martes, 19 de mayo de 2015

Curiosa confidencia de una víctima de la 'Trata de blancas', año 1908...

Paul Robin

La mujer pública

Precio 5 cénts.
Barcelona
Biblioteca de «Salud y Fuerza»
Plaza Comercial, 8 (Borne)
1908
 

La mujer pública

Digan lo que quieran las gentes preocupadas, nuestra profesión es análoga a la de todos los trabajadores. Nosotras nos esforzamos y nos consumimos produciendo amor para los que vienen a comprárnoslo, lo mismo que nuestras hermanas las llamadas virtuosas, se consumen cosiendo, tejiendo, frotando madera o metales o sufriendo la fatiga y la humillación del servicio doméstico.
A los que osan decir que nuestro producto no es útil, podemos probar que lo es tanto o más que los vestidos, el calzado, el mobiliario, sólo considerando que fue y es universalmente pedido, mientras que la mayor parte de los humanos han vivido y viven casi desnudos y sin muebles.
Nuestra profesión sufre la concurrencia de las mujeres legítimas. La principal diferencia entre estas profesiones consiste en que nuestras concurrentes trafican al por mayor y nosotras al menudeo. Nosotras vendemos nuestra mercancía a todo el mundo; ellas la suministran a un contratista vitalicio, aunque sea tan repugnante siempre como nos lo parezca breve rato alguno de nuestros clientes.
Dicen que su mercancía es mejor que la nuestra; puede dudarse de ello al ver el número considerable de casados que vienen a pedirnos lo que probablemente su legítima no ha podido suministrarle.
En general, las aspirantes al matrimonio tienen en tan poca estimación su propio valor, que en lugar de [2] hacerse pagar lisa y llanamente como nosotras, se ven obligadas a presentar un dote, es decir, una cantidad para darse de balde y con dinero encima. Su valor es, pues, negativo, menor que nada,
Es verdad que eso, verdadero en el fondo, resulta una apariencia en muchos casos, porque la casadera bien dotada cuenta siempre gastar mucho más para sus necesidades y caprichos que lo que representa el capital que aporta.
Se nos acusa de rapaces; se detallan, para vilipendiarnos, las astucias a que hemos de recurrir para sacar de clientes mezquinos la remuneración de nuestro trabajo; pero las mujeres legítimas no son menos astutas y rapaces; con la circunstancia de que emplean los mismos medios y aun otros más violentos para sacar dinero a su supuesto cliente único: en realidad roban impunemente.
Espantados de los escándalos que producirían esos hechos tan frecuentes, si se diese la publicidad de los tribunales a una parte de ellos, los legisladores, conservadores de la sociedad y de su buena fama (?) no reconocen el robo doméstico.
De vez en cuando se da el espectáculo grotesco de castigar infelices por complicidad en un acto culpable cuyo principal autor no puede ser procesado; pero en cambio es de ver la cómica indignación y la virtuosa ferocidad con que se castiga a aquella de entre nosotras que se alarga a buscar un suplemento de honorarios en el bolsillo de un repugnante borracho a que se ha visto precisada a entregarse.
Nuestro salario en pago del trabajo realizado, o el importe de la mercancía vendida, se paga al contado, y si, con razón o sin ella, el cliente no queda satisfecho, no vuelve más. Nosotras, las despreciadas, somos generalmente equitativas, siquiera sea por interés para conservar el parroquiano; pero las mujeres llamadas honradas, [3] para suministrar lo justo en cantidad y en calidad, se acomodan a su conciencia, y ésta es elástica.
Sabido es cuán poco amables son las relaciones ordinarias entre los casados después de una corta luna de miel; pues las relaciones amorosas han de parecerse necesariamente a las otras, peor aún, porque se ha de hacer acto de amor, de cariño, de complacencia y de condescendencia entre personas indiferentes o que se odian.
Los defensores de los viejos dogmas religiosos y políticos, a la vez que nos suministran abundantísima clientela, declaran nuestra profesión inmoral, y a nosotras por consiguiente; pero el calificativo que se nos aplique corresponde por igual a nuestros cooperadores. Cualquiera que sea el punto de vista moral desde el que se juzguen nuestros actos, la responsabilidad es idéntica para nosotras y para los que usan de nosotras; ellos y nosotras somos igualmente culpables o inocentes. Todo juicio contrario es absurdo e inicuo: si se condena, si se castiga uno de los dos actores necesarios para la realización de un acto, debe condenarse y castigarse igualmente el otro.
Si se quiere culpar, no el acto, sino la tendencia a cometerlo, esta tendencia es seguramente más excusable en la que obra impulsada por la necesidad de vivir, que en el que siente el impulso de la voluptuosidad. Sin embargo, rechazando esta ventaja, nosotras, las malas, las despreciadas, nos atenemos generosa y prudentemente a la igualdad de responsabilidad, considerando que si la necesidad de amor carnal es menos imperiosa que el hambre, le sigue de cerca, y al fin lo mismo se muere del uno que del otro.
Pero ¿se ha de culpar a alguien? ¡No! La necesidad de amar ha de satisfacerse, y la penosa y dolorosa evolución de la humanidad le ha satisfecho mal hasta el presente, como tantas otras necesidades, esperemos a pesar de los lamentables errores de lo pasado y de lo presente, que en [4] lo futuro, en este punto como en otros, se llegará a la solución que dé a todos alegría sin mezcla de dolor alguno. ¡Es cosa tan fácil! La lamentable historia sexual de la humanidad en todos tiempos y lugares, ha agotado todos los absurdos y atrocidades imaginables, impuestos por la autoridad en sus concepciones más ineptas y crueles. La manera con que nos tratan en la actual civilización la autoridad y la opinión convencional, lo mismo que las leyes y costumbres que rigen y rodean la unión legal y su ruptura, el matrimonio y el divorcio, son abominables supervivencias de aquellas torturas universales.
La única solución no ensayada, la única buena, la única que puede dar satisfacción a todos, excepto a la loca minoría ávida de opresión, es la libertad, pura y simple, sin frases.
El número de hombres y mujeres en todas partes es sensiblemente el mismo. Las pequeñas diferencias locales, tan dolorosas bajo el régimen de la pseudo-monogamia y de la prostitución, carecerían de importancia en un régimen de verdadera libertad. Hay, pues, posibilidad de satisfacción sexual para todos, sin falta y sin exceso para nadie.
Para nosotras, como para todas, el amor sería una alegría y no una vergüenza o un tormento. Honroso en todo caso, sería honrado siempre; siempre verdaderamente libre, espontáneo, jamás forzado, nunca esclavo ni mercenario.
Esta idea desagrada a los que practican o, por mejor decir, profesan por interés una moral basada sobre concepciones extraterrestres que no confirma la observación ni la experiencia, ni justifican los resultados. Que los retrasados practiquen el ascetismo que predican, si eso les agrada, pero no lo impongan a los demás. Mejor aún, que la totalidad humana, inspirada en la razón, rechace toda imposición; que cada uno sea dueño de sus destinos en [5] el límite de las posibilidades naturales, no añadiendo ineptas fantasías individuales a las dificultades naturales, fatales, manantiales desgraciadamente fecundos de miserias variadas.
