fuente: http://barriorojo-esl.blogspot.com.es/
AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de ARgentina) es uno de los colectivos de prostitutas más potentes del Mundo y hoy convoca un "Aquelarre de las Trabajadoras Sexuales" (oiga el audio) con el fin de denunciar la "caza de brujas" que padecen. Señalan que "las políticas antitrata han criminalizado el trabajo sexual, precarizando sus condiciones de trabajo y amparando la violencia y discriminación que sufren por parte de la policía". Es lo que siempre ha sucedido, la mejor manera de silenciar a las prostitutas es afirmar que tienen "alguien detrás". Se emplea el cuento de la trata para justificar las campañas contra la prostitución, lo vengo diciendo desde hace años y recientemente ha caído en mis manos un artículo académico que asegura lo mismo llamado "The Girl Next Door: A Comparative Approach to Prostitution Laws and Sex Trafficking Victim Identification Within the Prostitution Industry". Lo más alucinante es que tengan la tremenda cara dura de presentarse como defensores de estas mujeres precisamente quienes son sus mayores explotadores. Ayer vi en las noticias cómo salían los de la Brigada de Extranjería acercándose a varias de estas chicas ofreciéndoles "ayuda" de la manera más torpe y cínica posible (joder, cómo se notaba que todo era pose) y declarando que estaban CONTROLADAS Y VIGILADAS. ¡Claro que lo están, bien lo saben, por ellos mismos! Cualquiera que tenga un poquito de calle, o sencillamente escuche a las prostitutas, sabe que LOS ÚNICOS PROXENETAS QUE EXISTEN SON LOS MISMOS POLICÍAS. Los colectivos de prostitutas se han dejado la vida -literalmente- para hacernos ver cómo son las cosas, pero claro, hay que querer abrir los ojos.
AMMAR postula que la mejor manera de defender, ayudar y proteger a las prostitutas es reconociéndolas derechos. Como ellas, también soy de la opinión que lo malo de la prostitución no es la actividad en sí misma sino las condiciones en las que se realiza, la desprotección legal existente que provoca que las autoridades encuentren todas las facilidades y ningún impedimento para abusar de ellas.
Aquí, en España, también se han producido significativas movilizaciones. Hace unos meses, en Madrid, el Colectivo Hetaira convocaba una manifestación en la que se escuchaban exactamente las mismas demandas que se oyen a AMMAR. Que si los responsable políticos, feministas y medios de comunicación usurpan su voz, que si se crea una alarma social injustificada contra la trata, que si sus problemas provienen generalmente de quienes presumen de "ayudarlas" (principalmente la policía), que consideran su actividad un trabajo y hemos de respetar su decisión, que en vez de verlas como un problema y tratar de expulsarlas lo que habría que hacer es reunirse con ellas y tratarlas como interlocutores válidos con quienes buscar soluciones consensuadas... SIEMPRE es lo mismo, porque NUNCA nos escuchan.
También es verdad, y haciendo un responsable ejercicio de autocrítica he de reconocerlo, que parte de la culpa la tenemos nosotros por no lograr hacer "atractivo" nuestro mensaje. Mi impresión es que asustamos un poco a los medios de comunicación y partidos políticos cuando logramos acercarnos a ellos. Vivimos en la sociedad que vivimos y ciertos mensajes no son sencillos de digerir. Hemos de pulir nuestro discurso para que pueda ser entendido y aceptado incluso por aquellas personas que no tienen el menor contacto con nuestra realidad. La respuesta más común que me encuentro entre la gente de mi entorno es que este tema no les interesa, que no es su lucha, que a ver qué han hecho las putas por ellos. Debemos abandonar el mensaje puramente sectorial y enlazar con otras demandas sociales, hacer ver que no se trata únicamente de los abusos que puedan ser cometidos hacia un colectivo sino que es algo que nos afecta a la sociedad como conjunto. Que se trata de discriminación, de vulneración del Estado de Derecho, de abuso de autoridad... que es un tema que no es del interés exclusivo de putas, puteros y otros marginales sino que debería serlo para cualquier demócrata. Pero para que otros se interesen por lo nuestro también hemos de interesarnos nosotros en lo de los demás, fue un consejo que en su día nos dio Albert Rivera y que siempre he tenido muy presente. A ver si a fuerza de repetirlo me hacen caso, porque no me escuchan ni los míos.
Varias prostitutas y aliados suyos dando a conocer las reclamaciones del colectivo. Las quejas ante el "acoso", los "abusos" e incluso la "violencia" policial son una constante en este tipo de reivindicaciones.
Por otra parte, al igual que en Madrid, las meretrices de Barcelona también se han opuesto a las actuaciones impulsadas por los poderes públicos locales. Denuncian que, bajo ese discurso victimista y redentor que enarbolan nuestras autoridades, en la realidad sufren el acoso, la violencia y la persecución policial. Resulta curioso comprobar la enorme similitud existente entre los movimientos de prostitutas de las dos principales ciudades españolas, y más perplejo se queda uno si contrasta sus reclamaciones con las que se han dado en otras épocas o en otros países. Reiteradamente hallamos el mismo patrón: por una parte una clase política que aparentemente muestra tener un muy buen corazón y sensibilidad social, preocupada por la situación de estas mujeres, mientras por otra ellas protestan tan enérgica como -muy a menudo- fútilmente porque los honorables "representantes del pueblo" pasan de ellas como de la mierda y a sus peticiones de llegar a un entendimiento responden con palos.
Es por ello que quiero dar la vuelta al tradicional enfoque que se ha dado a la prostitución como "foco de problemas" y orientarlo hacia lo que tanto las chicas como un servidor vemos como el verdadero origen del conflicto: ¿y si estos problemas no los origina la prostitución sino las administraciones públicas? Dense cuenta de lo que este cambio de perspectiva supone, si hasta ahora esperábamos que los políticos nos salvasen de la prostitución y yo lo que vengo a decir es que de quienes hay que liberarnos es de estos políticos resulta que no podemos actuar de la manera tradicional e institucionalmente establecida que se supone: cualquier intento de exigir una solución a las instituciones públicas vendría a estar condenado de antemano por lo que tendríamos que buscar otras alternativas.
