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Dice Verónica Monet en la solapa de Pagando por ello que esta reciente novela gráfica de Chester Brown (Montreal, 1960) es "una representación sincera y fiel de la prostitución de clase media desde el punto de vista del cliente medio". La activista sexual, antigua chica de compañía y cortesana continúa: "El lector hará bien en leer el epílogo y los apéndices donde Chester Brown arremete contra los argumentos en contra de la prostitución con claridad, lógica y una impecable atención al detalle". Pues bien, estos dos son los ejes del fenomenal libro de Brown sobre su experiencia como putero: la representación y la argumentación.
Dice Verónica Monet en la solapa de Pagando por ello que esta reciente novela gráfica de Chester Brown (Montreal, 1960) es "una representación sincera y fiel de la prostitución de clase media desde el punto de vista del cliente medio". La activista sexual, antigua chica de compañía y cortesana continúa: "El lector hará bien en leer el epílogo y los apéndices donde Chester Brown arremete contra los argumentos en contra de la prostitución con claridad, lógica y una impecable atención al detalle". Pues bien, estos dos son los ejes del fenomenal libro de Brown sobre su experiencia como putero: la representación y la argumentación.
En cuanto a lo primero, Brown demuestra aquí una absoluta madurez narrativa, un dominio total sobre la planificación y el ritmo y un estilo exquisito basado en la síntesis gráfica y temática, en la repetición y en la elipsis, recursos que acercan el producto al minimalismo. Todo lo dicho es apreciable en anteriores trabajos de Brown como Louis Riel, Nunca me has gustado o El Playboy, pero remarco aquí los términos madurez y exquisitez, pues el canadiense se supera con cada nuevo trabajo y Pagando por ello alcanza, en mi opinión, cotas de excelencia formal por su eficacia y su ya citada claridad.
Argumentalmente, la novela gráfica se suma a los trabajos autobiográficos de Brown, herederos en parte de los de su amigo el histriónico Joe Matt, a quien va dedicado el volumen y a quien, como sigue, se le reconoce la deuda en la dedicatoria: "sus cómics (…) han sido y son para mí una fuente de inspiración". En este sentido, la también afirmación de Monet "el libro de Chester Brown no trata otros tipos de prostitución como la de las chicas de compañía de lujo y el enrarecido mundo de las cortesanas" sencillamente denota que Pagando por ello es, antes que nada, la puesta en escena de una experiencia personal, el retrato de las obsesiones íntimas de su autor, no un tratado sobre prostitución.
Sin embargo, tal como se describe a sí mismo, Brown parece un tipo reflexivo, capaz de comprometerse con una idea hasta sus últimas consecuencias, pero dialogante, dispuesto a confrontar sus puntos de vista con los de los demás. Esta querencia al diálogo sustenta el segundo eje del libro, la argumentación. Haciendo uso de una fenomenal documentación, Brown se permite estructurar con firmeza un discurso a favor de la descriminalización de la prostitución y en contra del ideal de amor romántico. Este discurso subyace, y a veces se explicita, a lo largo de todo el tebeo y alcanza el rango de ensayo fragmentario en los jugosos apéndices y notas que, continuando la estrategia textual que caracterizaba Louis Riel, complementa y enriquece la lectura de las viñetas. El discurso es firme porque Brown, tolerante y respetuoso donde los haya, se alinea constantemente a favor de lo que Seth, en sus propias notas en los apéndices, denomina "la inviolabilidad del derecho a la propiedad". Para dejarlo más claro, esa feliz coda de la lógica capitalista y la filosofía libertaria se concreta en Pagando por ello en una encendida defensa del derecho a la propiedad privada del propio cuerpo.
Polémico, interesante, formativo, esclarecedor, sincero y hermoso, el libro de Chester Brown ofrece mucho más que la mayoría, por el mismo precio.
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