Examinaremos ahora dos de éstas, la menor, aunque reputada la más grave.
La naturaleza madrastra nos ha colmado de enfermedades de toda especie. Entre las más horribles hay una que vicia rápidamente todo el organismo; sus manifestaciones son úlceras duraderas, chancros roedores, múltiples abscesos, la caída de dientes y pelos e intolerables dolores que parecen moler los huesos. A veces se cree el paciente curado; pero frecuentemente es una vana esperanza, porque, transcurridos meses y aun diez y veinte años de curación aparente, se manifiestan accidentes secundarios y terciarlos peores que los primarios. Ese mal espantosamente contagioso se inocula en el menor rasguño y hasta sobre una mucosa sana, y muy especialmente en el acto del amor. A los bárbaros moralistas a priori les parece un castigo y creen hacer obra piadosa agravándole.
Ese mal sirve de principal pretexto a los legisladores masculinos para ponernos absolutamente fuera de la ley y entregarnos a la arbitrariedad con que se trata a las fieras. No recordaremos los horribles suplicios infligidos apenas hace un siglo a las pobres enfermas, basta exponer que actualmente aún esas enfermedades especiales se consideran como crímenes; sus hospitales son cárceles ante todo. Ciertamente suele encontrarse en ellos médicos y practicantes sensatos, pero lo más corriente es que la enferma sea sujeto de experimentos crueles, y en cuanto su estado lo permite, es objeto de una vergonzosa especulación que los príncipes de la ciencia y los honrados administradores de aquellos establecimientos no ignoran. Con ley o sin ley denominada con estudiada obscuridad [6] «de Enfermedades contagiosas», se emplean todos los medios, lícitos o no, para impedirnos comunicar con los hombres, como si no se ignorara que los hombres nos han contagiado, siendo ellos más culpables que nosotras, porque la forma de sus órganos les permite reconocer el mal antes que nosotras, y sin considerar que cuando ellos nos emponzoñan casi siempre lo saben, y aún lo hacen expresamente, mientras que en la inmensa mayoría de casos, nosotras causamos la infección sin saberlo y contra nuestra voluntad, y si hay mujeres que cometan tal vileza, todavía cae la responsabilidad sobre los hombres, pues lo hacen por una tradición según la cual sólo se trata de una broma pesada. Muchos tienen la infame preocupación de creer que transmitiendo su mal a una virgen quedan curados. ¡Véase qué origen tan criminal de violaciones!
¿Hay quién piense en castigar, en fustigar en los hombres tales crímenes voluntarios, premeditados y alevosos? No hay ley que lo castigue. Por el contrario, nosotras que seríamos dichosas si pudiéramos recibir los simpáticos socorros de verdaderos sabios, estamos sometidas, so pretexto de salubridad, a unas visitas tan vejatorias como inútiles. Que se nos guíe; que se nos enseñen todas las precauciones higiénicas; que podamos consultar siempre al práctico benévolo, al consejero amigo, ¡qué cosa mejor! Pero no; visitas forzosas, periódicas, hechas de cualquier modo, con espéculums sucios, propagadores del contagio y que parecen destinados a la diversión de unos polizontes y de una comparsa pseudo médica, y luego, al tun tun, secuestro, prisión, asistencia brutal.
La preñez es el fantasma terrorífico, porque envenena la vida de toda mujer que apenas se basta a sí propia y que tiembla al pensamiento de aumentar su miseria, y, más aún, de asociar a ella un hijo que no podría soportarla. Ese peligro amenaza más a las mujeres semivirtuosas. [7] En general, el exceso de actividad sexual nos hace infecundas; pero esa triste esterilidad no tiene siquiera la ventaja de ser segura; estamos menos expuestas, pero lo estamos aún. El consuelo que pudiera proporcionarnos la ilusión de una criaturilla hermosa, saludable y bien cuidada, se desvanece al contacto de la realidad, que demuestra que un hijo nos imposibilitaría nuestro recurso de existencia, y no ofrecería a nuestros infelices vástagos más que las miserias de la buhardilla y de la calle, y después el inevitable destino de ser de lo más miserable entre los parias; las niñas siguiendo la misma suerte que su madre, los niños pasando a formar en el grupo despreciable de sayones que al servicio de la autoridad nos explotan, nos torturan o nos asesinan.
Los más furiosos apóstoles de la procreomanía recomiendan la fecundidad hasta reventar a las otras mujeres; jamás recurren a buscar partidarios entre nosotras. Todos admiten que hacemos bien en ser estériles; pero ninguno, siquiera sea por humanidad o por falsa moral, piensa en suministrarnos los medios. Hay médicos que sobre este asunto, suelta las bromas más vulgares estúpidas, pero nadie piensa en instruirnos. La policía, tan molesta e impertinente siempre, jamás piensa en obligar a nuestros patronos o explotadores a que nos suministren los medios de higiene sexual, aparatos o productos, más necesarios para nosotras que para las demás; es difícil, si no imposible, instalarlos por nosotras mismas en los tugurios que se nos abandona y de que los propietarios, intermediarios y polizontes sacan grandes beneficios.
Si existiese una administración verdaderamente benévola y tutelar (¡hipótesis absurda!) ese sería su primer cuidado, porque al mismo tiempo que nos salvaría de una maternidad odiosa, nos pondría perfectamente al abrigo del contagio, y con nosotras se librarían también los hombres cuya seguridad sola les interesa. [8] Los preservativos son los mismos para los dos males; pero no solamente no se nos enseñan, sino que los aprendemos únicamente por tradición, mezclados con absurdos inútiles o perjudiciales, y por añadidura se persigue a los propagadores de arte tan estimable. Los filántropos, guiados por sentimientos humanitarios, más aún que los explotadores a quienes inspira el cebo de la ganancia, son objeto de las calumnias y de las tropelías de los locos que gobiernan el mundo.
¡Mujeres que sufrís el triste y peligroso trabajo del amor forzado, sin voluntad; mujeres creadoras involuntarias de innumerables miserias, destinadas a sufrir y morir, atormentadas por el temor de aumentar el número de las víctimas y la intensidad de los sufrimientos, y vosotras, desgraciadísimas, que envejecéis desamparadas, ansiando en vano un poco de esas voluptuosidades cuyo exceso nos abruma, y cuya regular distribución causaría, vuestra felicidad y la nuestra! ¡Unámonos para el buen combate! ¡Conquistemos para todas juntas alegría, seguridad, maternidad dulce y libremente consentida en los límites que indican la procedencia y la ciencia tutelares! ¡Que nuestros sucesores vean en medio de la abundancia maternal del afecto de todos para todos, del culto de todo lo que es verdadero y bello, el principio tan deseado de la era de felicidad universal!
Confidencia recibida por
PAUL ROBIN
 