Las quejas ante los abusos de autoridad por parte de la policía, el Hay-untamiento y los jueces son una constante por parte de las chicas de la calle. No me importa repetirme hasta la extenuación porque si consigo que al menos esta situación les quede clara me daré por satisfecho. Como ven, acusan a los policías de actuar de manera despótica y desproporcionada y a la administración de provocar los problemas que luego manifiesta querer combatir. Para ellas, "Trias (el alcalde de Barcelona) ha declarado una guerra" y responden que "no dejarán de luchar".
Voy a decirlo claramente, que a estas alturas de la película ya no podemos andar por las ramas. Los políticos no es que no quieran escucharnos, es que NO PUEDEN. Saben perfectamente que ELLOS SON EL PROBLEMA, y que su trabajo no es solventar las reclamaciones de la ciudadanía sino apretarnos más y más las tuercas. Y esto pues funciona un tiempo, pero acaba explotando como se está viendo. Han logrado que la ciudadanía vea a las autoridades, en quienes en teoría deberíamos confiar y en las que tendríamos buscar protección, como nuestros enemigos declarados. Las prostitutas y sus aliados han mostrado una paciencia, un civismo y un respeto encomiables. Han aguantado lo que no está en los escritos. Han buscado de continuo una solución consensuada, aportando propuestas muy razonables. Han apostado siempre por el diálogo y las vías democráticas. ¿Y qué ha hecho la administración? Las ha tratado como si fuesen basura, con total soberbia. Ha optado exclusivamente por vías represivas, que luego además ha tratado de encubrir con un cinismo y una hipocresía totalmente delirantes. Ha actuado despóticamente, creyendo que nada de lo que hiciese iba a tener consecuencias. Pues se equivocaron, todo pasa factura tarde o temprano.
El crecimiento de nuevas formaciones políticas, alejadas de lo que se viene llamando "la casta", es la oportunidad que estábamos esperando. Al fin se abre la puerta a que las demandas de este colectivo sean atendidas pues de la actual clase dirigente NADA podemos esperar. Para que se sepa qué problemas identifican las prostitutas y qué soluciones proponen cuelgo a continuación un cuadro-resumen y expongo una entrevista y un manifiesto. ESCUCHEMOS qué nos dicen:
Las denuncias que hacen las prostitutas son gravísimas: abusos, intimidación, apropiación de sus pertenencias... lo que se nos dice que hacen los "chulos". ¿Y quién dicen que lo hace? En este caso, la Guardia Urbana (la policía municipal). QUE LOS CHULOS SON LOS POLICÍAS, COÑO.
Crónica de voces silenciadas. Estuvimos por la calle Robador, conversando con algunas prostitutas sobre el acoso policial y la convivencia. Estos son algunos extractos de lo que dicen las mujeres. Vale la pena escucharlas.
¿Desde cuándo el acoso es más fuerte? Contadnos lo que pasa.
J- Desde enero de este año ha empeorado. Al principio venían de cuatro a seis policías, ahora hay días que son diez o doce agentes de la Guàrdia Urbana en la calle Robador. No nos permiten movernos o nos piden que circulemos, si estamos en los bares no nos permiten salir, si salimos a fumar nos obligan a caminar. Intimidan. Hay, además, algunos agentes que parece que gozan y disfrutan.
Nos hacen preguntarnos: ¿somos terroristas o armas peligrosas, tendremos un virus, de aquí no podremos salir…? Es un juego con nosotras, es estar a lo que quieran.
L- Mientras ellos disfrutan, nosotras estamos sin un duro en el bolsillo, en casa se acumulan los recibos de agua, luz, gas, teléfono, alquiler, matrículas, comedores, etcétera. Porque aquí la mayoría somos madres y algunas son abuelas.
J- Antes muchas trabajábamos solamente tres o cuatro horas al día, ahora estamos haciendo entre doce y catorce horas para poder llevar a casa al menos 20 o 30 euros, si los hacemos.
S- Son ya las 10 de la noche y aquí algunas no hemos podido trabajar. ¿Quién aguanta? ¿Qué ser humano aguanta eso? Después de hacer un montón de horas, llegado el mes, no tienes ni para pagar el alquiler.
J- Y no es una ordenanza que sirva para «liberarnos». No. Yo estoy aquí porque quiero, lo he decidido, hace veinte años que trabajo en el barrio. Tengo un piso porque lo necesito, nuestra tarifa son 20 euros y ya incluye la habitación.
El hastío e indignación que han padecido estas mujeres ha logrado algo que parecía imposible, que un colectivo hasta ahora tan invisibilizado manifieste de forma pública sus demandas. Sin embargo, los políticos -en su línea- siguen viendo lo que nadie ve ("trata", mujeres que desean ser "reinsertadas", "violencia de género") y no viendo lo que la sociedad sí que ve (prostitución voluntaria, mujeres que quieren trabajar sin que las molesten, violencia policial e institucional).
La policía no es una protección para vosotras…
J- Hay una realidad: somos el eslabón más débil de la cadena, con eso juegan, como si fuéramos ratones. Y no somos ratones. La presencia de la policía no es una protección, es una humillación diaria, es un «aquí estoy yo», un «aquí mando yo». No creo que los ciudadanos les paguen para intimidarnos.
A- Estamos sufriendo incluso un acoso mayor frente a los clientes, que saben que estamos desprotegidas. No podemos acudir a la policía cuando realmente lo necesitamos y eso es muy grave. Si tenemos un problema tenemos que aguantar, si pasa algo con un cliente, yo sola tengo que plantarle cara, y como él cree que está prohibido abusa.
