mismo tipo de argumentos. “Estas mujeres no quieren esto, la gente que quiere esto es sólo una pequeña mayoría”. “Si les preguntas, muchas mujeres te van a decir que están contentas con las condiciones que tienen”. “Estas mujeres están siendo mareadas por agitadores externos”. De la misma forma, se dice que las trabajadoras sexuales realmente no quieren sus derechos. Se dice que están siendo coaccionadas por los hombres de negocios de la industria para legalizar el trabajo sexual. 
Pero ,en Estados Unidos, las organizaciones que representan a la Industria del Sexo o a la Industria de los clubs de Strippers, están avanzando posiciones hacia perspectivas contrarias de las del SWRM. Así que el argumento de que “las Trabajadoras Sexuales quieren derechos para mejorar la Industria”, no se sostiene. Por ejemplo, desde la Industria no se trabaja por conseguir la descriminalización del Trabajo Sexual pero las Trabajadoras Sexuales sí lo hacen. Desde la Industria se intenta conseguir un modelo de negocio que les permita tener poder en el sector, que es las legalización, y lo que les permite seguir funcionando como negocio.
Es bastante injusto decir ,incluso con las mejores intenciones, que la única razón por la que alguien va a defender los derechos de las Trabajadoras Sexuales es por dinero. Yo lo veo como una manera de minimizar su capacidad de agencia así como su conocimiento sobre el tema y su capacidad de liderar el movimiento. De las Trabajadoras Sexuales que luchan por sus derechos se dicen cosas como “no les escuchéis, son incapaces de hablar por ellas mismas”. “Ellas no son los líderes, alguien las debe de haber puesto ahí”. Así que ,en lugar de interactuar con lo que dicen las Trabajadoras Sexuales, la gente les dice que no tienen derecho a hablar. 

Una cosa que me parece genial sobre tu libro es cuando hablas sobre la historia de las alianzas entre el SWRM y el movimiento feminista. ¿Nos podrías hablar un poco más sobre ello?
Esta historia es un poco complicada de entender. Yo solamente puedo hablar sobre mi propia educación en los Estados Unidos y aquí no hablamos sobre movimientos sociales o laborales. Este proceso de recuperar la historia de los movimientos y hablar sobre el poder de la gente de dentro de los movimientos para cambiar colectivamente las condiciones de sus vidas, es algo a lo que cada movimiento se enfrenta. A través de aprender sobre el movimiento feminista por parte de otras feministas, nunca escuché hablar sobre el SWRM como un movimiento feminista. Fue a partir de hacer investigación en archivos de gente como Carol Leigh, que tenía algo de material sobre los primeros movimientos de luchas por los derechos laborales de prostitutas, que encontré que trabajaron junto a movimientos que luchaban por conseguir salarios por trabajo doméstico.
De alguna manera, la sociedad en general no hace un buen trabajo en hablarnos (al SWRM) sobre el rol y el poder de los movimientos, creo que existe una falta de honestidad entre movimientos. Por ejemplo, no creo que sea  posible contar la historia de movimientos relacionados con mujeres sin hablar sobre las trabajadoras sexuales y hacerlas invisibles es un acto que esconde simplismo. 
Durante los últimos 30 años, los movimientos de mujeres han delimitado mejor su agenda, y algunas mujeres, como es el caso de las trabajadoras sexuales se han sacado fuera de esta agenda. Encima, hace unos 10 años, las trabajadoras sexuales empezaron a ser parte de la agenda de feministas mainstream que comparan trabajo sexual con violencia hacia las mujeres. Aunque las abolicionistas digan que no estigmatizan a las mujeres que venden sexo, hay algo que me resulta muy cargante sobre cómo generan odio hacia las trabajadoras sexuales. Esto hace que muchas trabajadoras sexuales se sientan deshumanizadas. Exactamente como la sociedad en general las imagina.