Folleto de 8 páginas, número 16 de la Biblioteca de «Salud y Fuerza» (revista neo-malthusiana ilustrada).
En otros folletos de la misma colección figura el siguiente anuncio:

«La mujer pública, por Paul Robin. Curiosa confidencia de una víctima de la 'Trata de blancas',
obrera productora del placer a precio convencional. 5 cénts. ejemplar.
Para distribución gratuita: paquete de 100 ejemplares franco de porte y certificado: 3,00 pesetas.»
 http://www.filosofia.org/aut/001/1908paul.htm

lunes, 18 de mayo de 2015

Piden que trabajo sexual sea reconocido como profesión en Nicaragua

Una propuesta para insertar al trabajo sexual dentro de la lista de profesiones reconocidas por el Estado de Nicaragua fue presentada hoy de forma verbal ante la Asamblea Nacional de ese país, informó una fuente legislativa.
La propuesta consiste en que las trabajadoras sexuales "estén insertadas en leyes que ya están aprobadas, como el Régimen de Seguridad Social, el Código de la Familia, y otras que se están aplicando", explicó a periodistas la presidenta de la Comisión de Asuntos de la Mujer, Juventud, Niñez y Familia, la sandinista Martha Marina González.
La diputada se reunió este martes a puertas cerradas con representantes de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Girasoles (RedTraSex Nicaragua), quienes están promoviendo que su ocupación sea regulada por las leyes nacionales.
Aunque la diputada, que representa al oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), no dio a conocer si la aspiración de la RedTraSex es realista en términos legales, reconoció la situación social de las trabajadoras sexuales.
"Ellas viven en una situación difícil, es un trabajo antiguo, pero todavía reciben discriminación y actos de violencia", sostuvo González. A pesar de ese contexto, la RedTraSex ya cuenta con el reconocimiento del Estado de Nicaragua, a través del Poder Judicial y el Ministerio de la Salud.
El 24 de abril pasado 18 trabajadoras sexuales recibieron certificados como facilitadoras judiciales, para que asistan de forma oficial a personas que necesitan acudir a los órganos de justicia y desconocen los procedimientos.
La RedTraSex también ocupa un asiento en la directiva de la Mesa Coordinadora de País sobre VIH/SIDA y en la Comisión Nicaragüense del Sida. Unas 14.486 mujeres se dedican al trabajo sexual en Nicaragua, de éstas el 14 % está organizada, según la RedTraSex.
 http://laestrella.com.pa/internacional/america/piden-trabajo-sexual-reconocido-como-profesion-nicaragua/23863477

The Global Dispatches Expert Commentary and Analysis Sex and Myth in Ancient Rome

An entertaining and informative look at the background to the myth of Romulus and Remus, with flying phalluses appearing from chimneys and sexuality in the Roman Empire; the innumerable brothels and the Roman obsession with subjugation - of all kinds.
Belligerent twins, Romulus and Remus are central to the myth of the founding of Rome. However behind this myth lie others, more startling and unearthly, with strong undercurrents of sexuality.  It was the poet Virgil who put mythology to the service of state power by inventing a Trojan ancestry for the twins and thus the Roman people, helping to consolidate Emperor Augustus’s power base and his claim to power. But behind Virgil’s sycophantic genius for creating institutional myths lie more visceral tales bound up with fertility rituals and the initiation rites of the early Romans.
The real myths are rather more extraordinary, involving flying phalluses, she-wolves, prostitutes, the god Mars and divine oracles and often had marked sexual connotations.  Sex was not something to be hidden or ashamed of in ancient Rome, but sexuality was strictly managed by the state. Brothels abounded, but all in the name of political stability and a strong desire to assuage the collective anxiety regarding fertility.
The primitive cult of the erect phallus and sexual dynamism was a key element of ancient societies.  Men went from being unaware of the purpose of their erections to venerating them unconditionally, once they made the reproductive connection. In every civilisation, from the very earliest, the male organ was considered to possess the power to ward off evil and increase fertility. Ancient Rome was no exception.
Flying phallus charms to ward off evil - Naples Museum of Archaeology
Flying phallus charms to ward off evil - Naples Museum of Archaeology
The earliest evidence of the cult of the phallus was found in Egypt where Isis, after the dismemberment of the body of Osiris, unable to find his penis, moulded an erect phallus to give to mankind so that they could worship it. From there, the cult of the phallus spread to Greece and then to Italy.
In ancient Rome, the phallus was not considered obscene or indecent as it is now. Plutarch, in his Life of Romulus, describes the incredible scene witnessed by Tarchetius, the cruel king of Alba Longa near Rome. One day, a huge phallus emerged from his hearth and started flying around his house.  He consulted an oracle who explained to him that this was the spirit of Mars, the god of war, expressing his annoyance with him, as he was impatient to see him sire a successor to the throne.
The only way to appease the god was to offer him a virgin. The oracle told him that the child born of this union would excel in virtue, fortune and strength (rhome). Tarchetius tried to convince his daughter to have sexual relations with this huge phallus but she refused, considering it undignified, and ordered a slave girl to take her place. From this union, twins were born, Romulus and Remus, who the perfidious king ordered should be abandoned near the River Tiber so as to kill them. Miraculously the river withdrew and a she-wolf came down from the mountains and suckled them.
Erotic wall painting from Pompei
Erotic wall painting from Pompei
In order to understand sexuality in the ancient world we must also bear in mind the mentality of the Roman civis, (a fully-fledged citizen of Rome). He had the right to impose his will on his family unopposed and had been brought up in the conviction that imposing oneself on one’s enemies through military might, and on one’s fellow citizens through rhetoric was the greatest of personal achievements.  Right from the earliest days of Roman civic life, the concept of being able to “overwhelm” was the supreme value, one that was applied when a man became a pater familias with the power of life and death over his wife, his children (for the duration of his life) and his slaves.  A confirmation of this social power was his right to sodomize his slaves, but only “actively”: passivity in a Roman was seen as a sign of depravity and something to be punished.