T- Es un acoso constante. A mí ha llegado a llamarme una agente de la Guàrdia Urbana cuando estaba entrando en un bar, diciendo que me ponía una multa porque le llamaba la atención, porque iba vestida de rojo.
J- O llegan a la calle y empiezan «¡venga, para adentro, vamos!» y nos tratan como si fuéramos ovejas. Si los vecinos bajan, la policía nos dice que no podemos saludarlos.
Pero, no entendemos, ¿os meten en los bares, os sacan de los bares?
A- Cuando estás en el bar, te pueden sacar del bar, y cuando estás fuera, te dicen que entres.
R- Hacen lo que quieren.
L- Si te cruzas con ellos, aunque estés sola te pueden multar. Si sales de tu casa, te pueden pedir papeles y darte una multa. Les ha pasado a muchas chicas, si te los encuentras en la esquina y no les gusta tu cara…
S- ¿Es justo lo que les voy a contar? Hace unos cinco días, estábamos todas mujeres dentro de un bar. Entraron dos policías, nos miraron y me dijeron a mí: «Venga usted». Yo me puse de pie y uno de ellos me dijo: «Su documentación», se la pasé y pregunté por qué. Me respondió: «Porque contamos: una, dos, tres, cuatro, cinco y hoy te ha tocado a ti». ¿Creéis que es lógico?
J- Es una humillación, es una persecución que no se aguanta.
A- Es un maltrato. Nosotras creemos que es lo que quiere la policía: maltratarnos. Hay varios tipos de maltrato y éste es uno. Es maltrato psicológico, hacer de nosotras lo que quieran.
R- Hacen la ley a su manera.
A- La Guàrdia Urbana hace la ley porque no existe ordenanza que diga que pueden maltratar. ¡Tanto dicen que defienden a las mujeres…! ¿Y dónde está la defensa? No nos defienden, por lo menos a las prostitutas de la calle Robador, no. Estamos desprotegidas, para empezar, del acoso y del maltrato psicológico de la policía. Por la noche, ¡ya hasta soñamos con la policía!
J- Se ha hecho una ordenanza sin contar con nosotras. Creen que somos invisibles. Si llegamos a la idea de hablar con la Síndica de Greuges es para que el señor Trias considere que somos personas. Porque el alcalde dice que somos esclavas del siglo XXI. Yo le digo al señor Trias que la esclavitud es ser ignorante y morirse de hambre. Pero que yo elija mi forma de ganarme la vida, no lo es.
Las personas que se han visto obligadas a bajarse los pantalones en zonas públicas lo han hecho también por el acoso de la policía, por no haber espacios donde se puedan ocupar. Los espacios por la noche son hoteles que cuestan 40 euros. Si te das cuenta que nuestra tarifa es de entre 20 y 25 euros, con eso no puedes ir a ningún hotel.
¿Os habéis planteado dejarlo por esta presión?
J- No, claro que no. Es mi forma de ganarme la vida. Yo la he elegido. ¿Por un trabajo de 600 euros? ¿Pago yo el alquiler con eso? Yo he cotizado durante 21 años, pero a pesar de haber trabajado cotizando siempre he ejercido la prostitución. Porque con un solo sueldo no saco a mis hijos adelante; tengo dos chicos, uno ya en la universidad. O sea, no somos familias desestructuradas, no somos drogadictas, no somos delincuentes. El cliché que tienen de la prostitución no es cierto.
A- ¿Creen que me tengo que conformar con una vida de estar fregando escaleras? ¿Por qué, si no lo he elegido antes, tengo que hacerlo ahora? No. Continuaré siendo prostituta porque me encanta, es mi oficio. Lo escogí yo.
Estas prostitutas denuncian "el abuso y maltrato" al que son sometidas... ¡por parte de la policía! Mucho se habla sobre la violencia que soportan las personas que ejercen la prostitución y doy fe de que es cierto, pero hay que aclarar QUIÉN se la provoca. No es algo intrínseco de esta actividad. No la causamos sus clientes, ni esos "chulos" siempre invisibles. Bueno, sí, los chulos sí. Sólo que no son quienes en principio pudiera parecer: dueños de negocios, familiares, compañeros sentimentales... Quienes están constantemente encima de ellas puteándolas en el sentido más negativo del término son, en sus propias palabras, "los niñatos de uniforme" (y muchas veces también de paisano, que hay "secretas" a punta pala).
¿Qué esperáis de la reunión mantenida con la Síndica de Greuges?
J- Para empezar, que se nos oiga, no somos fantasmas. Somos personas y detrás nuestro hay un montón de familias. Tenemos esperanza y no nos la van a quitar. Porque yo elijo la calle, no molesto a nadie. A nadie le pongo un revólver en la cabeza para que entre conmigo, ni voy gritando, ni voy tirando basura. Y somos muchas. Es cierto que hay quien grita o hace cosas que no debería pero estamos dispuestas a hacer una propuesta para interactuar entre la comunidad de vecinos y nosotras. Que nos escuchen y vean que no somos demonios.
¿Vuestro objetivo ahora es sentaros con el alcalde y con los vecinos?
Sí, para empezar sentarnos con el alcalde. Me parece que él, en el lugar en el que está, debería empezar a jugar al ajedrez y componer cada ficha de juego para que todas podamos intervenir. Desde el político más alto hasta el mendigo más bajo, ésta es su comunidad y lo que no puede hacer es ponernos en escalera. ¡Anda! ¡Como tú eres el último eslabón, ahí te quedas!
A- ¿Sabéis por qué hace esto la policía? Porque no tenemos un sindicato de prostitutas. Si lo tuviéramos, para defender nuestros derechos, la policía no podría quitárnoslos. No pasarían ni la mitad de cosas que están pasando en la calle Robador y en ninguna otra parte.
¿Creéis que es posible un sindicato?
A- Claro, algunas de nosotras venimos de países donde ya existen sindicatos de prostitutas.
