Soy Montserrat Neira, prostituta desde hace 25 años, e investigadora social de la prostitución. Hablo pues con conocimientos etnográficos. Lo primero de todo es que hay que dejar de utilizar prostitución como sinónimo de trata. En España ni mucho menos hay la magnitud de esclavas sexuales que se pretende hacer creer,esto es el 95 % de las mujeres que ejercen la prostitución son esclavas, y me remito a los mismos informes de la GC y de los diferentes balances, si queremos hablar de cifras, las cifras reales,podriamos estar hablando del 15 %, tal y cómo indican esos informe (leerlos atentamente) pero es cuestión de datos ni que sean mil ni que sean 10, contra la esclavitud, contra toda la esclavitud, tanto textil, agrícola, mendicidad, de seres humanos, se ha de luchar, recuerdo que la esclavitud ya se abolió en el pasado pero no se ha erradicado, y ahora se llama, trata. Otra cosa es si hablamos de los prostíbulos y las condiciones en las que se ha de ejercer, ya que la prostitución por cuenta ajena, no existe juridicamente por lo que estos "empresarios" pueden poner las condiciones que quieran, pero como todos ya sabemos, las condiciones que vulneran derechos y de extrema explotación está pasando en miles de trabajos que se realizan por diferentes profesionales de diferentes sectores; entonces lo que prima es un estatuto de los trabajadores en el que se protejan los derechos de las personas que están ejerciendo la prostitución, entre ellos, derecho a poder elegir el cliente y las prácticas sexuales que quiera realizar, así como un horario de no más de 40 horas semanales. Lo que ha pasado en Holanda es que la misma Ley que reconoce el trabajo sexual solamente permite que sea la ciudadanía europea la que pueda darse de alta, por lo tanto inmigrantes de otros países dependen de las mafias, ya que no pueden trabajar de manera legal. En Suecia, han eliminado la prostitución de calle pero no en los pisos dónde se ejerce en la invisibilidad y son vulnerables, y en realidad es una política con criterios racistas y anti-migración. Para luchar contra la vulneración de los Derechos en el Trabajo -sexual, existen en todos los países diversas asociaciones que son exclusivamente de personas que ejercen el trabajo sexual http://www.nswp.org/ (Global Network of Sex Work) en España están AMTTTSE en Málaga (más de 200 mujeres del Polígono Gualdahorce y APROSEX, en Barcelona. Intercambiar sexo y compañía por dinero, mientras sea un pacto entre dos adultos, no tiene porque ser malo, ni vejatorio ni indigno. Lo que hay que luchar es contra el estigma para que las personas que ejercen la prostitución, no sientan miedo, ni vergüenza ni culpa y puedan hablar sin la opresión social de la discriminación que o las etiqueta de víctimas o de sucias.Si tengo que decir, como ya he dicho, que estoy en contra de que las discotecas hagan este tipo de "ofertas", basicamente porque ha de ser la persona que ejerce la que tenga el control ha de ser ella la que decide, con quién y a qué precio. Finalmente dos cuestiones, hablen sin prejuicios y sin juzgar con las personas que ejercen la prostitución, y si realmente hay datos de que el 95% de las mujeres son víctimas de trata todas estas personas que lo afirman son cómplices de delitos lessa humanidad por no crear una plataforma y ser acusadores particulares contra el Estado que tienes que ser llevado a los Tribunales de derechos Humanos por permitir la esclavitud en su territorio. Así que menos opinar, más esforzarse por conocer la realidad, y más acción contra las injusticias sociales.
Montse Neira, prostituta e investigadora social.
Prostitución: menos escándalo, más realidad
15 julio 2014Por María Pazos
Si todo lo que concierne a la ideología patriarcal está impregnado de emocionalidad, el asunto de la prostitución se lleva la palma. Cuando se habla de prostitución todo se desdibuja, se trastoca, se confunde, hasta tal punto que cualquier parecido con la realidad puede ser pura coincidencia.