Sexual passivity in a free man is a crime, for a slave a necessity, for a freed slave a duty.
Seneca, Controversiae., 4.10
To ensure greater social stability, Roman men were allowed to frequent the many brothels, the lupanari, which were to be found in every city. In Pompeii alone there were 25 of them.  The brothels were dark, cramped, dirty and darkened by candle smoke.  There was a catalogue describing the services available, painted as frescoes on both the internal and external walls.  The “service” itself  lasted no longer than a few minutes, in fact the clients did not even take off their shoes – as evidenced by the numerous imprints of shoes on the stone beds. Rudimentary contraceptive devices were used:  rubbing oils, tampons soaked in lemon juice, potions and condoms made out of animal intestines.
The fee for a single “service” was 2 “asses” (coppers) which was the same as the price of a glass of wine at the time.  The reason for the fee being so low was a careful political calculation; the prostitutes, the gladiatorial games and the public baths all cost very little so that every Roman could enjoy the benefits. Above all it would mean that they would be more docile and malleable, thus leading to fewer riots and uprisings.  The Roman Senate knew that the serious uprisings all took place in major urban centres and in this way they did their best to prevent them from happening.
Homosexuality was considered a Greek vice and was very common, so much so that male prostitutes were far more expensive than their female “colleagues”.  Homosexuality between women was considered the worst of all depravities and was severely punished.
The she-wolf (la lupa) suckling Romulus and Remus
The she-wolf (la lupa) suckling Romulus and Remus from Rome's Capitoline Museum
The so-called “rigid morality” of the Romans did not prohibit prostitution at all, ensuring its status as the oldest profession on earth. Livy, in his Acca Larentia, tells us that the she-wolf who suckled Romulus and Remus was in fact a woman known as  lupa, (meaning she-wolf in Latin) – a prostitute who serviced the peasant farmers.  From her name comes, we are told, the word for lupanare (brothels) and perhaps the very name of Rome derives from the word ruma, a suckling breast.
The brothels were open all hours of the day and night and it was a common sight to see fathers taking their young sons there in the hope of satisfying their offspring’s primordial instincts – in order to avoid the disorder that can be caused by uncontrolled desire.  Strict order and control reigned in Roman society, and anyone who went beyond its clearly defined limits was severely punished. Young boys wearing a bulla (a type of pendant), matrons, free-born men and young girls from good families could in no way be importuned, but if they were, there was a very clear law, the lex Scatinia, which punished the offender with a fine of 10,000 sesterci.  Roman morality did not distinguish between the sexes, but it was highly attentive to social rank.
Prostitution was not a disgrace for those who worked in the brothels and prostitutes practised their profession of their own volition.  Just as a normal citizen might choose to become a gladiator, women could become prostitutes – but this choice was tantamount to social death. Prostitutes lost the right to vote, and had to dress in a special manner, but once they had declared their intention to become a prostitute in front of the Aedile (who was in charge of public order), they could practise their profession undisturbed. If we can believe the Roman playwright Plautus, frequenting high-class prostitutes was not really advisable, even though they might offer pleasure and gratification.  The downside was that they brought their patrons to psychological and financial ruin.  These vampire/courtesans were central figures in Plautus’s plays.
Priapus weighing his penis
Priapus weighing his penis
Even in pre-Roman society the phallus was seen to have propitiatory attributes, being frequently involved in the initiation rites of young boys.  On 17 March, during the feast of the Liberalia, the adulthood of young people was officially recognised and it is said that the male genitalia were openly worshipped in the name of the god Libero.  A huge phallus was placed on a cart which was driven first through the countryside and then through the city where at the end of the procession it was “crowned” by a matron of the nobility. Plutarch described one of these countryside festivals.
At the head of the group, there was an amphora filled with wine, mixed with honey and a vine branch, followed by a basket of figs, followed by the virgins who carried the phallus which with the fields were irrigated.
Plutarch (De cupiditate divitiarum, VIII, 527 D)
In Lavinium, these celebrations lasted a full month, during which time obscene language was used – the worst obscenities being thought to have the power to purify and make one fertile. The use of obscene language was very important – it gave the young men  the sense of virility that every true Roman citizen needed. The festival ended in the Temple of Jupiter where young boys officially enrolled for military service.
There are excesses from the past which to the modern mind may seem like picturesque rituals: such as Plutarch’s description of the falloforia organized by Ptolomey of Alexandria – a procession with celebrants carrying a 50-metre phallus covered in gold. The falloforia rite moved on to Ancient Greece where other solemn processions were held in honour of Priapus and Dionysus, in which once again large wooden phalluses were carried to ritual chanting. Surprisingly such traditions are not dead – even though the link to fertility and initiation rites may be a little hazy. Today in Japan for example, the Kanamara Matsuri (literally the festival of the erect penis) is held annually and is a lively descendant of these ancient rituals.
The Kanamara Matsuri "Falloforia" that is still held in Japan
The Kanamara Matsuri "Falloforia" that is still held in Japan