S- ¡Y son países «del Tercer Mundo»!
¿Y qué pasa con los vecinos?
J- El problema del barrio es que han especulado. El Ajuntament hizo una especulación cuando planificó el Raval, en la cual dividió el barrio. Prometió zonas verdes y un montón de infraestructuras que no fueron realizadas. Entonces, algunos consideran que somos nosotras, las prostitutas. Igual mañana dicen que las mezquitas hacen bajar los precios de sus pisos. El problema es que mostraron sobre plano unos apartamentos maravillosos a dos pasos del Liceo. Cuando los vecinos fueron expropiados y trajeron a los nuevos, les vendieron una película pero la realidad es otra. La realidad es que nosotras también estamos aquí.
Las chicas reclaman que el barrio es tan suyo como de cualquier vecino, que ellas no son "el problema" como suelen ser calificadas. Yo veo muchísimo más preocupante el respaldo institucional y social que recibe cualquier descerebrado/a de los que exige que las echen y que está dispuesto a hacerlas la vida imposible arrojándolas porquería desde los balcones, grabándolas o increpándolas.
¿Sois vecinas del barrio?
J- Algunas sí, otras no.
A- Yo sí y sufro acoso cuando salgo a la puerta de mi casa. Parece que tengo que quedarme presa. Yo soy prostituta pero hay días y horas en que no estoy trabajando, salgo para comprar, para sacar la basura, como todo el mundo.
S- Con los vecinos antiguos no hay problema. Porque van de generación en generación, estaban las abuelas y ahora están los nietos.
J- No, con los vecinos antiguos casi con ninguno. Aquí se divide entre judíos, en los números pares del bloque nuevo, y en los impares estamos los palestinos. Hay problemas en el barrio, claro: hay peleas, hay ladrones. No podemos negar que la convivencia a veces es conflictiva. Incluso entre nosotras, estamos recluidas en cien metros porque nos prohibieron estar en otras calles. Es normal que haya roces.
¿Es sólo la prostitución o hay otras razones?
J- Es un tema simplemente de especulación de terrenos. Nada más. Hay que destruir el «gueto». Están buscando la forma de que no reviente todo y el «gueto» se rebele y se ponga a tirar botellas.
A- Lo que deben tener claro es que las prostitutas de Robador no van a dejar de serlo porque los políticos quieran. Eso ya se lo pueden quitar de la cabeza. Ése es un sueño que nunca van a realizar. Nunca.
Artículo relacionado: Prostitución, una historia de derechos y resistencias
Como apreciamos, no piden nada del otro mundo: "queremos seguridad, respeto y libertad". No es casualidad que hayan sobrepuesto el cartel zona de libre de chulos a las imágenes de los policías. El rato de unas administraciones públicas responsables no es el de "erradicar la prostitución", sino COMPATIBILIZAR los intereses de los distintos grupos sociales limando, y no alimentando, los conflictos existentes.
Las prostitutas del Raval estamos aquí para denunciar las intervenciones policiales constantes contra nosotras. En estos momentos tan dolorosos para el barrio por la muerte de un vecino, somos conscientes de que se trata de una acción contra nosotras, pero también de la impunidad de las policías en el barrio del Raval.
Este Distrito y este Ayuntamiento permiten esa violencia. Permiten la persecución de mujeres, la discriminación, el racismo y la homofobia.
A ellos les hablamos hoy:
El fracaso de la supuesta regeneración del barrio del Raval no es culpa nuestra. Eso es falso. Es responsabilidad del Ayuntamiento mejorar la vida de todas las personas que viven, trabajan y pasan por nuestro barrio. No hay vecinas de primera y vecinas de segunda, tal y como se atreven a insinuar en sus informes.
Antes que nada somos mujeres. Además de madres, abuelas, hijas, hermanas, tías. Todas tenemos responsabilidades y familias a quienes atender. No somos criminales ni un peligro social, podéis ahorraros esos ridículos chalecos antibalas y vuestras sonrisas burlonas en las redadas que nos echan de nuestras casas y cierran nuestros espacios de trabajo.
La presencia policial es las zonas de prostitución callejera es continua y, en mi opinión, totalmente desproporcionada. ¿Realmente provocan tantas molestias como para ser merecedoras de acciones tan contundentes? En la actualidad se destinan importantes recursos para mantener "controlada" la prostitución, recursos que como sabemos son limitados y conllevan que otras necesidades -a mi entender más perentorias- no puedan ser atendidas (sanidad, educación, pensiones, obra pública, pago de deuda, retribuciones de funcionarios...) Son las propias prostitutas quienes acusan a las autoridades de una deficiente gestión del dinero público.
Cuando se ven mujeres en la primera plana de los periódicos teniendo sexo en los mercados, en los portales, os horrorizáis. ¡Que una mujer tenga que bajarse los pantalones en la calle para ganarse la vida es culpa vuestra! ¡Vosotros cerráis bares, vosotros cerráis nuestras casas!
Nosotras estamos dispuestas a mejorar la convivencia, a implicarnos y a organizarnos pero para ello tendréis que empezar a escucharnos de una vez por todas y dejar de tapar a golpe de policía y de ordenanza la mala gestión, vuestras promesas incumplidas y vuestras especulaciones.
Supimos por los medios de comunicación que el mismo día que veníais aquí de redada, ese mismo día los responsables políticos firmaban protocolos contra la trata. Vimos tan claro como vimos en video el asesinato de nuestro vecino Juan Andres que no sabéis nada de nosotras, de quiénes somos y de qué necesitamos. Vimos claro, una vez más, que no sabéis del barrio, de sus formas de vida y por eso, no la respetáis.
No queremos un Raval marcado, no es una zona de guerra, es una zona de vida.
¡Aquí estamos nosotras como muestra de resistencia!
¡No nos moverán porque este también es nuestro barrio!
AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de ARgentina) es uno de los colectivos de prostitutas más potentes del Mundo y hoy convoca un "Aquelarre de las Trabajadoras Sexuales" (oiga el audio) con el fin de denunciar la "caza de brujas" que padecen. Señalan que "las políticas antitrata han criminalizado el trabajo sexual, precarizando sus condiciones de trabajo y amparando la violencia y discriminación que sufren por parte de la policía". Es lo que siempre ha sucedido, la mejor manera de silenciar a las prostitutas es afirmar que tienen "alguien detrás". Se emplea el cuento de la trata para justificar las campañas contra la prostitución, lo vengo diciendo desde hace años y recientemente ha caído en mis manos un artículo académico que asegura lo mismo llamado "The Girl Next Door: A Comparative Approach to Prostitution Laws and Sex Trafficking Victim Identification Within the Prostitution Industry". Lo más alucinante es que tengan la tremenda cara dura de presentarse como defensores de estas mujeres precisamente quienes son sus mayores explotadores. Ayer vi en las noticias cómo salían los de la Brigada de Extranjería acercándose a varias de estas chicas ofreciéndoles "ayuda" de la manera más torpe y cínica posible (joder, cómo se notaba que todo era pose) y declarando que estaban CONTROLADAS Y VIGILADAS. ¡Claro que lo están, bien lo saben, por ellos mismos! Cualquiera que tenga un poquito de calle, o sencillamente escuche a las prostitutas, sabe que LOS ÚNICOS PROXENETAS QUE EXISTEN SON LOS MISMOS POLICÍAS. Los colectivos de prostitutas se han dejado la vida -literalmente- para hacernos ver cómo son las cosas, pero claro, hay que querer abrir los ojos.
AMMAR postula que la mejor manera de defender, ayudar y proteger a las prostitutas es reconociéndolas derechos. Como ellas, también soy de la opinión que lo malo de la prostitución no es la actividad en sí misma sino las condiciones en las que se realiza, la desprotección legal existente que provoca que las autoridades encuentren todas las facilidades y ningún impedimento para abusar de ellas.
Aquí, en España, también se han producido significativas movilizaciones. Hace unos meses, en Madrid, el Colectivo Hetaira convocaba una manifestación en la que se escuchaban exactamente las mismas demandas que se oyen a AMMAR. Que si los responsable políticos, feministas y medios de comunicación usurpan su voz, que si se crea una alarma social injustificada contra la trata, que si sus problemas provienen generalmente de quienes presumen de "ayudarlas" (principalmente la policía), que consideran su actividad un trabajo y hemos de respetar su decisión, que en vez de verlas como un problema y tratar de expulsarlas lo que habría que hacer es reunirse con ellas y tratarlas como interlocutores válidos con quienes buscar soluciones consensuadas... SIEMPRE es lo mismo, porque NUNCA nos escuchan.
También es verdad, y haciendo un responsable ejercicio de autocrítica he de reconocerlo, que parte de la culpa la tenemos nosotros por no lograr hacer "atractivo" nuestro mensaje. Mi impresión es que asustamos un poco a los medios de comunicación y partidos políticos cuando logramos acercarnos a ellos. Vivimos en la sociedad que vivimos y ciertos mensajes no son sencillos de digerir. Hemos de pulir nuestro discurso para que pueda ser entendido y aceptado incluso por aquellas personas que no tienen el menor contacto con nuestra realidad. La respuesta más común que me encuentro entre la gente de mi entorno es que este tema no les interesa, que no es su lucha, que a ver qué han hecho las putas por ellos. Debemos abandonar el mensaje puramente sectorial y enlazar con otras demandas sociales, hacer ver que no se trata únicamente de los abusos que puedan ser cometidos hacia un colectivo sino que es algo que nos afecta a la sociedad como conjunto. Que se trata de discriminación, de vulneración del Estado de Derecho, de abuso de autoridad... que es un tema que no es del interés exclusivo de putas, puteros y otros marginales sino que debería serlo para cualquier demócrata. Pero para que otros se interesen por lo nuestro también hemos de interesarnos nosotros en lo de los demás, fue un consejo que en su día nos dio Albert Rivera y que siempre he tenido muy presente. A ver si a fuerza de repetirlo me hacen caso, porque no me escuchan ni los míos.
Varias prostitutas y aliados suyos dando a conocer las reclamaciones del colectivo. Las quejas ante el "acoso", los "abusos" e incluso la "violencia" policial son una constante en este tipo de reivindicaciones.
Por otra parte, al igual que en Madrid, las meretrices de Barcelona también se han opuesto a las actuaciones impulsadas por los poderes públicos locales. Denuncian que, bajo ese discurso victimista y redentor que enarbolan nuestras autoridades, en la realidad sufren el acoso, la violencia y la persecución policial. Resulta curioso comprobar la enorme similitud existente entre los movimientos de prostitutas de las dos principales ciudades españolas, y más perplejo se queda uno si contrasta sus reclamaciones con las que se han dado en otras épocas o en otros países. Reiteradamente hallamos el mismo patrón: por una parte una clase política que aparentemente muestra tener un muy buen corazón y sensibilidad social, preocupada por la situación de estas mujeres, mientras por otra ellas protestan tan enérgica como -muy a menudo- fútilmente porque los honorables "representantes del pueblo" pasan de ellas como de la mierda y a sus peticiones de llegar a un entendimiento responden con palos.
Es por ello que quiero dar la vuelta al tradicional enfoque que se ha dado a la prostitución como "foco de problemas" y orientarlo hacia lo que tanto las chicas como un servidor vemos como el verdadero origen del conflicto: ¿y si estos problemas no los origina la prostitución sino las administraciones públicas? Dense cuenta de lo que este cambio de perspectiva supone, si hasta ahora esperábamos que los políticos nos salvasen de la prostitución y yo lo que vengo a decir es que de quienes hay que liberarnos es de estos políticos resulta que no podemos actuar de la manera tradicional e institucionalmente establecida que se supone: cualquier intento de exigir una solución a las instituciones públicas vendría a estar condenado de antemano por lo que tendríamos que buscar otras alternativas.
