lunes, 26 de mayo de 2014

Prostitución, trata y explotación sexual: necesidad de repensar conceptos. Cristina Garaizabal

Prostitución, trata y explotación sexual: necesidad de repensar conceptos

0cristinaCRISTINA GARAIZABAL. Considerar que se compra el cuerpo de las mujeres es cosificar a éstas y anular su capacidad de agencia, su capacidad de decidir qué actos ofrecen, a quién aceptan como clientes y cómo y dónde trabajan, reforzando su posición subordinada
En los últimos tiempos -y especialmente a partir de la aprobación en nuestro país del Plan Integral contra la Trata de Seres Humanos con Fines de Explotación Sexual, a finales de 2008- se han ido utilizando los términos de prostitución, trata y explotación sexual de manera indiscriminada. Se ha generado así en el imaginario social un totus revolutum que confunde y no ayuda a identificar cada uno de estos conceptos, dificultando la defensa de los derechos tanto de las trabajadoras del sexo voluntarias como de las víctimas de trata.
La igualdad entre mujeres y hombres es una idea que ha ganado fuerza en las sociedades gracias a la labor de los feminismos, tanto aquí como en otros países del mundo. ¿Por qué se presupone desde algunos sectores feministas que esta idea no ha hecho mella en las trabajadoras del sexo? Cuando se dice que: "La prostitución ayuda a mantener un espacio incontaminado de igualdad para que la masculinidad hegemónica, basada -no lo olvidemos- en una determinada ideología sexual, no se ahogue. Es en ese sentido en el que la prostitución como institución es intolerable: se trata del lugar en el que se aprende, se perpetúa y se refuerza la desigualdad a través de la puesta en práctica de una performance de género y sexual que dificulta la necesaria demolición de las masculinidades y feminidades tradicionales." [1]. Se afirma de manera categórica que las relaciones entre mujeres y hombres en la prostitución nunca pueden ser igualitarias y se hace recaer en las trabajadoras del sexo, que quieren seguir ejerciendo, y en sus clientes la responsabilidad del mantenimiento de dicha institución y las "nefastas consecuencias" que según ellas tiene para las mujeres.
Esta lógica perversa de responsabilizar a las personas individuales de los problemas concretos de un grupo social lleva a considerar al conjunto de clientes como "chivo expiatorio", reclamando su criminalización por presuponer que buscan esclavas sexuales [2] sin reflexionar que eso va en contra de las trabajadoras ya que reduce su capacidad de negociación y las obliga a trabajar en condiciones más peligrosas. Así mismo, y en contra de cualquier lógica feminista, en lugar de apoyar los procesos de empoderamiento de las trabajadoras sexuales se las considera 'traidoras' a la causa de liberación de las mujeres, se mantiene una actitud completamente despreciativa hacia ellas y unas posiciones francamente autoritarias, obligando a todas a abandonar este trabajo para ser consideradas ciudadanas de primera y acceder así a los derechos sociales y de ciudadanía que les corresponde.
La globalización ha implicado una expansión del capitalismo en la industria del sexo, y con ello han aumentado las redes de trata de seres humanos
La prostitución ha ido evolucionando en la medida que ha evolucionando el capitalismo. El fenómeno de la globalización ha implicado una expansión del capitalismo en todos los sectores incluida la industria del sexo, y con ello han aumentado las redes de trata de seres humanos. Así mismo, las medidas ante la crisis económica actual afectan especialmente a trabajadores y trabajadoras, en general, que ven sus derechos recortados y los empleos son cada vez más precarios y se realizan en condiciones abusivas. Ante ello, la respuesta social es la defensa de los derechos conseguidos y su extensión a todas personas que tienen un empleo o actividad laboral, ¿por qué no se plantea lo mismo para las trabajadoras del sexo?
La 'explotación' es un término que, cuando hace referencia a las relaciones humanas, se emplea desde el punto de vista marxista para referirse al resultado de la apropiación capitalista de la plusvalía, o en términos más generales se habla de 'explotación laboral' para referirse a las injusticias cometidas en el ámbito laboral [3]. Es decir, es un término que en sus acepciones más frecuentes hace referencia a las relaciones laborales. En este sentido, ¿qué novedades aporta el término 'explotación sexual'?, es más, ¿qué se quiere decir exactamente con ello?
Como GAATW [4] manifestó en los encendidos debates que se dieron en el año 2000 a raíz de la aprobación por parte de Naciones Unidas del Protocolo para prevenir, suprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños: "No existe una definición internacional del término explotación sexual, con lo que cada país puede definir y abordar ésta como considere apropiado, teniendo así un gran margen de actuación". Así mismo, el Alto Comisario para los Derechos Humanos, en junio de 1999, recomendó suprimir el término de explotación sexual para: "Evitar las dificultades de implementación inherentemente asociadas a los términos vagos, imprecisos y emotivos como 'explotación sexual' cuando estos son utilizados refiriéndose a los adultos". Por su parte la Organización Internacional del Trabajo (OIT) también propuso eliminar cualquier referencia al término 'explotación sexual' en el Protocolo.