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Ludovico Pisani is an archaeologist currently studying at the University of Rome. He has worked on a variety of archaeological digs: that of Lucus Feroniae (Capena), Tor Vergata (Rome), Pyrgi (Santa Severa) and Gabii (Rome). He has also worked with the State Department of Archaeology in southern Etruria and Rome. He is currently working with the Vatican Museum.
 http://www.theglobaldispatches.com/articles/sex-and-myth-in-ancient-rome

miércoles, 13 de mayo de 2015

Georgina Orellana, trabajadora sexual

Con 28 años Georgina transmite en la fuerza de sus palabras la experiencia de haber ejercido durante 9 años el trabajo sexual en las calles de Buenos Aires. Sus reflexiones irrumpen en ELLA para interpelar la hipocresía moral de la sociedad que habitamos y para posicionar la autogestión de los cuerpos como forma de disputarle poder al capitalismo y sus formas de dominio y explotación del cuerpo de mujeres y hombres en la relación capital-trabajo. Pregunta Georgina, a modo de provocación en plenaria, ¿por qué es más digno ponerle precio al trabajo que se hace con las manos que ponerle precio al que se hace con la vagina?
Orellanoentrevista
EL COMIENZO
Antes de ejercer el trabajo sexual, Giorgina era niñera. Ella siempre se preguntó en qué trabaja la madre de los niños que cuidaba, porque trabajaba pocas horas y pasaba mucho tiempo con sus hijos, esto llamó su atención; pues ella venía de una familia donde la mamá, siendo empleada doméstica, pasaba muy poco tiempo con ellos. Una vez le dijo a la señora que quería trabajar de lo que ella trabajaba. “Es que yo soy lo que tú no crees que soy, yo no soy secretaria, yo ejerzo el trabajo sexual.” le contestó la señora. En ese momento a Georgina le jugó mucho la moral, el miedo al rechazo, hasta que decidió probar ofreciendo sus servicios como dama de compañía. No le pareció mal, lo que ganó en dos horas, se lo ganaba en una semana como niñera.
El trabajo sexual le permitió independizarse, se fue de la casa de su mamá, diciéndole que había conseguido trabajo como asistente administrativa. Comenzó a trabajar muy lejos de su casa para que nadie supiera, especialmente su familia, “las trabajadoras sexuales tenemos más miedo a eso que a estar presas, porque es el miedo al rechazo y la discriminación”, asegura. Al poco tiempo y luego de enfrentar junto a sus compañeras de zona problemas y obstáculos, inicia su militancia en AMMAR espacio donde recibió una serie de herramientas políticas y formativas que la ayudaron sacarse “la mochila de culpas” y por lo tanto a ganar autoestima y valor para sincerarse con su madre, quien nunca le había hablado de sexo.
Al contarnos sobre la conversación con su madre, Georgina expresa lo que su experiencia puede decir sobre la mayoría de las mujeres que ejercen el trabajo sexual: son mujeres con diversos roles sociales, entre ellos ser madres que hacen todo lo posible por cuidar y sacar adelante a sus familias: “Yo le dije a mi madre que como yo soy son la mayoría de mis compañeras, lo que pasa es que los medios de comunicación y la sociedad deposita en nosotras todas sus miserias”.
MATERNIDAD Y TRABAJO SEXUAL
A los 22 años tuvo un hijo, Santino. Y una relación que duró algunos años, pero que le hacía vivir una vida que no quería tener, atada al rol exclusivo de madre y esposa ama de casa. “El trabajo sexual te da una autonomía, con el dinero, con el tiempo, como no hay patronal elegimos días para trabajar, horarios y zona”. Toma la decisión de dejar esta vida, se separa y retoma la práctica de trabajo sexual. Enfrenta un juicio al que la somete el padre de su hijo para quitarle la tenencia. El juez sentencia a favor de ella, alegando que la prostitución no era un delito y que la evaluación de su hijo dio con que estaba en buenas condiciones de cuidado y protección.
Cuenta Georgina que “es muy estigmatizante explicar por qué ejerces el trabajo sexual delante de abogados, del padre de tu hijo. Ahí comenzó más fuertemente mis ganas de militar. Muchas compañeras sin llegar a juicio le entregan la tenencia de los hijos a los padre porque desconocen sus derechos”.
LO SEXUAL ES POLÍTICO
En el 2011, participa en el Encuentro de Mujeres que se hace en Argentina, donde conoció otras luchas que le explotaron la cabeza: “Esto es lo que yo quiero hacer. Desde este encuentro le dediqué más tiempo a la organización. La militancia te lleva a eso, a siempre querer militar más”. La incorporación en AMMAR le había permitido compartir historias, poniéndose en los zapatos de las otras compañeras, reconociendo sus problemáticas, de las que entendió que eran “por ser mujeres y no por ser trabajadoras sexuales”; aprendió sobre leyes, sobre derechos sexuales y reproductivos, sobre seguridad, el cómo cuidarse entre ellas y otras herramientas que transformaron su vida e incluso la de su familia, especialmente la de su madre que ahora la acompaña a actividades de la organización.
Una de las postura que defiende Georgina como integrante de AMMAR es contra las leyes prohibicionistas que se aprobaron en la Argentina y que establecen el cierre de cabarets, wiskerías, tascas, cualquier local donde puedan permanecer trabajadoras sexuales. Nos explica que este marco jurídico generó que todo se clandestinizara, y “ahí donde todo está oculto quedamos sujetas a cualquier tipo de explotación”
El desacuerdo en cómo se legislaron esas leyes tiene que ver con no haber sido escuchada, luego de muchos esfuerzos para incidir en sus contenidos y lo que implica no reconocerlas como sujetas políticas: “Por qué tienen que pensar por nosotras si nosotras somos mujeres pensantes. No todas las que ejercemos el trabajo sexual fuimos víctimas de trata”. Hay muchas historias diversas en este realidad. La mujer en otros trabajos gana mucho menos que el hombre y hace el mismo trabajo y el mismo esfuerzo, pero hay una desigualdad de salarios. Nosotras muchas veces ejercemos este trabajo por el tema económico, sobre todo porque el 86% de nosotras somos jefas de hogar, trabajar en los empleos a los que podemos acceder en el sistema no nos alcanza para sostener una familia.
El ejercicio del trabajo sexual pone sobre la mesa formas de comprender el poder y, mucho más allá, los desafíos para disputarselo al capital: “En lugares de poder no suele estar la mujer, siempre la mujer ocupa los lugares donde tenemos que cuidar, enseñar, pero ejercer el trabajo sexual nos da un lugar de poder: decidimos todo, cuándo vamos a trabajar, con qué cliente salir, cuánto le vamos a cobrar. El hombre va a comprar placer, a comprar fantasías, a que le ocupemos su soledad, que le escuchemos sus problemas. Todo lo que yo he leído sobre prostitución es sobre la mujer víctima, la mujer que no eligió, la pobre, pero lo que ha sido mi experiencia y lo que encontramos en la calle en otras historias vemos que no es así. Yo he compartido con otras trabajadoras, por ejemplo compañeras cajeras que no decidieron ser cajeras, trabajan 10 horas diarias y tienen que pedir permiso para ir al baño, o el obrero de la fábrica que tampoco eligió. Uno en el sistema capitalista no elige dónde y cómo quiere trabajar, todos están atravesados por situaciones de vulnerabilidad y explotación, donde la mayor ganancia se la lleva el empresario.
Hoy Georgina es una referencia en la lucha de las trabajadoras sexuales por ser reconocidas como trabajadoras formales con derechos para acceder a obra social, a hacer aportes jubilatorios, a trabajar en un marco legal, a pagarle al Estado y dejar de pagarle a la policía, a que se creen políticas públicas para todxs, ella asegura que este es un tema de clases y de lucha contra el capitalismo. Así pues, el trabajo sexual hace parte de un debate más amplio sobre la batalla cultural y política que debemos dar para transformar las concepciones moralistas que condenan nuestros cuerpos y sus posibilidades de producción, a las lógicas que mutilan el placer, subordinan a las mujeres y reproducen el capitalismo.

 http://faccionlatina.org/project/la-sociedad-deposita-en-nosotras-todas-sus-miserias/

Entrevista a Post-puta Feminista Melissa Gira Grant

La entrevistadora: Katie Cruz “activista feminista y académica”
Conocí a Katie en un café de Bricklane, una tarde de domingo que llovía mucho y que nos pusimos finas de té. Habíamos quedado para preparar una charla sobre la Renta Básica desde una perspectiva Feminista para una asociación de estudiantes. Yo, que soy muy de fetiches, tuve un crash intelectual con Katie a primera vista. Su discurso me recuerda un poco al del personaje que representa Maisie Williams en la película “The Falling”. Dulce, descarado y lúcido. Cuando nos conocimos, Katie acabada de defender su tesis doctoral sobre trabajo sexual y yo no podía parar de hacerle preguntas. Investiga sobre los límites legales del trabajo sexual como derecho laboral. Para su tesis, entrevistó a diferentes trabajadoras sexuales, utilizó datos etnográficos gracias a su involucración como activista en colectivos en defensa de las trabajadoras sexuales en Londres y lo empaquetó todo desde la perspectiva de la teoría política y legal feminista. Las conclusiones de su tesis giran alrededor de los siguientes ejes: la descriminalización del trabajo sexual, el reconocimiento de las trabajadoras sexuales como trabajadoras y el derecho a sindicalizarse en sus lugares de trabajo. También ha publicado artículos que relacionan marxismo y feminismo desde la perspectiva de la problematización de imaginarios laborales contemporáneos y tiene un futuro por delante como investigadora feminista que va a dar mucha caña en estos temas. 
Por esto y por muchas cosas más, me fascina Katie. 