Las quejas ante los abusos de autoridad por parte de la policía, el Hay-untamiento y los jueces son una constante por parte de las chicas de la calle. No me importa repetirme hasta la extenuación porque si consigo que al menos esta situación les quede clara me daré por satisfecho. Como ven, acusan a los policías de actuar de manera despótica y desproporcionada y a la administración de provocar los problemas que luego manifiesta querer combatir. Para ellas, "Trias (el alcalde de Barcelona) ha declarado una guerra" y responden que "no dejarán de luchar".
Voy a decirlo claramente, que a estas alturas de la película ya no podemos andar por las ramas. Los políticos no es que no quieran escucharnos, es que NO PUEDEN. Saben perfectamente que ELLOS SON EL PROBLEMA, y que su trabajo no es solventar las reclamaciones de la ciudadanía sino apretarnos más y más las tuercas. Y esto pues funciona un tiempo, pero acaba explotando como se está viendo. Han logrado que la ciudadanía vea a las autoridades, en quienes en teoría deberíamos confiar y en las que tendríamos buscar protección, como nuestros enemigos declarados. Las prostitutas y sus aliados han mostrado una paciencia, un civismo y un respeto encomiables. Han aguantado lo que no está en los escritos. Han buscado de continuo una solución consensuada, aportando propuestas muy razonables. Han apostado siempre por el diálogo y las vías democráticas. ¿Y qué ha hecho la administración? Las ha tratado como si fuesen basura, con total soberbia. Ha optado exclusivamente por vías represivas, que luego además ha tratado de encubrir con un cinismo y una hipocresía totalmente delirantes. Ha actuado despóticamente, creyendo que nada de lo que hiciese iba a tener consecuencias. Pues se equivocaron, todo pasa factura tarde o temprano.
El crecimiento de nuevas formaciones políticas, alejadas de lo que se viene llamando "la casta", es la oportunidad que estábamos esperando. Al fin se abre la puerta a que las demandas de este colectivo sean atendidas pues de la actual clase dirigente NADA podemos esperar. Para que se sepa qué problemas identifican las prostitutas y qué soluciones proponen cuelgo a continuación un cuadro-resumen y expongo una entrevista y un manifiesto. ESCUCHEMOS qué nos dicen:
Las denuncias que hacen las prostitutas son gravísimas: abusos, intimidación, apropiación de sus pertenencias... lo que se nos dice que hacen los "chulos". ¿Y quién dicen que lo hace? En este caso, la Guardia Urbana (la policía municipal). QUE LOS CHULOS SON LOS POLICÍAS, COÑO.
Crónica de voces silenciadas. Estuvimos por la calle Robador, conversando con algunas prostitutas sobre el acoso policial y la convivencia. Estos son algunos extractos de lo que dicen las mujeres. Vale la pena escucharlas.
@clavealdia (Genera) / Masala | 17/03/2013
¿Desde cuándo el acoso es más fuerte? Contadnos lo que pasa.
J- Desde enero de este año ha empeorado. Al principio venían de cuatro a seis policías, ahora hay días que son diez o doce agentes de la Guàrdia Urbana en la calle Robador. No nos permiten movernos o nos piden que circulemos, si estamos en los bares no nos permiten salir, si salimos a fumar nos obligan a caminar. Intimidan. Hay, además, algunos agentes que parece que gozan y disfrutan.
Nos hacen preguntarnos: ¿somos terroristas o armas peligrosas, tendremos un virus, de aquí no podremos salir…? Es un juego con nosotras, es estar a lo que quieran.
L- Mientras ellos disfrutan, nosotras estamos sin un duro en el bolsillo, en casa se acumulan los recibos de agua, luz, gas, teléfono, alquiler, matrículas, comedores, etcétera. Porque aquí la mayoría somos madres y algunas son abuelas.
J- Antes muchas trabajábamos solamente tres o cuatro horas al día, ahora estamos haciendo entre doce y catorce horas para poder llevar a casa al menos 20 o 30 euros, si los hacemos.
S- Son ya las 10 de la noche y aquí algunas no hemos podido trabajar. ¿Quién aguanta? ¿Qué ser humano aguanta eso? Después de hacer un montón de horas, llegado el mes, no tienes ni para pagar el alquiler.
J- Y no es una ordenanza que sirva para «liberarnos». No. Yo estoy aquí porque quiero, lo he decidido, hace veinte años que trabajo en el barrio. Tengo un piso porque lo necesito, nuestra tarifa son 20 euros y ya incluye la habitación.
El hastío e indignación que han padecido estas mujeres ha logrado algo que parecía imposible, que un colectivo hasta ahora tan invisibilizado manifieste de forma pública sus demandas. Sin embargo, los políticos -en su línea- siguen viendo lo que nadie ve ("trata", mujeres que desean ser "reinsertadas", "violencia de género") y no viendo lo que la sociedad sí que ve (prostitución voluntaria, mujeres que quieren trabajar sin que las molesten, violencia policial e institucional).
La policía no es una protección para vosotras…
J- Hay una realidad: somos el eslabón más débil de la cadena, con eso juegan, como si fuéramos ratones. Y no somos ratones. La presencia de la policía no es una protección, es una humillación diaria, es un «aquí estoy yo», un «aquí mando yo». No creo que los ciudadanos les paguen para intimidarnos.
A- Estamos sufriendo incluso un acoso mayor frente a los clientes, que saben que estamos desprotegidas. No podemos acudir a la policía cuando realmente lo necesitamos y eso es muy grave. Si tenemos un problema tenemos que aguantar, si pasa algo con un cliente, yo sola tengo que plantarle cara, y como él cree que está prohibido abusa.