A pesar de estas recomendaciones, en nuestro país la reforma del Código Penal -que tipificó el delito de trata en junio de 2010 [5] - incluye entre las finalidades de ésta la 'explotación sexual' diferenciándola del 'trabajo forzoso', de la 'esclavitud' y del 'comercio de órganos', aunque en ningún momento define qué significa este nuevo concepto. Un nuevo concepto que, en la práctica, ha servido para justificar las múltiples redadas que se han hecho en clubes de prostitución pero que no ha ayudado a la condena de los tratantes ya que, en los dos años de existencia del nuevo delito, tan solo se han producido nueve condenas [6]. Y llegado este punto cabe preguntarse por qué se ha popularizado tanto un concepto tan vago, indefinido y que se presta a tantas interpretaciones subjetivas que impide su puesta en práctica. Evidentemente no es por su funcionalidad como creo haber demostrado.
Existe cierto seguidismo hacia las posiciones del feminismo abolicionista, ya que éstas son funcionales para la doble moral dominante que no quiere que la prostitución sea visible y menos aún que las prostitutas se muestren autoafirmadas. Pero además, este concepto tiene fuertes connotaciones emocionales porque en el ideario de un sector del feminismo aparece equiparado a la apropiación, a la mercantilización y cosificación del cuerpo de las mujeres por parte de los hombres, un elemento que refuerza las desigualdades de género y que, en consecuencia, es deleznable e intolerable.
Entender la prostitución no como un intercambio entre personas adultas de servicios sexuales por dinero, sino como la compra y apropiación de las mujeres por parte de los hombres es partir del imaginario heteropatriarcal dominante y, en consecuencia, lo refuerza. El estigma hacia las trabajadoras del sexo aumenta ya que son despojadas de su subjetividad y colocadas en un lugar en el que parece que son solo cosas al servicio de los hombres. Se ignora el aspecto trasgresor que tiene "la puta", mujer mala por excelencia en el imaginario dominante por mostrarse sexual e imponer sus normas en el comercio sexual. Considerar que se compra el cuerpo de las mujeres es cosificar a éstas y anular su capacidad de agencia, su capacidad de decidir qué actos ofrecen, a quiénes aceptan como clientes y cómo y dónde trabajan, reforzando su posición subordinada. Además, en estos análisis se olvida que en la prostitución no sólo trabajan mujeres biológicas (también lo hacen mujeres trans y hombres) aunque las primeras sean mayoritarias. Y, en lo concreto, se tapa la diversidad que existe en el ejercicio de la prostitución y se ocultan las estrategias de empoderamiento y autoafirmación de este sector de mujeres, su capacidad para mejorar sus condiciones de vida y de trabajo, su capacidad de decisión, de imponer sus criterios en los pactos con los clientes... y no se piensa en qué hacer para facilitar el desarrollo de estas capacidades. En definitiva, se considera a las trabajadoras del sexo una categoría particular de mujeres que permanecen ajenas a los avances que el feminismo ha posibilitado.
Las trabajadoras del sexo que trabajan para terceros en los clubes sufren frecuentemente abusos y explotación laboral, pero conviene no confundir esto con la situación de esclavitud que sufren las víctimas de trata. Como la OIT explica en la Guía sobre trata de seres humanos y trabajo forzoso como forma de explotación [7]: "El concepto de 'trabajo forzoso' engloba manifiestamente actividades más graves que el mero incumplimiento de la legislación laboral y de las condiciones de trabajo. Por ejemplo, el hecho de no pagar a un trabajador el salario mínimo obligatorio no implica un trabajo forzoso, mientras que sí lo implicará normalmente el hecho de impedir que abandone el centro de trabajo."
Para combatir la 'explotación laboral' es necesario el reconocimiento de la prostitución como trabajo y la regulación de las relaciones laborales cuando median terceros, haciendo especial hincapié en el reconocimiento de los derechos de las trabajadoras del sexo y en la defensa de su autonomía y libertad para decidir qué actos sexuales ofrecen y a qué clientes quieren.
Confundir la 'explotación laboral' con el 'trabajo forzoso' o la 'esclavitud' a lo único que lleva es a quitar gravedad a esto último y no ayuda a crear un imaginario colectivo que condene de manera radical la trata y la esclavitud, una lacra indeseable en sociedades democráticas que contemplan y defienden los derechos humanos.