La entrevistada: Melissa Gira Grant “post-puta y periodista”
Melissa Gira Grant (@melissagira) es escritora y periodista y cubre temas relacionados con sexo y política. Se metió a puta para poder financiar su carrera como escritora y ahora habla y escribe sobre ello ¿cómo no la voy a querer? Acaba de publicar un libro con la editorial Verso Playing the Whore: The Work of Sex Work”. Traducido, vendría a ser algo así como “El rol de Puta: El Trabajo del Trabajo Sexual”. En su libro, reta muchos mitos sobre la venta de sexo que vienen muy bien para rebatir argumentos abolicionistas. Le saca los higadillos a tesis relacionadas con la obsesión que tienen algunas en hablar sobre las trabajadoras sexuales como seres a quienes tener pena y rescatar. Al mismo tiempo, es muy crítica tanto con las condiciones de la Industria del Sexo como con su criminalización. 
Hace un par de semanas, Katie entrevistó a Melissa para la publicación RedPeppers y me pareció que ponían sobre la mesa temas muy refrescantes para contextualizar el debate que ha surgido estos días alrededor de la prostitución. Las preguntas sobre la relación entre movimientos por los derechos de las trabajadoras sexuales con el feminismo y las respuestas que profundizan sobre las condiciones materiales y laborales de las trabajadoras del sexo vs. discursos sentimentalistas de las abolicionistas, me parecen particularmente brillantes. 

Ahí va…

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Katie empieza así…

En su libro “Playing the Whore”, Melissa sostiene que las trabajadoras sexuales deberían tener espacio para discutir colectivamente sobre “cómo son tratadas sin que la gente les diga que lo que tienen que hacer es salir de la industria”. Hablé con Melissa sobre la historia, organización y demandas del movimiento de las trabajadoras sexuales (SWRM son las siglas en inglés de social workers rights movement).




Melissa, me gusta mucho tu descripción del SWRM en relación con otros movimientos y protestas, incluyendo su relación histórica con el feminismo. ¿Quién crees que se beneficia cuando los matices entre movimientos salen a la luz?
Para responder esto podríamos relacionarlo con los movimientos por el sufragio o por los movimientos en Estados Unidos por derechos de igualdad de género en el terreno laboral y encontrar el mismo tipo de argumentos. “Estas mujeres no quieren esto, la gente que quiere esto es sólo una pequeña mayoría”. “Si les preguntas, muchas mujeres te van a decir que están contentas con las condiciones que tienen”. “Estas mujeres están siendo mareadas por agitadores externos”. De la misma forma, se dice que las trabajadoras sexuales realmente no quieren sus derechos. Se dice que están siendo coaccionadas por los hombres de negocios de la industria para legalizar el trabajo sexual. 
Pero ,en Estados Unidos, las organizaciones que representan a la Industria del Sexo o a la Industria de los clubs de Strippers, están avanzando posiciones hacia perspectivas contrarias de las del SWRM. Así que el argumento de que “las Trabajadoras Sexuales quieren derechos para mejorar la Industria”, no se sostiene. Por ejemplo, desde la Industria no se trabaja por conseguir la descriminalización del Trabajo Sexual pero las Trabajadoras Sexuales sí lo hacen. Desde la Industria se intenta conseguir un modelo de negocio que les permita tener poder en el sector, que es las legalización, y lo que les permite seguir funcionando como negocio.
Es bastante injusto decir ,incluso con las mejores intenciones, que la única razón por la que alguien va a defender los derechos de las Trabajadoras Sexuales es por dinero. Yo lo veo como una manera de minimizar su capacidad de agencia así como su conocimiento sobre el tema y su capacidad de liderar el movimiento. De las Trabajadoras Sexuales que luchan por sus derechos se dicen cosas como “no les escuchéis, son incapaces de hablar por ellas mismas”. “Ellas no son los líderes, alguien las debe de haber puesto ahí”. Así que ,en lugar de interactuar con lo que dicen las Trabajadoras Sexuales, la gente les dice que no tienen derecho a hablar. 

Una cosa que me parece genial sobre tu libro es cuando hablas sobre la historia de las alianzas entre el SWRM y el movimiento feminista. ¿Nos podrías hablar un poco más sobre ello?
Esta historia es un poco complicada de entender. Yo solamente puedo hablar sobre mi propia educación en los Estados Unidos y aquí no hablamos sobre movimientos sociales o laborales. Este proceso de recuperar la historia de los movimientos y hablar sobre el poder de la gente de dentro de los movimientos para cambiar colectivamente las condiciones de sus vidas, es algo a lo que cada movimiento se enfrenta. A través de aprender sobre el movimiento feminista por parte de otras feministas, nunca escuché hablar sobre el SWRM como un movimiento feminista. Fue a partir de hacer investigación en archivos de gente como Carol Leigh, que tenía algo de material sobre los primeros movimientos de luchas por los derechos laborales de prostitutas, que encontré que trabajaron junto a movimientos que luchaban por conseguir salarios por trabajo doméstico.
De alguna manera, la sociedad en general no hace un buen trabajo en hablarnos (al SWRM) sobre el rol y el poder de los movimientos, creo que existe una falta de honestidad entre movimientos. Por ejemplo, no creo que sea  posible contar la historia de movimientos relacionados con mujeres sin hablar sobre las trabajadoras sexuales y hacerlas invisibles es un acto que esconde simplismo. 
Durante los últimos 30 años, los movimientos de mujeres han delimitado mejor su agenda, y algunas mujeres, como es el caso de las trabajadoras sexuales se han sacado fuera de esta agenda. Encima, hace unos 10 años, las trabajadoras sexuales empezaron a ser parte de la agenda de feministas mainstream que comparan trabajo sexual con violencia hacia las mujeres. Aunque las abolicionistas digan que no estigmatizan a las mujeres que venden sexo, hay algo que me resulta muy cargante sobre cómo generan odio hacia las trabajadoras sexuales. Esto hace que muchas trabajadoras sexuales se sientan deshumanizadas. Exactamente como la sociedad en general las imagina.

¿Crees que es importante desvincularse de los sentimientos de las abolicionistas para dar más visibilidad en el debate a que gente que vende sexo hable por ellas mismas? 
Creo que hay espacio para sentimientos tanto en los movimientos como en la política pero la conversación alrededor de trabajo sexual está demasiado dominada por la proyección y manufacturación de sentimientos. Por ejemplo, cuando se habla de espectáculos dramáticos de putas que se utilizan para que salgan al escenario y hablen de lo triste que es/fue su historia. En estas ocasiones, las historias se ponen como si tuvieran que representar a todas las personas que han trabajado como trabajadoras sexuales. Ante este caso, algunas trabajadoras sexuales se sienten presionadas para producir una contra-narrativa, para explicar que su trabajo fue fabuloso. No creo que lleguemos a ningún sitio mientras no tengamos oportunidades más diversas para que las trabajadoras sexuales hablen de lo que tengan que hablar sin la necesidad de conformar con uno u otro estereotipo.

¿A qué te refieres? ¿Al estereotipo de ser explotada o al de estar empoderada?
A la elaboración de discursos por parte de las trabajadoras sexuales que caigan en cualquiera de los dos estereotipos. 