T- Es un acoso constante. A mí ha llegado a llamarme una agente de la Guàrdia Urbana cuando estaba entrando en un bar, diciendo que me ponía una multa porque le llamaba la atención, porque iba vestida de rojo.
J- O llegan a la calle y empiezan «¡venga, para adentro, vamos!» y nos tratan como si fuéramos ovejas. Si los vecinos bajan, la policía nos dice que no podemos saludarlos.
Pero, no entendemos, ¿os meten en los bares, os sacan de los bares?
A- Cuando estás en el bar, te pueden sacar del bar, y cuando estás fuera, te dicen que entres.
R- Hacen lo que quieren.
L- Si te cruzas con ellos, aunque estés sola te pueden multar. Si sales de tu casa, te pueden pedir papeles y darte una multa. Les ha pasado a muchas chicas, si te los encuentras en la esquina y no les gusta tu cara…
S- ¿Es justo lo que les voy a contar? Hace unos cinco días, estábamos todas mujeres dentro de un bar. Entraron dos policías, nos miraron y me dijeron a mí: «Venga usted». Yo me puse de pie y uno de ellos me dijo: «Su documentación», se la pasé y pregunté por qué. Me respondió: «Porque contamos: una, dos, tres, cuatro, cinco y hoy te ha tocado a ti». ¿Creéis que es lógico?
J- Es una humillación, es una persecución que no se aguanta.
A- Es un maltrato. Nosotras creemos que es lo que quiere la policía: maltratarnos. Hay varios tipos de maltrato y éste es uno. Es maltrato psicológico, hacer de nosotras lo que quieran.
R- Hacen la ley a su manera.
A- La Guàrdia Urbana hace la ley porque no existe ordenanza que diga que pueden maltratar. ¡Tanto dicen que defienden a las mujeres…! ¿Y dónde está la defensa? No nos defienden, por lo menos a las prostitutas de la calle Robador, no. Estamos desprotegidas, para empezar, del acoso y del maltrato psicológico de la policía. Por la noche, ¡ya hasta soñamos con la policía!
J- Se ha hecho una ordenanza sin contar con nosotras. Creen que somos invisibles. Si llegamos a la idea de hablar con la Síndica de Greuges es para que el señor Trias considere que somos personas. Porque el alcalde dice que somos esclavas del siglo XXI. Yo le digo al señor Trias que la esclavitud es ser ignorante y morirse de hambre. Pero que yo elija mi forma de ganarme la vida, no lo es.
Las personas que se han visto obligadas a bajarse los pantalones en zonas públicas lo han hecho también por el acoso de la policía, por no haber espacios donde se puedan ocupar. Los espacios por la noche son hoteles que cuestan 40 euros. Si te das cuenta que nuestra tarifa es de entre 20 y 25 euros, con eso no puedes ir a ningún hotel.
¿Os habéis planteado dejarlo por esta presión?
J- No, claro que no. Es mi forma de ganarme la vida. Yo la he elegido. ¿Por un trabajo de 600 euros? ¿Pago yo el alquiler con eso? Yo he cotizado durante 21 años, pero a pesar de haber trabajado cotizando siempre he ejercido la prostitución. Porque con un solo sueldo no saco a mis hijos adelante; tengo dos chicos, uno ya en la universidad. O sea, no somos familias desestructuradas, no somos drogadictas, no somos delincuentes. El cliché que tienen de la prostitución no es cierto.
A- ¿Creen que me tengo que conformar con una vida de estar fregando escaleras? ¿Por qué, si no lo he elegido antes, tengo que hacerlo ahora? No. Continuaré siendo prostituta porque me encanta, es mi oficio. Lo escogí yo.
Estas prostitutas denuncian "el abuso y maltrato" al que son sometidas... ¡por parte de la policía! Mucho se habla sobre la violencia que soportan las personas que ejercen la prostitución y doy fe de que es cierto, pero hay que aclarar QUIÉN se la provoca. No es algo intrínseco de esta actividad. No la causamos sus clientes, ni esos "chulos" siempre invisibles. Bueno, sí, los chulos sí. Sólo que no son quienes en principio pudiera parecer: dueños de negocios, familiares, compañeros sentimentales... Quienes están constantemente encima de ellas puteándolas en el sentido más negativo del término son, en sus propias palabras, "los niñatos de uniforme" (y muchas veces también de paisano, que hay "secretas" a punta pala).
¿Qué esperáis de la reunión mantenida con la Síndica de Greuges?
J- Para empezar, que se nos oiga, no somos fantasmas. Somos personas y detrás nuestro hay un montón de familias. Tenemos esperanza y no nos la van a quitar. Porque yo elijo la calle, no molesto a nadie. A nadie le pongo un revólver en la cabeza para que entre conmigo, ni voy gritando, ni voy tirando basura. Y somos muchas. Es cierto que hay quien grita o hace cosas que no debería pero estamos dispuestas a hacer una propuesta para interactuar entre la comunidad de vecinos y nosotras. Que nos escuchen y vean que no somos demonios.
¿Vuestro objetivo ahora es sentaros con el alcalde y con los vecinos?
Sí, para empezar sentarnos con el alcalde. Me parece que él, en el lugar en el que está, debería empezar a jugar al ajedrez y componer cada ficha de juego para que todas podamos intervenir. Desde el político más alto hasta el mendigo más bajo, ésta es su comunidad y lo que no puede hacer es ponernos en escalera. ¡Anda! ¡Como tú eres el último eslabón, ahí te quedas!
A- ¿Sabéis por qué hace esto la policía? Porque no tenemos un sindicato de prostitutas. Si lo tuviéramos, para defender nuestros derechos, la policía no podría quitárnoslos. No pasarían ni la mitad de cosas que están pasando en la calle Robador y en ninguna otra parte.
¿Creéis que es posible un sindicato?
A- Claro, algunas de nosotras venimos de países donde ya existen sindicatos de prostitutas.
