Hace un tiempo, los vecinos de esta zona iniciaron su batalla contra las prostitutas de sus calles. Hoy ya apenas existe. Si, las ordenanzas cívicas y la crisis funciona. La cuestión que planteo es que será de esas personas, porque lo más seguro es que sigan en situación de vulnerabilidad y en condiciones peores, pero, claro, ya no se verán las miserias...y como no se ve..no existe..si, esta es la maravillosa sociedad en las que estamos inmersos.
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La prostitución callejera está en declive. Cada vez son menos las prostitutas que frecuentan la avenida Joaquín Costa y su entorno, y los vecinos lo notan. El aumento del control policial sobre esta actividad y la bajada de clientes son las principales causas que han originado esta situación.
Desde la entrada en vigor de la ordenanza que prohíbe ejercer la prostitución en los espacios públicos, tanto el número de chicas que frecuentaban la zona como el de hombres que acudían buscando compañía han disminuido. La normativa, que sanciona a las mujeres y a los clientes, ha comenzado a disuadir a ambos colectivos.
Pero este no es el único motivo que ha provocado esta tendencia. La situación económica también está influyendo de lleno, ya que hace que baje el número de usuarios que acuden en busca de favores sexuales.
Desde Cruz Roja, organización que atiende y ayuda a este colectivo, se constata esta realidad. Antes de la puesta en marcha de la ordenanza municipal, esta institución tenía contabilizadas a unas 20 personas que se dedicaban a la prostitución en las calles de Badajoz. Sin embargo, en estos momentos la cifra no supera la docena.
De hecho, antes de que se registrase este descenso, los voluntarios del Programa de Unidad Móvil de Emergencia Social tenían programada una salida específica para visitar a este colectivo de mujeres. En cambio, ahora las ven durante las intervenciones que llevan a cabo para atender a las personas sin hogar. «Dentro de este plan para las personas sin hogar estamos actualmente atendiendo a unas 50 personas cada día. En ellas están englobadas mujeres que trabajaban en la prostitución. Ahora tienen menos trabajo y, obviamente, menos ingresos. Esta pérdida de poder adquisitivo hace que necesiten otros recursos y ayudas. No hay que olvidar que estas personas se ven obligadas a ofrecer sexo en la calle para salir adelante. Si no pueden hacerlo su precariedad se intensifica y eso conlleva a que sufran una situación de mayor vulnerabilidad», explica Jesús López Santana, portavoz de Cruz Roja.
Pero esta nueva realidad no ha hecho que las prostitutas desaparezcan del todo. Según explica López Santa, algunas permanecen en la misma zona en la que han trabajado hasta ahora. Ante el aumento de vigilancia, tanto las mujeres como los clientes se han visto obligados a extremar las precauciones. «Se nota que vienen muchas menos que antes, pero aún siguen estando aquí», afirma Rosario Villa, vecina de la calle Joaquín Sama.
Otras tantas han optado por acudir a otros espacios menos controlados y en los que pueden pasar más desapercibidas. «Escogen aquellos lugares en los que son menos vistas», señala López Santana.
Otro grupo, incluso, ha decidido marcharse de Badajoz. El portavoz de Cruz Roja recuerda que hay muchas chicas extranjeras en la capital pacense (sobre todo de Europa del este y Portugal, aunque también latinoamericanas) ejerciendo la prostitución. Varias de ellas se ha visto obligadas a regresar a su país de origen. «Cruz Roja, además de darles asesoramiento jurídico o laboral, también les informa del programa de Retorno Voluntario, ya que muchas de ellas están interesadas en volver», apunta.
Quienes también notan el descenso de esta actividad son los pacenses que viven en el entorno de la carretera de Circunvalación (la calle Joaquín Costa, Joaquín Sama y adyacentes). «Aunque no se ha eliminado del todo, es verdad que vienen muchas menos. Si antes había unas 15 o 20, ahora son 3 o 4. Además, cuando escucho jaleo en la calle y me asomo, el hombre que está controlándolas les dice que se vayan porque sabe que voy a llamar a la Policía», asegura Rosario Villa.
Los vecinos se sienten satisfechos al comprobar que hay menos mujeres que se dedican a esta actividad por la zona. «Aunque lo que queremos es que desaparezca del todo. Para eso tiene que haber más vigilancia, seguridad y aplicar la ordenanza», manifiesta Villa.
José María Soriano, presidente de la asociación de vecinos del Casco Antiguo, corrobora que la seguridad y la tranquilidad han ido a mejor durante estos últimos meses en estas calles. «No parábamos de escuchar gritos, voces y discusiones. Había mucho jaleo. Era una actividad que generaba muchas molestias», advierte Villa. «No era agradable verlas allí», agrega por su parte Agustina Méndez, otra vecina.
Soriano confía en que esta situación mejore todavía más en el futuro. «Creo que prosperará cuando comience a funcionar el mercado de Santa Ana como biblioteca. Este centro atraerá a más personas y por la zona habrá más movimiento. Eso siempre es positivo y hace que un barrio sea más habitable», concluye Soriano.
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