Un ejemplo es esta ‘noticia’, repetida en similares términos en muchos medios: bares ofrecen felaciones ‘a cambio de copas gratis’, o incluso ‘a cambio de barra libre‘. Contrariamente a la imagen que sugiere el titular (chicas emborrachándose ‘gratis’), se trata de un caso de proxenetismo con luz y taquígrafos: el propietario del bar paga a mujeres por prestar servicios sexuales a terceras personas. Esto sería así aunque la forma de pago fuera en copas, cosa que además nadie en su sano juicio se tragaría si se pusiera a pensar.
El Código Penal español castiga el proxenetismo con penas de dos a cuatro años, también para ‘aquel que obtenga beneficio de la prostitución de la víctima, aunque esta lo hubiera consentido’. Sin embargo, ni siquiera el Instituto de la Mujer llama al fenómeno por su nombre. Si esto se hiciera, en lugar de escandalizarse, bastaría con detener y juzgar a los culpables del delito, que bien local-izables están.
Para comprender la prostitución basta con abandonar el escándalo y mirar el fenómeno en profundidad. Tenemos los informes de la Guardia Civil o de la Defensoría del Pueblo y otros muchos, así como múltiples estudios.
Así, se comprueba el aumento del flujo de trata de mujeres hacia los países en los que la prostitución se ha legalizado (Holanda, Australia). Se comprueba también el descenso radical de dicho flujo en los que, como Suecia o Islandia, han adoptado leyes que penalizan la compra de servicios sexuales y protegen a las prostitutas, que en estos países se llaman “prostituídas” porque en general son víctimas de la trata (en España al menos el 95% lo son, según la Guardia Civil).
Cuando la realidad no está presente en nuestra mente, ese vacío es ocupado por las especulaciones. Algunas personas dicen que este es un oficio como otro cualquiera, y por tanto nada más lógico que incluirlo en la Seguridad Social, como proponen los inspectores de hacienda, o en el PIB, como exige la Unión Europea desde 2016.
Muchas otras actividades humillantes son hoy penalizadas y/o rechazadas socialmente: comprar órganos, alquilar úteros o hasta hacerse limpiar las botas a cambio de dinero. Pero la prostitución se trata con otros parámetros. De hecho, hay personas que considerarían humillante hacerse servir una copa de rodillas, pero les parecería normal pagar porque una persona se ponga de rodillas y le haga una felación. Es cuestión de sensibilidad social, que se tiene o no se tiene. Se ve o no se ve a una persona humillada detrás de esa chica.
Yo tengo una amiga que trabajó hace muchos años en un antiguo Top-less (su ‘trabajo‘ consistía en conseguir que el cliente pagara el máximo número de copas, aunque en realidad ella bebía agua coloreada). Mi amiga, que hizo esto mientras no tuvo otro remedio para mantener sola a su hijo pequeño, me contaba que para ella lo peligroso, a lo que se negaba, era quedarse a solas con el “cliente”. Así que hacer felaciones en público ni siquiera es lo peor de la prostitución.
Lo peor, si cabe, es el horror que se esconde detrás de los anuncios de contactos en periódicos supuestamente respetables o en esos clubs que vemos por las carreteras, que sin embargo visitan nuestros vecinos y amigos. Cuando la sociedad reconozca a las mujeres el estatus de seres humanos con derecho a la dignidad, nos solidarizaremos con esas mujeres y nos horrorizará que se usen sus cuerpos a cambio de dinero.
María Pazos Morán es licenciada en Matemáticas por la UCM y máster en Estadística por la Universidad de Harvard. Actualmente trabaja en el Instituto de Estudios Fiscales (Ministerio de Economía y Hacienda, España), desde donde coordina la línea de investigación ‘Hacienda Pública e Igualdad de Género’. Una de las personas promotoras del llamamiento urgente ante la reforma fiscal que prepara el Gobierno. Su último libro publicado es ‘Desiguales Por Ley‘. Pertenece a la PPIINA y al Fórum de Política Feminista.
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