S- ¡Y son países «del Tercer Mundo»!
¿Y qué pasa con los vecinos?
J- El problema del barrio es que han especulado. El Ajuntament hizo una especulación cuando planificó el Raval, en la cual dividió el barrio. Prometió zonas verdes y un montón de infraestructuras que no fueron realizadas. Entonces, algunos consideran que somos nosotras, las prostitutas. Igual mañana dicen que las mezquitas hacen bajar los precios de sus pisos. El problema es que mostraron sobre plano unos apartamentos maravillosos a dos pasos del Liceo. Cuando los vecinos fueron expropiados y trajeron a los nuevos, les vendieron una película pero la realidad es otra. La realidad es que nosotras también estamos aquí.
Las chicas reclaman que el barrio es tan suyo como de cualquier vecino, que ellas no son "el problema" como suelen ser calificadas. Yo veo muchísimo más preocupante el respaldo institucional y social que recibe cualquier descerebrado/a de los que exige que las echen y que está dispuesto a hacerlas la vida imposible arrojándolas porquería desde los balcones, grabándolas o increpándolas.
¿Sois vecinas del barrio?
J- Algunas sí, otras no.
A- Yo sí y sufro acoso cuando salgo a la puerta de mi casa. Parece que tengo que quedarme presa. Yo soy prostituta pero hay días y horas en que no estoy trabajando, salgo para comprar, para sacar la basura, como todo el mundo.
S- Con los vecinos antiguos no hay problema. Porque van de generación en generación, estaban las abuelas y ahora están los nietos.
J- No, con los vecinos antiguos casi con ninguno. Aquí se divide entre judíos, en los números pares del bloque nuevo, y en los impares estamos los palestinos. Hay problemas en el barrio, claro: hay peleas, hay ladrones. No podemos negar que la convivencia a veces es conflictiva. Incluso entre nosotras, estamos recluidas en cien metros porque nos prohibieron estar en otras calles. Es normal que haya roces.
¿Es sólo la prostitución o hay otras razones?
J- Es un tema simplemente de especulación de terrenos. Nada más. Hay que destruir el «gueto». Están buscando la forma de que no reviente todo y el «gueto» se rebele y se ponga a tirar botellas.
A- Lo que deben tener claro es que las prostitutas de Robador no van a dejar de serlo porque los políticos quieran. Eso ya se lo pueden quitar de la cabeza. Ése es un sueño que nunca van a realizar. Nunca.
Artículo relacionado: Prostitución, una historia de derechos y resistencias
Como apreciamos, no piden nada del otro mundo: "queremos seguridad, respeto y libertad". No es casualidad que hayan sobrepuesto el cartel zona de libre de chulos a las imágenes de los policías. El rato de unas administraciones públicas responsables no es el de "erradicar la prostitución", sino COMPATIBILIZAR los intereses de los distintos grupos sociales limando, y no alimentando, los conflictos existentes.
Viernes, 25 de Octubre de 2013
Las prostitutas del Raval estamos aquí para denunciar las intervenciones policiales constantes contra nosotras. En estos momentos tan dolorosos para el barrio por la muerte de un vecino, somos conscientes de que se trata de una acción contra nosotras, pero también de la impunidad de las policías en el barrio del Raval.
Este Distrito y este Ayuntamiento permiten esa violencia. Permiten la persecución de mujeres, la discriminación, el racismo y la homofobia.
A ellos les hablamos hoy:
El fracaso de la supuesta regeneración del barrio del Raval no es culpa nuestra. Eso es falso. Es responsabilidad del Ayuntamiento mejorar la vida de todas las personas que viven, trabajan y pasan por nuestro barrio. No hay vecinas de primera y vecinas de segunda, tal y como se atreven a insinuar en sus informes.
Antes que nada somos mujeres. Además de madres, abuelas, hijas, hermanas, tías. Todas tenemos responsabilidades y familias a quienes atender. No somos criminales ni un peligro social, podéis ahorraros esos ridículos chalecos antibalas y vuestras sonrisas burlonas en las redadas que nos echan de nuestras casas y cierran nuestros espacios de trabajo.
La presencia policial es las zonas de prostitución callejera es continua y, en mi opinión, totalmente desproporcionada. ¿Realmente provocan tantas molestias como para ser merecedoras de acciones tan contundentes? En la actualidad se destinan importantes recursos para mantener "controlada" la prostitución, recursos que como sabemos son limitados y conllevan que otras necesidades -a mi entender más perentorias- no puedan ser atendidas (sanidad, educación, pensiones, obra pública, pago de deuda, retribuciones de funcionarios...) Son las propias prostitutas quienes acusan a las autoridades de una deficiente gestión del dinero público.
Cuando se ven mujeres en la primera plana de los periódicos teniendo sexo en los mercados, en los portales, os horrorizáis. ¡Que una mujer tenga que bajarse los pantalones en la calle para ganarse la vida es culpa vuestra! ¡Vosotros cerráis bares, vosotros cerráis nuestras casas!
Nosotras estamos dispuestas a mejorar la convivencia, a implicarnos y a organizarnos pero para ello tendréis que empezar a escucharnos de una vez por todas y dejar de tapar a golpe de policía y de ordenanza la mala gestión, vuestras promesas incumplidas y vuestras especulaciones.
Supimos por los medios de comunicación que el mismo día que veníais aquí de redada, ese mismo día los responsables políticos firmaban protocolos contra la trata. Vimos tan claro como vimos en video el asesinato de nuestro vecino Juan Andres que no sabéis nada de nosotras, de quiénes somos y de qué necesitamos. Vimos claro, una vez más, que no sabéis del barrio, de sus formas de vida y por eso, no la respetáis.
No queremos un Raval marcado, no es una zona de guerra, es una zona de vida.
¡Aquí estamos nosotras como muestra de resistencia!
¡No nos moverán porque este también es nuestro barrio!
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