¿Crees que es importante desvincularse de los sentimientos de las abolicionistas para dar más visibilidad en el debate a que gente que vende sexo hable por ellas mismas? 
Creo que hay espacio para sentimientos tanto en los movimientos como en la política pero la conversación alrededor de trabajo sexual está demasiado dominada por la proyección y manufacturación de sentimientos. Por ejemplo, cuando se habla de espectáculos dramáticos de putas que se utilizan para que salgan al escenario y hablen de lo triste que es/fue su historia. En estas ocasiones, las historias se ponen como si tuvieran que representar a todas las personas que han trabajado como trabajadoras sexuales. Ante este caso, algunas trabajadoras sexuales se sienten presionadas para producir una contra-narrativa, para explicar que su trabajo fue fabuloso. No creo que lleguemos a ningún sitio mientras no tengamos oportunidades más diversas para que las trabajadoras sexuales hablen de lo que tengan que hablar sin la necesidad de conformar con uno u otro estereotipo.

¿A qué te refieres? ¿Al estereotipo de ser explotada o al de estar empoderada?
A la elaboración de discursos por parte de las trabajadoras sexuales que caigan en cualquiera de los dos estereotipos. 

Sugieres que las abolicionistas se enfocan en la dimensión de la representación de la sexualidad para hablar sobre trabajo sexual – “por ejemplo, el tanga, el chocho depilado o la chica de portada de PlayBoy”- mientras que no se fijan tanto en la realidad del mercado laboral, de la privatización, de la deuda.¿Podrías hablar un poco más sobre esto?
Si nunca has trabajado como Trabajadora Sexual, tienes acceso a formas de cultura popular que se supone que representan el trabajo sexual. Por ejemplo, clases de formación para bailar para strippers, chochos depilados etc. Se supone que éstos son indicadores de cómo la sociedad ve a las mujeres. De hecho, son cosas que el capitalismo quiere vender a las mujeres y no le importa si las mujeres se sienten empoderadas o no por parecerse a una chica portada de PlayBoy.
El capitalismo no suele estar en la agenda cuando se discute si las clases de formación para Strippers son empoderantes o explotativas, o para preguntarse cómo de joven es demasiado joven para hacerse la depilación Brasileña. Pero si no tienes experiencia personal, como mucho puedes tener sentimientos sobre los tangas o la depilación Brasileña. Y si sigues tus sentimientos puedes acabar haciendo una campaña para cerrar clubs de strippers etc. sin considerar que estas campañas acaban resultando en que gente que se dedica al trabajo sexual se quede sin trabajo. 
Esta es la distinción que me gustaría dejar clara. Este enfoque en sentimientos se basa en una relación causa-efecto que seguramente no exista y ,mientras tanto, los bolsillos de estas personas que trabajan en el trabajo sexual que –probablemente tengan pocas opciones- se resienten. Necesitamos dar un paso atrás y preguntar a gente que trabaja como trabajadoras sexuales qué piensan sobre su trabajo. Pero no hay espacio para esto en este debate tan polarizado.