NOTAS
[1] Beatriz Gimeno, Hacia un nuevo debate sobre la prostitución, Con la A nº 26
[2] Una presuposición que, nuevamente, no está basada en ningún estudio ya que los pocos que existen sobre los clientes demuestran, por el contrario, la diversidad de motivaciones y actitudes entre éstos. Ver art. de El País en marzo de 2008
[3] Definición de explotación en la Wikipedia
[4] Global Alliance Against Traffic in Women (Alianza Internacional contra la Trata de Mujeres)
[5] Título VII bis "De la Trata de seres humanos"
[6] Diario El País, mayo de 2013: "Las nueve condenas —seis hombres y tres mujeres— dictadas por las Audiencias Provinciales de Madrid y Barcelona entre finales de 2012 y abril de 2013, son el resultado de las cinco causas que han resuelto los tribunales desde que entró en vigor el delito. Según los jueces, los condenados, que han recurrido las penas impuestas de entre 6 y 22 años de cárcel, trasladaron con engaños a España, esclavizaron y obligaron a prostituirse a cinco mujeres, dos de ellas menores"
[7] OIT. Programa Especial de Acción para Combatir el Trabajo Forzoso. 2006



REFERENCIA CURRICULAR
Cristina Garaizabal es psicóloga y militante feminista desde finales de los 70 en Barcelona y Madrid. Es cofundadora y activista de Hetaira (Colectivo en Defensa de los Derechos de las Prostitutas). Ha participado como experta en las diferentes comisiones para el estudio de la prostitución (Congreso y Senado). Forma parte del consejo editorial de Talasa Ediciones (Nosotras, las putas, El prisma de la prostitución, Retrato de intensos colores, ¿Qué quieren las mujeres?) Es autora del libro El dolor invisible. Ha participado con sus trabajos en los libros colectivos: Transexualidad, transgenerismo y cultura; Transexualidades; El género desordenado; Crónicas carcelarias: líneas prostituidas; Los pasos (in)visibles de la prostitución; Prostituciones: debates sobre el sexo de pago; Trabajador@s del sexo y Los retos de la prostitución. Estigmatización, derechos y respeto. Es compiladora, junto a Mamen Briz, del libro: Por los derechos de las prostitutas. La prostitución a debate.

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