El presente trabajo investiga cómo el personaje de la prostituta, más allá de
constituir una de las más cristalizadas alegorías en el imaginario de la modernidad, se
sostiene a lo largo de la historia de la literatura occidental como una recurrente
alegoría que se revitaliza en momentos de transformaciones estructurales en la
historia. Si bien la notoria polivalencia y flexibilidad del signo-prostituta la
configuran en uno de los tropos de mayor amplitud de significación en su relación con
la vida moderna, cabe preguntarse de dónde surge esa capacidad semántica de la
protagonista del “oficio más antiguo del mundo”, y cómo se proyecta en la
modernidad de otros horizontes como el latinoamericano
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