Hablas sobre cómo las trabajadoras sexuales se representan a ellas mismas en el trabajo, y sobre cómo esto suele ser bastante diferente de su sexualidad en sus vidas privadas. En el estudio de Arlie Hochschild sobre las azafatas de vuelo, habla del trabajo emocional como “actuación profunda” y como trabajo reproductivo. Al mismo tiempo, también describe alienación que resulta de que el valor del trabajo esté sujeto a las “artes psicológicas” de los trabajadores.Creo que es difícil tener estas discusiones porque las posiciones abolicionistas lo toman como evidencia de que las trabajadoras sexuales deberían dejar de existir antes que de reorganizarse. ¿Crees que el trabajo de Hochschild ofrece un vocabulario interesante para discutir sobre Trabajo Sexual?
Mucha gente pregunta este tipo de cosas a las Trabajadoras Sexuales pero casi nadie se preocupa de preguntar lo mismo a camareras. Es decir, muy poca gente se dedica a agitar debates entorno a si las camareras están alienadas de sus trabajos porque tienen que sonreír a desconocidos mientras que se supone que sólo sonríes a tus familia o tus amigos. En este sentido, me parece que Elizabeth Bernstein que propone la categoría de “intimidad con fronteras” es interesante para entender lo que hacen las Trabajadoras Sexuales en su trabajo. Es decir, el hecho de que sea trabajo, produce y mantiene ciertas fronteras que lo separan de tu propia intimidad. 
También me pregunto si la razón por la que comercializar una parte de tu sexualidad (que no es tu sexualidad real) puede ser alienante es porque estás haciendo algo que la sociedad te dice que no es admisible. Esto es bastante diferente al tipo de alienación de alguien que preferiría estar en casa con sus propios hijos pero que tiene que ir a cuidar los hijos de otra. Me pregunto qué parte de la alienación en el Trabajo Sexual está en cómo este tipo de trabajo está entendido por tu cultura, en vez de por algo intrínseco al trabajo en sí.

Uno de los argumentos centrales de tu libro es que no hace falta que el trabajo sexual sea divertido o empoderarte para que sea legítimo y para que las Trabajadoras puedan tener acceso a protecciones laborales. ¿Qué tipos de argumentos crees que dificultan la extensión de la protección de las trabajadoras sexuales?
Uno de los retos es que mucho de lo que sabemos sobre organización laboral va sobre organización “a pie de fábrica”. Esto está cambiando, las fuerzas de trabajo son ahora más flexibles. Por ejemplo, los clubs strippers. Internet está cambiando mucho las cosas en la Industria del Sexo y ,muchas veces, las trabajadoras son autónomas. Entonces, la cuestión que surge es la de cómo trabajadoras cuyo único contacto es aparecer en la misma página web se pueden organizar. Incluso en los clubs no siempre puedes tener conversaciones en los vestuarios porque puedes tener consecuencias negativas. Es como en otros tipos de trabajo, cada vez hay más gente trabajando en espacios física o socialmente fragmentados. La hora del bocadillo en la que la gente se podía organizar se ha perdido para muchos.
Una trabajadora sexual vino a uno de mis eventos y le dijo a alguien que las Trabajadoras Sexuales ya han pensado sobre cada una de las posibles posibilidades de organización y sindicalización. Pero la razón por la que esto no sucede es bien porque las trabajadoras creen que es una buena idea pero no tienen los recursos o porque no creen que es una buena idea. Necesitamos que las Trabajadoras Sexuales tengan recursos para organizarse, y para esto tenemos que deshacernos de las leyes que criminalizan las Trabajadoras Sexuales. 

Como has dicho, las Trabajadoras Sexuales se organizan pero no de las “formas tradicionales”. Algunos colectivos en el Reino Unido como x:talk Project o Sex Worker Open University están haciendo trabajo muy interesante. ¿Cuáles dirías que son las demandas más interesantes que se hacen desde estos movimientos?
Una de las cosas que me parecen más interesantes de ahora en Estados Unidos, es Monica Jones, una mujer que está luchando contra su acusación en Arizona por cargos relacionados por prostitución. Raramente la gente se alza y lucha por sus cargos relacionados con la prostitución. Las cortes no están diseñadas para darte un juicio justo. Pero el hecho de que esta mujer, de raza negra, trans y activista esté luchando por sus propios derechos es muy inspirador. Y lanza muchas preguntas interesantes sobre la política, la violencia y la radicalización de ciertos perfiles. Dice mucho sobre los riesgos que la gente es capaz de sacar en público ,por qué lo hacen, y cómo los podemos apoyar. 
Quizás habrá un cambio legal que venga con ello. El hecho de que esta mujer esté ahí luchando por sus derechos y que ,esto, pueda llevar a debates sobre cambios de ley es tremendo. Su visibilidad pone el foco en los derechos de las trabajadoras sexuales pero también en los derechos de las mujeres trans así como en las mujeres de raza negra y en cómo ciertas políticas perjudican a las personas en diferentes maneras.
 
