Orgullosa, contenta y emocionada de que haya trabajadoras sexuales, tomando iniciativas para luchar por los derechos del trabajo sexual
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Laura
lleva 20 años ejerciendo la prostitución. Ahora, está licenciada en
Derecho emprende un desafío legal sin precedentes: anular la ley que
penalizará en Irlanda del Norte a quienes paguen por sexo
AutorCelia Maza. Londres
Fecha
Lee es contundente: “Si se aplica el mismo modelo, el Estado tendrá las manos manchadas de sangre”. Un equipo de abogados se ha puesto a su disposición, activistas de ambos lados del Atlántico le han mostrado su apoyo y están recogiendo dinero a través de crowdfunding porque están dispuestos a llegar hasta la Corte de Estrasburgo si fuera necesario.
La ley de tráfico y explotación humana –que contiene la polémica cláusula seis– fue promovida por Lord Morrow –del Partido Democrático Unionista (DUP)– y aprobada con el apoyo de todas las formaciones, a finales del año pasado.
“Lo único que van a conseguir es incrementar la violencia y que los trabajadores seamos menos propensos a denunciar crímenes a la policía. En definitiva, la industria va estar aún más estigmatizada”, explica a El Confidencial. “Lo que me parece increíble es que se haya empezado esta cruzada moral cuando toda evidencia muestra que la despenalización es la única manera de mejorar el bienestar de quienes trabajamos en esta industria”, añade.
¿Es hora de regular la prostitución en el Reino Unido? El debate está encima de la mesa. Pero ¿cuántos la ejercen libremente y cuántos son forzados por el control de las mafias? Ahí está la clave.
La ONG Ruhama, con base en Dublín, ayuda a prostitutas desde 1989 y considera que penalizar la compra de sexo tendría un efecto disuasorio importante. “Vemos el daño hecho por la prostitución y sabemos que los beneficios no van a las mujeres que trabajan, sino a las bandas criminales”, señala Gerardine Rowley.
Por su parte, Julie Bindel, activista y fundadora de Justice for Women, asume que “por supuesto que hay hombres y mujeres que optan por entrar en el comercio sexual y están dispuestos a permanecer por mucho tiempo”. Pero matiza que “las leyes no se pueden basar en las experiencias de una minoría”. “La ley de Irlanda del Norte que hace frente a la demanda, reduce el mercado y, por lo tanto, reduce la violencia y el daño tan inherente a este sector. Ninguna de las mujeres que trabajan en Suecia ha sido asesinada y, sin embargo, en los países donde está legalizada la industria del sexo, como Alemania y los Países Bajos, ha habido un número significativo de víctimas mortales”, apunta.
Sin embargo, Lee, que conoce de primera mano la realidad de Irlanda del Norte, asegura que justificar la nueva normativa apoyándose en el tráfico humano es una absoluta “farsa”. “Aquí es como si se viviera 40 o 50 años por detrás. Es una sociedad aún sumamente tradicionalista con partidos políticos arraigados a creencias cristianas. Quieren hacer lo que sea para acabar con la prostitución y punto. Pero que no se escuden en lo que no es. En el último año, no ha habido ni un solo caso de mafias que traficaban con mujeres, pero sí se han registrado 70 casos de violencia y desde 1990, 149 personas han sido asesinadas”, explica.
Madres que ejercen en casa
Según las últimas cifras oficiales, en Irlanda del Norte –cuya población es de 1,8 millones– hay alrededor de 20 trabajadores sexuales que ejercen en la calle y unos 300 que están en locales o viviendas privadas. La investigación encargada por el departamento de Justicia reveló que sólo el 2% de las personas dedicadas a esta industria están a favor del llamado “modelo sueco”, el 61% teme que vayan a estar menos seguros y el 85% está convencido de que no va a reducir el tráfico sexual.Según Lee, la mayoría de las personas que se dedican a esto lo hacen de manera independiente y el 70% son madres solteras intentando sacar adelante a sus hijos. “Nadie tendría que tener el poder de quitarles esa opción. Belfast es una ciudad, pero realmente tiene un ambiente de pueblo. Todo el mundo se conoce. Hay muchas madres que ejercen la prostitución en su casa cuando el niño está en el colegio porque no tienen recursos, pero si ahora los clientes tienen miedo de acabar con una ficha policial dejarán de visitarlas y ellas se quedarán sin dinero”, explica.
Aunque Lee vive en Glasgow desde 2003, viaja constantemente a Dublín y Belfast para ver a sus clientes. “Allí siempre hay mucho movimiento. Ya tengo mis clientes regulares. El hecho de que sea irlandesa les gusta y tengo que decir que la mayor parte del tiempo disfruto con mi trabajo”, dice.
“Nunca habrá una sociedad sin prostitución”
Se niega a revelar lo que cobra por cada servicio, pero asegura que puede compatibilizarlo con sus estudios y llevar un nivel de vida normal. Ya tiene la carrera de Derecho y ahora está a punto de finalizar Psicología. En el futuro, le gustaría trabajar ayudando a prostitutas. “La prostitución no puede ser erradicada. Nunca ha habido ni nunca habrá una sociedad sin personas que vendan sexo. Y una vez que se haya aceptado esto, las prioridades deben cambiar. La atención debe centrarse en mantener la seguridad de aquellos que trabajan voluntariamente en el negocio y ofrecer apoyo real a los que quieren salir”, añade.Su modelo a seguir, sin duda, sería el de Nueva Zelanda. La prostitución se legalizó en 2003 y desde entonces, la violencia y enfermedades de transmisión sexual han disminuido considerablemente. Por otra parte, no existen prostíbulos en cada esquina, como se temía antes de aprobar la ley.
Aunque Lee se muestra muy discreta con su vida personal –no quiere hablar de nada relacionado con su actual pareja–, insiste en que su hija la apoya en la batalla legal que está a punto de comenzar y que incluso algunas veces la acompaña a manifestaciones. “Lógicamente es difícil explicar a tu hija a lo que te dedicas. Y ahora que soy una persona que aparece en los periódicos, más aún, pero en el colegio se están portando genial. Yo hablo mucho con ella. Empecé contándoselo poco a poco hace años. Primero le dije que acompañaba a gente que estaba sola…. Es difícil. Y es un proceso muy largo. Pero sobre todo le decía que no era nada malo ni tampoco nada ilegal”, matiza.
Con la legislación actual, está prohibido vender sexo, pero las prostitutas pueden ejercer su profesión en apartamentos o habitaciones de hotel siempre y cuando puedan demostrar que actúan de manera independiente, como hace Lee.
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