Sugieres que las abolicionistas se enfocan en la dimensión de la representación de la sexualidad para hablar sobre trabajo sexual – “por ejemplo, el tanga, el chocho depilado o la chica de portada de PlayBoy”- mientras que no se fijan tanto en la realidad del mercado laboral, de la privatización, de la deuda.¿Podrías hablar un poco más sobre esto?
Si nunca has trabajado como Trabajadora Sexual, tienes acceso a formas de cultura popular que se supone que representan el trabajo sexual. Por ejemplo, clases de formación para bailar para strippers, chochos depilados etc. Se supone que éstos son indicadores de cómo la sociedad ve a las mujeres. De hecho, son cosas que el capitalismo quiere vender a las mujeres y no le importa si las mujeres se sienten empoderadas o no por parecerse a una chica portada de PlayBoy.
El capitalismo no suele estar en la agenda cuando se discute si las clases de formación para Strippers son empoderantes o explotativas, o para preguntarse cómo de joven es demasiado joven para hacerse la depilación Brasileña. Pero si no tienes experiencia personal, como mucho puedes tener sentimientos sobre los tangas o la depilación Brasileña. Y si sigues tus sentimientos puedes acabar haciendo una campaña para cerrar clubs de strippers etc. sin considerar que estas campañas acaban resultando en que gente que se dedica al trabajo sexual se quede sin trabajo. 
Esta es la distinción que me gustaría dejar clara. Este enfoque en sentimientos se basa en una relación causa-efecto que seguramente no exista y ,mientras tanto, los bolsillos de estas personas que trabajan en el trabajo sexual que –probablemente tengan pocas opciones- se resienten. Necesitamos dar un paso atrás y preguntar a gente que trabaja como trabajadoras sexuales qué piensan sobre su trabajo. Pero no hay espacio para esto en este debate tan polarizado.

Hablas sobre cómo las trabajadoras sexuales se representan a ellas mismas en el trabajo, y sobre cómo esto suele ser bastante diferente de su sexualidad en sus vidas privadas. En el estudio de Arlie Hochschild sobre las azafatas de vuelo, habla del trabajo emocional como “actuación profunda” y como trabajo reproductivo. Al mismo tiempo, también describe alienación que resulta de que el valor del trabajo esté sujeto a las “artes psicológicas” de los trabajadores.Creo que es difícil tener estas discusiones porque las posiciones abolicionistas lo toman como evidencia de que las trabajadoras sexuales deberían dejar de existir antes que de reorganizarse. ¿Crees que el trabajo de Hochschild ofrece un vocabulario interesante para discutir sobre Trabajo Sexual?
Mucha gente pregunta este tipo de cosas a las Trabajadoras Sexuales pero casi nadie se preocupa de preguntar lo mismo a camareras. Es decir, muy poca gente se dedica a agitar debates entorno a si las camareras están alienadas de sus trabajos porque tienen que sonreír a desconocidos mientras que se supone que sólo sonríes a tus familia o tus amigos. En este sentido, me parece que Elizabeth Bernstein que propone la categoría de “intimidad con fronteras” es interesante para entender lo que hacen las Trabajadoras Sexuales en su trabajo. Es decir, el hecho de que sea trabajo, produce y mantiene ciertas fronteras que lo separan de tu propia intimidad. 
También me pregunto si la razón por la que comercializar una parte de tu sexualidad (que no es tu sexualidad real) puede ser alienante es porque estás haciendo algo que la sociedad te dice que no es admisible. Esto es bastante diferente al tipo de alienación de alguien que preferiría estar en casa con sus propios hijos pero que tiene que ir a cuidar los hijos de otra. Me pregunto qué parte de la alienación en el Trabajo Sexual está en cómo este tipo de trabajo está entendido por tu cultura, en vez de por algo intrínseco al trabajo en sí.

Uno de los argumentos centrales de tu libro es que no hace falta que el trabajo sexual sea divertido o empoderarte para que sea legítimo y para que las Trabajadoras puedan tener acceso a protecciones laborales. ¿Qué tipos de argumentos crees que dificultan la extensión de la protección de las trabajadoras sexuales?
Uno de los retos es que mucho de lo que sabemos sobre organización laboral va sobre organización “a pie de fábrica”. Esto está cambiando, las fuerzas de trabajo son ahora más flexibles. Por ejemplo, los clubs strippers. Internet está cambiando mucho las cosas en la Industria del Sexo y ,muchas veces, las trabajadoras son autónomas. Entonces, la cuestión que surge es la de cómo trabajadoras cuyo único contacto es aparecer en la misma página web se pueden organizar. Incluso en los clubs no siempre puedes tener conversaciones en los vestuarios porque puedes tener consecuencias negativas. Es como en otros tipos de trabajo, cada vez hay más gente trabajando en espacios física o socialmente fragmentados. La hora del bocadillo en la que la gente se podía organizar se ha perdido para muchos.
Una trabajadora sexual vino a uno de mis eventos y le dijo a alguien que las Trabajadoras Sexuales ya han pensado sobre cada una de las posibles posibilidades de organización y sindicalización. Pero la razón por la que esto no sucede es bien porque las trabajadoras creen que es una buena idea pero no tienen los recursos o porque no creen que es una buena idea. Necesitamos que las Trabajadoras Sexuales tengan recursos para organizarse, y para esto tenemos que deshacernos de las leyes que criminalizan las Trabajadoras Sexuales. 

Como has dicho, las Trabajadoras Sexuales se organizan pero no de las “formas tradicionales”. Algunos colectivos en el Reino Unido como x:talk Project o Sex Worker Open University están haciendo trabajo muy interesante. ¿Cuáles dirías que son las demandas más interesantes que se hacen desde estos movimientos?
Una de las cosas que me parecen más interesantes de ahora en Estados Unidos, es Monica Jones, una mujer que está luchando contra su acusación en Arizona por cargos relacionados por prostitución. Raramente la gente se alza y lucha por sus cargos relacionados con la prostitución. Las cortes no están diseñadas para darte un juicio justo. Pero el hecho de que esta mujer, de raza negra, trans y activista esté luchando por sus propios derechos es muy inspirador. Y lanza muchas preguntas interesantes sobre la política, la violencia y la radicalización de ciertos perfiles. Dice mucho sobre los riesgos que la gente es capaz de sacar en público ,por qué lo hacen, y cómo los podemos apoyar. 
Quizás habrá un cambio legal que venga con ello. El hecho de que esta mujer esté ahí luchando por sus derechos y que ,esto, pueda llevar a debates sobre cambios de ley es tremendo. Su visibilidad pone el foco en los derechos de las trabajadoras sexuales pero también en los derechos de las mujeres trans así como en las mujeres de raza negra y en cómo ciertas políticas perjudican a las personas en diferentes maneras.
 
 http://www.leticia-roig.blogspot.com.es/?m=1#!http://leticia-roig.blogspot.com/2015/05/entrevista-puta-feminista.html

martes, 12 de mayo de 2015

Testimonio de una prostituta en México, en el día de la madre

 las condiciones son duras, pero las mujeres obtenemos más dinero realizando prostitución que la mayoría de trabajos, si es que hay trabajo,mientras no haya garantizados unos mínimos de supervivencia, las personas, las mujeres asumimos riesgos.