 http://www.leticia-roig.blogspot.com.es/?m=1#!http://leticia-roig.blogspot.com/2015/05/entrevista-puta-feminista.html

martes, 12 de mayo de 2015

Testimonio de una prostituta en México, en el día de la madre

 las condiciones son duras, pero las mujeres obtenemos más dinero realizando prostitución que la mayoría de trabajos, si es que hay trabajo,mientras no haya garantizados unos mínimos de supervivencia, las personas, las mujeres asumimos riesgos.



 http://www.hoyestado.com/2015/05/soy-madre-y-trabajadora-sexual/

Karina Ruiz – Mayo 10, 2015 
Su nombre es lo de menos, tiene 35 años y a los 14 tuvo a su primer hijo.
“Ser madre es lo mejor que te puede pasar, pero cuando crecen ya no es lo mismo… son más problemas”.
Ella es una mujer atractiva, de piel blanca, ojos grandes, expresivos y largas pestañas; su cabello rizado lo sostiene con una coleta; su figura ya no es espigada, no después de tres hijos.
“Busqué trabajo, pero está de la chingada… no me quisieron dar”.
Después de un mes sin ingresos, volvió a las banquetas, “debía una renta y ya se me venía la otra”.
Ahora, ya son 17 años ejerciendo la prostitución, oficio que implica un riesgo, tanto por su salud como su integridad física.
Como cualquier ama de casa, se levantan temprano para dar el desayuno y llevar a sus hijos a la escuela, de ahí se dirigen a su zona de trabajo, cambian los pants o jeans por escotados y cortos vestidos y altísimos tacones. Aguardan a los clientes.
Pasa el tiempo, nuevamente se cambian de ropa, van por los niños a la escuela y hacen de comer; más tarde regresan a su esquina, esperando haya suerte y ganar más dinero.
Elvira Madrid, presidenta de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, A.C. externa su admiración por estas mujeres, algunas de la tercera edad.
“Ser mamá es el papel más difícil como mujer, independientemente de todo y más como trabajadoras sexuales, por
todo el estigma que hay en la sociedad”
“Son las ganas de vivir y salir adelante, porque saben que si ellas no lo hacen, ¿quién? Hay las que tienen a sus hijos presos, necesitan el dinero. Algunas hasta licenciatura le pagaron a sus hijos”
Al preguntarles cómo celebran el Día de las Madres, responden:
“¡Trabajando!” El 10 de mayo, las promotoras de la brigada compran rosas, salen a la calle y se las entregan.
“Al darles la flor, les dejamos mensajes como: ‘Quiérete como mujer, sé feliz y haz lo que tú decidas’”.

Realidad difícil de enfrentar

Para los hijos de estas mujeres no es sencillo, pero son ellas las que deben encararlo antes de que se enteren por otras personas.
“Hubo un operativo anti trata, y una de ellas salió en el periódico, esposada y afuera del hotel; su hijo de 14 años y que cursaba la secundaria, no aguantó la presión, pues de ‘hijo de puta’ no lo bajaban; se ahorcó en el baño”.
Parte del trabajo de Elvira es hablar con los hijos, les aclara que si están ahí es porque no tienen otras oportunidades, ya que muchas no saben leer ni escribir.
“Es mejor que ellas lo digan desde su corazón, cada quien se gana la vida como puede; si lo esconden van a pensar que es porque les gusta y no por toda la necesidad que hay”.
En números
  • 70% son madres solteras
  • 82% de las trabajadoras sexuales atendidas por la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer en todo el país, tienen hijos
  • En promedio a los 16 años de edad tienen su primer embarazo
  • 150 hijos becados por la brigada