 http://www.hoyestado.com/2015/05/soy-madre-y-trabajadora-sexual/

Karina Ruiz – Mayo 10, 2015 
Su nombre es lo de menos, tiene 35 años y a los 14 tuvo a su primer hijo.
“Ser madre es lo mejor que te puede pasar, pero cuando crecen ya no es lo mismo… son más problemas”.
Ella es una mujer atractiva, de piel blanca, ojos grandes, expresivos y largas pestañas; su cabello rizado lo sostiene con una coleta; su figura ya no es espigada, no después de tres hijos.
“Busqué trabajo, pero está de la chingada… no me quisieron dar”.
Después de un mes sin ingresos, volvió a las banquetas, “debía una renta y ya se me venía la otra”.
Ahora, ya son 17 años ejerciendo la prostitución, oficio que implica un riesgo, tanto por su salud como su integridad física.
Como cualquier ama de casa, se levantan temprano para dar el desayuno y llevar a sus hijos a la escuela, de ahí se dirigen a su zona de trabajo, cambian los pants o jeans por escotados y cortos vestidos y altísimos tacones. Aguardan a los clientes.
Pasa el tiempo, nuevamente se cambian de ropa, van por los niños a la escuela y hacen de comer; más tarde regresan a su esquina, esperando haya suerte y ganar más dinero.
Elvira Madrid, presidenta de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, A.C. externa su admiración por estas mujeres, algunas de la tercera edad.
“Ser mamá es el papel más difícil como mujer, independientemente de todo y más como trabajadoras sexuales, por
todo el estigma que hay en la sociedad”
“Son las ganas de vivir y salir adelante, porque saben que si ellas no lo hacen, ¿quién? Hay las que tienen a sus hijos presos, necesitan el dinero. Algunas hasta licenciatura le pagaron a sus hijos”
Al preguntarles cómo celebran el Día de las Madres, responden:
“¡Trabajando!” El 10 de mayo, las promotoras de la brigada compran rosas, salen a la calle y se las entregan.
“Al darles la flor, les dejamos mensajes como: ‘Quiérete como mujer, sé feliz y haz lo que tú decidas’”.

Realidad difícil de enfrentar

Para los hijos de estas mujeres no es sencillo, pero son ellas las que deben encararlo antes de que se enteren por otras personas.
“Hubo un operativo anti trata, y una de ellas salió en el periódico, esposada y afuera del hotel; su hijo de 14 años y que cursaba la secundaria, no aguantó la presión, pues de ‘hijo de puta’ no lo bajaban; se ahorcó en el baño”.
Parte del trabajo de Elvira es hablar con los hijos, les aclara que si están ahí es porque no tienen otras oportunidades, ya que muchas no saben leer ni escribir.
“Es mejor que ellas lo digan desde su corazón, cada quien se gana la vida como puede; si lo esconden van a pensar que es porque les gusta y no por toda la necesidad que hay”.
En números
  • 70% son madres solteras
  • 82% de las trabajadoras sexuales atendidas por la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer en todo el país, tienen hijos
  • En promedio a los 16 años de edad tienen su primer embarazo
  • 150 hijos becados por la brigada

Expertas internacionales en trata y trabajo sexual debatirán el sábado en Madrid


·         La jornada está organizada por el Colectivo Hetaira entre las actividades de conmemoración de su 20º aniversario 
·         El título del encuentro es “Efectos colaterales de las políticas actuales y mejora en la protección de las víctimas”

 [07/05/2015] El próximo sábado, 9 de mayo, a las 11 horas, tendrá lugar en Madrid la presentación de la Jornada internacional de debate sobre Derechos Humanos, trabajo sexual y trata bajo el título “Efectos colaterales de las políticas actuales y mejora en la protección de las víctimas”. Organizada por el Colectivo Hetaira como parte de las actividades de conmemoración de su 20º aniversario, su objetivo es analizar los discursos sobre prostitución, poner orden en os conceptos y dar respuesta a  las diferentes realidades que hay tras los términos trabajo sexual y trata.
La primera mesa redonda, Efectos colaterales en las políticas de lucha contra la trata de seres humanos: terminología y praxis, participará junto a la activista y cofundadora de Hetaira, Cristina Garaizábal, la feminista e investigadora social Gail Pheterson, autora de entre otros “El prisma de la prostitución” o compiladora de “Nosotras las putas”.
En la mesa de la tarde estarán la investigadora Marjan Wijers, cofundadora de Rights4change.org y presidenta del grupo de expertos sobre tata de la Comisión Europea entre 2003 y 2007; Clarissa Velocci, de la Asociación Genera por los derechos de las mujeres en situación de exclusión social; Marta González, de Proyecto Esperanza, que acoge a las víctimas de trata con fines de explotación; y Ninfa, trabajadora sexual y activista del colectivo Hetaira.
La puesta en común de los diferentes prismas de la prostitución puede ayudar a esclarecer la tantas veces interesada confusión entre trata y trabajo sexual, aquél que se ejerce por decisión propia y que se invisibiliza tras cifras falsas.
Para entrevistas con las personas invitadas pueden ponerse en contacto en los siguientes números de teléfono: Hetaira  915232678; Mamen Briz 658468541; Cristina Garaizabal 646880652

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Colectivo Hetaira
www.facebook.com/colectivohetaira
@c_hetaira
www.colectivohetaira.org

sábado, 9 de mayo de 2015

Nota de Prensa del Colectivo Hetaira. Jornada Internaciona de debate sobre Derechos Humanos, trabajo sexual y trata


Jornada internacional de debate sobre Derechos Humanos, trabajo sexual y trata
Expertas internacionales en trata y trabajo sexual debatirán el sábado  9 de mayo en Madrid
·        La jornada está organizada por el Colectivo Hetaira entre las actividades de conmemoración de su 20ºaniversario 
·        El título del encuentro es “Efectos colaterales de las políticas actuales y mejora en la protección de lasvíctimas”

 [07/05/2015] El próximo sábado, 9 de mayo, a las 11 horas, tendrá lugar en Madrid la presentación de la Jornada internacional de debate sobre Derechos Humanos, trabajo sexual y trata bajo el título “Efectos colaterales de las políticas actuales y mejora en la protección de las víctimas”. Organizada por el Colectivo Hetaira como parte de las actividades de conmemoración de su 20º aniversario, su objetivo es analizar los discursos sobre prostitución, poner orden en os conceptos y dar respuesta a  las diferentes realidades que hay tras los términos trabajo sexual y trata.

La primera mesa redonda, Efectos colaterales en las políticas delucha contra la trata de seres humanos: terminología y praxis, participarájunto a la activista y cofundadora de Hetaira, Cristina Garaizábal, lafeminista e investigadora social Gail Pheterson, autora de entre otros “El prisma de la prostitución” o compiladora de “Nosotras las putas”.